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Un fascinante sistema de navegación para coches de 1970 que utilizaba cintas de casete y un ingenioso sistema de control

Desde el glorioso Archivo Retro de la BBC nos llega este fascinante navegador de rutas para coches que demuestra que el ingenio humano no tiene límites, en este caso utilizando cintas de casete para ir dictando las instrucciones sobre cómo llegar de un sitio a otro de forma perfectamente sincronizada con su conducción. ¡En 1971 y sin TomToms ni GPS ni Google Maps! Y todo ello con una voz masculina «estilo Siri» que hace que ver esas arcaicas imágenes de hace medio siglo sea más llamativo todavía. De verdad: más ingenioso que el GPS de papel de los años 60.

El invento simplemente utiliza una colección de cintas pregrabadas con las explicaciones de las rutas para ir de unos puntos a otros de la ciudad, giro por giro, con todas las distancias e indicaciones detalladas incluidas y dictadas ceremonialmente. Como lo que se ve en la película de 1971 es un prototipo, seguramente la colección era una caja con cuantas cintas y rutas a/desde algunos puntos significativos de la ciudad, que probablemente se guardarían en el maletero. Ahora bien, ¿cómo sabía la cinta qué camino estaba siguiendo el coche, si se paraba o no, a qué velocidad iba y cómo «sincronizarse» con sus movimientos, calle tras calle?

El secreto estaba en la unidad de control donde se insertaban las cintas. Además de ser un reproductor de casetes estaba conectada al cuentakilómetros del vehículo (cuyo nombre técnico es odómetro, y que he descubierto que en Inglaterra y los sitios en los que utilizan millas en vez de kilómetros lo llaman, lógicamente, millómetro). Entre las frases de las explicaciones se grababa un «bip» fácil de detectar, donde estaba codificada la distancia que había que esperar hasta continuar con la reproducción (500 metros, 200 metros, etcétera. O yardas, más bien). Entonces la cinta proseguía con la narración. De ese modo daban igual la velocidad y las paradas, pues las instrucciones se escuchaban en el punto adecuado, con tiempo suficiente para reaccionar.

Otra curiosidad que se ve es que por cómo funcionan (o funcionaban) los cuentrakilómetros –básicamente detectando una posición fija en un eje que está dando vueltas, a modo de cuentarrevoluciones– el factor clave para calcular las distancias es el tamaño de los neumáticos por aquello de que cada vuelta equivale a 2πr centímetros. Aunque esto hoy en día se resuelve por otros métodos (o, como en los cuentakilómetros de bicicletas, se programa al configurarlo), en aquella época el «truco» era insertar una tarjeta que codificaba el valor para distintos tamaños de neumáticos. Pero claro, no era una miniatura como las de hoy en día, sino algo más aparatoso. Por suerte sólo había que hacerlo una vez.

Entre las ideas que tenían en los años 70 para este navegador –que no necesitaba ni conexión en tiempo real a Internet, ni satélites GPS, ni mapas, ni nada de nada más allá que lo que se ve en la película– estaba su utilidad en los coches de alquiler, como ayuda a los chóferes o para el entrenamiento de conductores de autobús en nuevas rutas. Con mucho humor británico también explican el sistema no tenía forma de saber si había una calle cortada, o un desvío por una zona de obras. Y si seguías a ciegas las instrucciones habiéndote desviado igual acababas en una calle en sentido prohibido o cayéndote con el coche al río… Pero bueno, eso también sucede hoy en día, como vemos de vez en cuando en las noticias insólitas.

(¡Gracias por la pista, Gali!)

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