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¿El ocaso del Made in China?

IMAGE: Made in China (E. Dans - CC BY)

A principios del pasado julio, se publicó una noticia interesante pero que pasó relativamente desapercibida: Apple comenzaba a ensamblar sus iPhone 11, entonces el modelo más avanzado en su línea de productos, en fábricas situadas cerca de Chennai, en India, en lugar de hacerlo como habitualmente lo había hecho, en fábricas en China.

También el pasado julio, pero a finales del mes, Samsung, varios proveedores más de Apple (Foxconn, Pegatron y Wistron), los fabricantes indios Micromax y Lava y hasta dieciocho compañías más solicitaron acceso a un programa de incentivos del gobierno indio para la fabricación a gran escala de productos electrónicos en el país, con la idea también de trasladar una parte significativa de su fabricación al subcontinente.

El movimiento, por un lado, permite a los fabricantes evitar el gravamen del 20% que India, uno de los mercados cuantitativamente más importantes del mundo, impone a los productos electrónicos importados, en el seno de una política comercial caracterizada por un proteccionismo cada vez más acusado. Pero por otro, y posiblemente más importante, refleja cuestiones macroeconómicas más de fondo, como el hecho de que la fabricación en China ya no es diferencialmente tan barata como antes, y que, además, la progresiva mecanización de la producción está progresivamente llevando a que el peso de la mano de obra sea cada vez menos significativo.

A este tipo de efectos macroeconómicos se une, además, la previsión de que la política exterior de los Estados Unidos durante la próxima administración Biden no está previsto que abandone la presión sobre China: todo lo más, se espera que trabaje con sus aliados para que esa presión se convierta en global, con la idea de forzar cambios de cara a la apertura de China, con el fin tanto de evitar que el gigante asiático siga jugando con reglas profundamente unilaterales, como que siga sin respetar los derechos fundamentales de sus ciudadanos.

Asimismo, el traslado de algunas actividades de ensamblaje en la producción de productos de Apple a Vietnam ha generado el desarrollo de la economía local a ese lado de la frontera, con ciudades que han visto crecer su economía y su nivel de riqueza de manera notable.

¿Está cambiando el ciclo económico? Hace ya varias décadas que China se planteó un escenario en el que el Made in China tendría cada vez menos peso y se vería progresivamente sustituido por el Engineered in China: China dejando de ser cada vez más la fábrica del mundo, el lugar en el que se fabricaban todos los productos baratos y en los que la mano de obra manual jugaba un papel muy significativo, y convirtiéndose en una fuente de tecnología cada vez más avanzada. En paralelo, las compañías chinas han impuesto un fuerte ritmo de automatización de sus actividades, lo que ha provocado que algunas de ellas enviasen a casa hasta al 80% de sus trabajadores, y pasasen a utilizar en su lugar baterías de robots. El mayor nivel de especialización de los trabajadores que se mantienen en las líneas de producción – típicamente expertos en mantenimiento de las máquinas, en machine learning, etc. – genera salarios más elevados, y el hecho de que las fábricas mecanizadas incrementen su producción y disminuyan el número de errores e incidencias conlleva, además, que los costes salariales disminuyan su impacto.

En la industria de la electrónica de consumo, mantenerse en suelo chino sigue teniendo sus ventajas, fundamentalmente en cuanto al mantenimiento de la proximidad con muchos de los proveedores de la cadena. Pero cada vez más, estas compañías se convierten en globales y pueden plantearse ofrecer servicios y resolver problemas en prácticamente cualquier lugar del mundo, lo que podría conllevar presiones de cara a la una progresiva relocalización de la producción.

Menor impacto de la mano de obra de bajo nivel, mayor mecanización en los procesos y tendencia a la relocalización de los procesos productivos: ¿está el entorno preparándose para ejercer una mayor presión sobre China, para evitar posibles sanciones y bloqueos, y para tratar de acercar el valor a los países que lo producen o que lo consumen?

¿Estamos ya ante un cambio tan significativo y dimensional como este?


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