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París prohibirá los patinetes de alquiler

IMAGE: Christina Spinnen - Unsplash

El resultado del referendum convocado por Anne Hidalgo en París no ha podido ser más aplastante: un 89% de los votantes se ha manifestado a favor de prohibir completamente los patinetes de alquiler en la ciudad, lo que lleva a pensar que la alcaldesa, que había afirmado que el resultado de la consulta sería vinculante, procederá ahora a pedir a las tres compañías participantes en la micromovilidad de la ciudad – Dott, Lime y Tier – que procedan a la retirada de estos quince mil vehículos antes del 1 de septiembre, aunque podrán seguir operando con sus bicicletas compartidas eléctricas o convencionales.

Los detalles sobre la consulta parecen apuntar a una evidencia clara: una participación muy escasa (tan solo 103,084 personas, el 7.5% del total de votantes registrados en la ciudad), en una consulta que coincidió con la maratón popular de París, y para la que se dispuso un número muy reducido de centros de votación, lo que hizo que hubiese largas colas para ejercer el derecho al voto. Según muchos parisinos han compartido en redes sociales, eso es algo que sesgó de manera muy marcada el voto hacia personas de edad avanzada, que tenían el tiempo, la motivación y las ganas de soportar esas colas. Según la mayoría de los observadores, el resultado del referendum no tiene absolutamente nada que ver con la opinión mayoritaria de los residentes en la ciudad, sino con la de muchas personas de edad avanzada que no eran usuarios del servicio y que, además, lo consideraban un peligro público. Donde leas noticias que hablan de «abrumadora mayoría«, ya sabes de lo que estamos hablando: «abrumadora mayoría… del escasísimo 7.5% que depositó su voto».

¿Cambiará algo París cuando los patinetes de alquiler dejen de estar disponibles para su uso? La respuesta es que posiblemente se noten cambios, pero que podrían ser a peor. La realidad es que los patinetes de alquiler llevaban ya tiempo sometidos a muchísimas restricciones: los patinetes tirados en medio de las aceras eran ya cosa de otros tiempos, porque las tres compañías obligaban a sus usuarios a aparcarlos adecuadamente en las zonas dedicadas para ello bajo pena de multa, y restringían además tanto la velocidad (mediante software, a tan solo 10kmh), como el acceso a determinadas áreas en las que no se permitía su circulación. Ahora, dado que la prohibición no afecta a los patinetes de propiedad privada, que carecen de todas esas restricciones y de los cuales se han vendido en Francia tan solo el año pasado más de 700,000 unidades, ya veremos cómo evoluciona la cuestión de la seguridad.

De los patinetes compartidos se podían decir muchas cosas: que eran caros – diez minutos de uso salían casi por cinco euros – o que sustituían principalmente desplazamientos a pie o en transporte público, pero han sido la forma que muchos han tenido de familiarizarse con la micromovilidad, y han llevado a que muchos se decidiesen a adquirir uno ellos mismos. En muchos sentidos, han cumplido su función. Ahora, tocará a otras ciudades mover ficha – París es la segunda ciudad europea que prohibe los patinetes, tras Barcelona – y empezar a pensar en si esa prohibición resuelve realmente algún problema.

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