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China, el futuro del dinero y los grados de libertad

Un artículo largo en The New York Times, «China creates its own digital currency, a first for major economy«, pone claro el valor de la iniciativa china de creación de su moneda digital, y las posibilidades estratégicas que le otorga de cara a evitar posibles bloqueos norteamericanos a sus compañías, de avanzar en su papel en las transacciones internacionales, y de ganar en control sobre los movimientos de su economía en tiempo real.

Las stablecoins, o monedas digitales vinculadas a un activo o una cesta de activos concretos, son vistas por muchos como el paso previo a las criptomonedas: de control aún completamente centralizado y ejercido por un regulador que puede ser un banco central o algún otro tipo de entidad, ofrecen una comprensión mayor de la evolución a los usuarios, que siguen viendo tras ellas el mismo tipo de respaldo que tenían las de papel. Que ese respaldo, en realidad, sea más frágil y arbitrario, sobre todo en tiempos post-pandémicos, que el de una criptomoneda que únicamente emite una cantidad fija de unidades en función de su algoritmo regulador supone, como tal, un salto de fe que a muchos les cuesta plantearse: pasar a confiar en la matemática en lugar de hacerlo en una autoridad centralizada con capacidad para manipular el valor de una moneda es, como tal, una propuesta de valor que aún escapa al entendimiento de muchos.

¿Qué importancia tiene que China haya logrado convertirse en la primera economía significativa del mundo con una moneda digital en circulación? En primer lugar, elimina en gran medida la capacidad de los Estados Unidos de imponer sanciones y bloqueos basados en un sistema que controla, el sistema de transferencias SWIFT, así como de obtener fácilmente información sobre esas transacciones. Esto es visto por el gobierno chino como una forma de incrementar su soberanía monetaria, protegiéndola e independizándola de las decisiones de Washington.

Pero la idea, en realidad, va más allá: ofrecer una moneda digital fuera del sistema, que no requiere de la participación de más banco que el central que la emite (y de hecho, ni siquiera tener una cuenta bancaria), y que permite hacer transacciones de manera eficiente y no intermediada con unas empresas chinas cada vez más presentes en la economía mundial puede erosionar el enorme porcentaje de estas transacciones internacionales, un 88%, que hoy son llevadas a cabo en dólares. El desarrollo de las grandes rutas logísticas y comerciales que China tiene previsto abrir en el futuro podría convertir esto en más lógico todavía, y contribuir a cimentar la expansión del dominio económico de China en el mundo.

Por otro lado, el sistema ofrece al gobierno chino un nivel de control absoluto sobre las transacciones, en un sistema de anonimato controlado que permite saber qué cantidades se mueven y en dónde, y posibilitan las acciones de investigación cuando se detectan patrones fraudulentos. Hacer una moneda programable, además, ofrece otros grados de libertad, como la posibilidad, ya experimentada, de introducir una fecha de expiración para algunas cantidades cuando se busca dinamizar la economía. Por el momento, China no se ha planteado emitir más dinero que el que ya está en circulación: cada yuan digital emitido cancela su equivalente que existía en papel. Pero que este elemento de su política monetaria funcione así en este momento no quiere decir que no pueda cambiar en el futuro, en caso de estimarse interesante.

En un mercado tan evolucionado y acostumbrado al uso de medios de pago electrónicos como China, introducir una moneda digital oficial posibilita también reducir el nivel de vulnerabilidad y de riesgo de depender de compañías privadas para la circulación del dinero en el día a día. Además, lanzar una moneda digital no está exento de complejidades. y simplemente haber llevado a cabo el esfuerzo de su reparto, el experimento de su uso y de sus posibles complicaciones, y de sus posibilidades es susceptible de ofrecer al gigante asiático una importante ventaja sobre otros países. Para China, digitalizar su moneda ofrece una ventaja fundamental: más grados de libertad en el escenario internacional.

Lo que más se desprende del tono del artículo del New York Times es que, para China, la puesta en funcionamiento de su moneda digital es una fuente de importantes ventajas, ventajas que ninguna otra economía fuerte está dispuesta a perderse. Por tanto, el futuro a corto y medio plazo está más que claro: podemos ir preparándonos para un escenario con dólares y euros digitales más pronto que tarde. Hay más de sesenta países que han iniciado movimientos de cara al estudio de la emisión de este tipo de monedas, lo que implica que, durante un tiempo, ese tipo de monedas coexistirán no solo con sus equivalentes físicos en papel, sino también con el uso creciente de las criptomonedas a medida que estas van estabilizando progresivamente su valor.

Estamos ante lo que muchos no creen posible: la disrupción del dinero. Y en muchos sentidos, ante un importantísimo cambio de su papel en nuestras vidas o en nuestra sociedad.


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