automotivechinachipchipmakingelectric carGeneralUS

Supremacía tecnológica o balanza de pagos

IMAGE: OpenAI's DALL·E, via ChatGPT

El gobierno chino acaba de conminar a los principales fabricantes de vehículos como BYD, Geely, SAIC y otros, a adquirir sus chips de fabricantes locales, en lugar de depender de chips fabricados en el extranjero, con el fin de reducir la dependencia de una tecnología extranjera cada vez más restringida y crear demanda para un mercado que buscan alimentar con inversiones cada vez más importantes.

El dilema chino es evidente: mientras su tecnología, particularmente en el caso de los vehículos eléctricos, domina cada vez más un mayor número de mercados gracias a una fortísima demanda interna y a unos costes radicalmente bajos, muchos de sus productos dependen fundamentalmente de tecnología norteamericana.

Las diferencias entre ambos países son cada vez más evidentes: mientras la demanda de vehículos eléctricos en China se mantiene elevadísima y convierte en fábricas zombie a todas las factorías dedicadas a la fabricación de vehículos de combustión, que ahora envían sus productos al mercado ruso y a otros con el fin de paliar sus pérdidas, la demanda de vehículos eléctricos en los Estados Unidos se mantiene en torno al 10% del total y crece lentamente, lo que indica no solo cómo de retrasada está la mentalidad de sostenibilidad entre los consumidores del país, sino también lo escasamente competitivos que son la mayoría de sus fabricantes, con la excepción evidente de Tesla.

Un vehículo eléctrico es, cada vez más, un ordenador con ruedas, hasta el punto de que fabricantes tradicionales de electrónica de consumo como Xiaomi se dedican a fabricar ahora automóviles. Obviamente, esto implica que los componentes de un automóvil se parecen cada vez más a los que utilizan los productos de electrónica de consumo, y que por tanto, la decisión de qué chips se instalan en ellos supone una restricción muy fuerte a la hora de definir sus prestaciones. Para las ambiciones chinas, lograr dominar el mercado del vehículo eléctrico resulta fundamental, sobre todo considerando que ya dominan ampliamente otros mercados tan estratégicos como los de los paneles solares y las baterías.

Sin embargo, ese dominio depende no solo de su capacidad de fabricación, sino también de sus posibilidades de abastecerse de los componentes necesarios para mantener las prestaciones de esos productos en el segmento premium. Para los productos chinos, una reputación de inferioridad podría generar un daño enorme, y ofrecer a Occidente la posibilidad de sobrepasar sus prestaciones basándose en chips mejores y más ventajosos. De ahí las fortísimas connotaciones y el significado estratégico de la fabricación de chips por debajo de los cinco nanómetros, que posibilita empaquetar muchos más transistores en menos espacio y obtener prestaciones mucho más avanzadas.

En un producto como el vehículo eléctrico, esas prestaciones más avanzadas determinan en gran medida las posibilidades tecnológicas del vehículo, lo que influye enormemente en el atractivo para los clientes. Para los fabricantes chinos, que ya han comprobado que pueden llegar al consumidor occidental con productos atractivos, una restricción que afecte a los chips que pueden o no pueden instalar puede ser muy importante, sobre todo si los esfuerzos de su gobierno para subvencionar a los fabricantes nacionales de chips no logran fruto de manera rápida – en una industria que se caracteriza por avances generalmente muy lentos y costosos.

Veremos, con el tiempo, dónde se sitúan las ambiciones chinas con respecto a los chips. Pocas cosas son ahora más importantes que recorrer esos pocos nanómetros que permiten fabricar chips más potentes.

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button