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Mercado smartphone: ¿anticipación de la crisis, o algo distinto?

IMAGE: Elly Brian - Unsplash

Si algo están dejando claros los números de la industria de la electrónica de consumo a lo largo del pasado año es una fortísima caída en las ventas de su producto estrella, el smartphone.

A la caída del 9% del segundo trimestre de 2022, siguió otra del 11% en el tercero, y una todavía mayor, del 18.3%, en el cuarto, el que tradicionalmente era el mejor trimestre de ventas del año. En su conjunto, el año 2022 ha supuesto un descenso del 11.3%, y en algunos mercados, es el quinto año de caída.

La crisis, no obstante, no es igual para todos: para Apple, a pesar del descenso, el 2022 ha supuesto retomar el liderazgo del mercado norteamericano superando a Android, además de situarse como segunda marca en China, en donde su descenso, de tan solo el 3% sobre el 2021, es mucho más moderado que el del resto de las marcas.

¿Qué está pasando en el mercado smartphone? Por un lado, la anticipación de una fuerte recesión económica, que generalmente conduce a un estado psicológico que tiende a posponer decisiones de gasto significativas y a una disminución de compras de volumen elevado como la que supone un smartphone. Pero por otro, parece razonable que tras unos años de fuerte innovación, que llevaban a los usuarios a sentirse relativamente incómodos cuando no mantenían un ritmo de actualización razonablemente parejo al de la introducción de nuevas funcionalidades en el mercado, siga una estabilización de la mayoría de las funcionalidades o, posiblemente, un nivel de mejora considerado marginal en las mismas que resulta prácticamente imperceptible para el usuario.

Entre una cámara de 12 y una de 48 Mpx, aunque la magnitud parezca muy significativa, la realidad es que en el uso cotidiano, y sin precisar de grandes ampliaciones de las imágenes obtenidas, la diferencia casi no se aprecia. Cada vez es más difícil para los fabricantes agregar nuevas funcionalidades que se perciban como significativas para los consumidores, lo que hace que resulte menos atractivo actualizar los dispositivos.

Con un mercado saturado en muchos países desarrollados y con el crecimiento viniendo casi exclusivamente de países en vías de desarrollo, la estructura del mercado cambia: en los países desarrollados, la mayoría de los usuarios ya posee un smartphone, el mercado para nuevos usuarios es relativamente pequeño, y esto significa que hay menos clientes potenciales. En los países en vías de desarrollo, aunque el potencial para nuevos usuarios es aún elevado, el mercado se configura sobre todo en torno al precio como variable fundamental y decisoria, y los atributos de innovación necesarios cambian de manera muy significativa.

Además, y en general, los usuarios mantienen sus teléfonos inteligentes por períodos de tiempo más largos, conformando ciclos de reemplazo más prolongados y sensiblemente alejados del ritmo de lanzamiento de nuevos modelos por las marcas. A medida que los smartphones se han vuelto más avanzados, también se han vuelto sensiblemente más caros, lo que lleva a numerosos usuarios a optar por conservarlos más tiempo, a veces incluso optando por el reemplazo de algunos de sus componentes como la batería, en lugar de actualizarse a modelos nuevos.

Si a la expectativa de crisis económica unimos un mercado con un nivel de innovación cada vez percibido como menos diferencial, el resultado es el que vemos: un smartphone cada vez más convertido en un objeto indispensable, pero cuyo reemplazo solo se lleva a cabo prácticamente cuando no queda más remedio. Y por tanto, un mercado en recesión.

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