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Morir de risa: la triste historia de un poeta latinoamericano

Flor tenía poco más de dos añitos y una inteligencia avanzada para su edad. Su padre, Juan Antonio Pérez-Bonalde, casado con la norteamericana Amanda Schoonmaker, solo eran felices cuando estaban a su lado. De resto, las confrontaciones dominaban la vida marital.

La pequeña Flor, durante una comida familiar, llegó a entender un cuento que comentaban sus padres. Y, de repente, comenzó a reír. Rio tanto, tanto, que falleció.

Morir de risa era posible.

Desde entonces, la pareja se separó, y Pérez-Bonalde, uno de los grandes poetas latinoamericanos del siglo XIX, cayó en las drogas y el alcohol hasta su muerte, en 1892.

Pérez-Bonalde le dedicó a Flor un poema con su nombre. Su historia es narrada en este link por el escritor venezolano Rafael Arráiz Lucca.

 

Morir de risa, una realidad más común de lo que se piensa

La pequeña hija de Pérez-Bonalde no era la primera persona en morir de risa. Los registros sobre este tipo de fallecimientos pueden remontarse hasta el siglo XII antes de Cristo, mezclados en ese entonces entre el mito y la realidad.

Calcante, un adivino de la mitología griega, falleció de risa tras burlarse de una profecía que decía que no llegaría a probar un vino.

La historia cuenta nombres como los de Zeuxis, Crísipo, Martín de Aragón, Pietro Aretino o el poeta cubano Julián del Casal.  El hecho transcurrió de la misma manera: tomaban o comían en exceso.

En un momento dado, soltaron tal carcajada, que murieron.

 

La explicación científica

Explica el periodista Daniel Marín que en el proceso de la risa “intervienen cientos de músculos que aceleran el ritmo cardíaco y alteran la respiración”.

“En cuestión de segundos, la hilaridad dará paso a la angustia. La imposibilidad de detener la risa impedirá a tus pulmones renovar el aire. Tu organismo estallará entre carcajadas”.

Morir de risa

También, si son pacientes con afecciones cardíacas que murieron tras el ataque de risa.

Sobre el cubano Del Casal se apunta que tras el severo ataque de risa sufrió una hemorragia y la rotura de un aneurisma. Posiblemente el caso de la pequeña Flor Pérez-Bonalde fue similar.

Son historias que parecen insólitas, pero que forman parte de una triste realidad.

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