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Educando a la nueva China

IMAGE: EDans on Flickr (CC BY)

Me ha parecido muy recomendable el informe publicado por el McKinsey Global Institute, «Reskilling China: Transforming the world’s largest workforce into lifelong learners«, en torno al gran reto de China, la reeducación de su fuerza de trabajo y la adopción de prácticas como el lifelong learning de cara a la cada vez mayor transformación digital del tejido productivo del país.

¿Cómo transformar el país que llegó a convertirse en la fábrica del mundo, en el que ensamblar a mano era casi la única opción y la más barata debido a sus bajos costes laborales, en un gigante de la inteligencia artificial, con la infraestructura pública de blockchain más grande del mundo, con una moneda digital en avanzado estado de desarrollo y expansión que está haciendo desaparecer el pago en metálico, y con la mayor red desplegada de 5G?

El capitalismo estatalizado de Xi Jinping está transformando al gigante asiático en un país que sorprende a cualquier visitante, aunque hubiese estado allí recientemente: la posibilidad de trazar y mantener estrategias a largo plazo gracias a la ausencia de alternancias políticas está dando lugar a cambios en China vertiginosos y acelerados, que abarcan desde la conducción autónoma a la medicina digital, pasando por el retail o hasta la ganadería. Da igual a dónde mires: la modernización y robotización de las factorías de ensamblaje chinas ha provocado reducciones enormes en el tamaño de sus plantillas que, además, se corresponden inmediatamente no solo con un incremento de su capacidad productiva, sino también con una drástica reducción en el número de errores. Y la pandemia de COVID-19, lejos de frenar el proceso, lo ha acelerado más aún.

Legislativamente, China no está dispuesta, además, a repetir los errores que ha visto en Occidente: el avance en la regulación de sus gigantes tecnológicos, a varios de los cuales ha multado recientemente por abuso de posición monopolística, trata de asegurar el mantenimiento de la diversidad en su ecosistema empresarial y la pujanza de sus startups. Además, contrastando con su imagen de gran contaminador, el país se propone alcanzar la neutralidad en emisiones de dióxido de carbono en el año 2050, poniendo en marcha otra transformación, la de la sostenibilidad, que, unida a su dominio en tecnologías como los paneles solares o las baterías, generará también una fuerte actividad económica y puestos de trabajo especializados.

Sin duda, China está, cada vez más, dando forma al futuro de la tecnología. ¿Pero cómo formar a una sociedad china para adaptarla a cambios tan drásticos y para posibilitar un incremento de su nivel de vida? ¿Cómo pasar de una sociedad drásticamente segregada entre los entornos rurales y urbanos, poco formada y acostumbrada a trabajos de ensamblaje manual, para que adquieran el talento y las habilidades necesarias en una economía digitalizada, innovadora y post-industrial? Dada la brutal escala del gigante asiático, estamos hablando de una transformación que lleva a que un tercio de las transiciones ocupacionales del mundo tengan lugar en China.

Las palancas con las que China pretende transformar drásticamente su sistema educativo son cuatro: la digitalización, la colaboración, la formación profesional, y el cambio de mentalidad e incentivos al aprendizaje. Tecnológicamente, el país trabaja en el desarrollo de herramientas de inteligencia artificial que permitan un diagnóstico e individualización de sus necesidades educativas, que recibirán mediante AR y VR en modelos híbridos online/offline, y utilizando plataformas de gamificación. Vídeos y clases abiertas disponibles para cualquiera que tenga un simple smartphone, y diseño de micro-curricula dinámicos en los que se eliminan los libros de texto tradicionales. En el año 2019, el 56% de la inversión mundial en tecnologías aplicadas a la educación tuvo lugar en China. El 85% de las compañías chinas son jugadores activos en el campo de las aplicaciones de inteligencia artificial a su ámbito de actividad, frente a un 51% de las norteamericanas, siguiente país en el ranking mundial: lo lógico es esperar que esa presencia ubicua de la AI se extienda al mundo de la educación.

El país pretende, además, reforzar la colaboración entre las instituciones educativas y las empresas, con el fin de asegurar que se reduce la distancia entre la formación impartida y las necesidades de la industria, y que las compañías puedan encontrar un entorno propicio para el diseño colaborativo de programas. Todo ello, unido a un sistema de micro-credenciales que, más allá de la titulación, incentive la actualización continua de los conocimientos y el desarrollo de una cultura de formación continua a lo largo de la vida profesional.

Un sistema educativo adecuado es una base absolutamente fundamental para cualquier cambio social. Si pretendes que tu país cambie drásticamente en pocos años, mejore la calidad de vida de sus ciudadanos, reduzca sus niveles de desigualdad y se adapte además a una drástica digitalización y robotización, empezar por un rediseño radical de la educación es absolutamente necesario. Treinta años de trabajo en su reforma educativa han llevado al país a convertirse en un líder en manufactura: la siguiente reforma, en el contexto de una economía drásticamente transformada y redefinida, pretende llevarlo al liderazgo mundial.


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