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Las cookies y el fin de una época

IMAGE:Bernadette Wurzinger - Pixabay (CC0)

Cualquier parecido entre lo que la vieja Netscape tenía en la cabeza cuando inventó las cookies como forma de preservar información entre sesiones HTTP y el absurdo martirio en el que terminaron convirtiéndose cada vez que entramos en una página web es, sin ninguna duda, mera coincidencia. Y la buena noticia es que, finalmente. podríamos estar empezando a ver luz al final del túnel, y las cookies tal y como las conocemos podrían finalmente pasar a la historia.

La situación estaba llegando a su límite: tener que enfrentarse a un enorme formulario sobre consentimientos cada vez que entramos en una página, con decenas de botones, listas interminables de socios y términos de servicio, era sencillamente ridículo, y estaba además siendo objeto de todo tipo de abusos aprovechando que prácticamente nadie entendía lo que estaba o no aceptando en cada ocasión.

La prolongada ofensiva desatada por Apple y por Tim Cook en defensa de la privacidad como derecho fundamental está dando sus frutos. Si alguien ha demostrado su capacidad para ejercer liderazgo es la marca de la manzana, y en ese tema, además, estaba específicamente deseando ser imitada: cada vez eran más los navegadores que incorporaban el control de las cookies de manera más o menos agresiva, hasta que finalmente Google tomó la decisión de, con ciertas reservas, unirse a la causa y anunciar cambios en la próxima versión de Chrome destinados a poner bajo control las ubicuas y desatadas cookies de terceras partes – había páginas en las que la cantidad de cookies y trackers generados al acceder era simplemente demencial – y a desarrollar nuevos sistemas que mejoren la privacidad de los usuarios en el entorno de la publicidad digital. Tras soportar la presión ejercida por los anunciantes, la compañía ha anunciado que dejará de utilizar datos del historial de navegación para administrar publicidad, y que además, está dispuesta a trabajar en el desarrollo de una «privacy-first web», empezando por la promesa de no desarrollar herramientas de seguimiento alternativas a las que ahora está eliminando.

Esto deja a Facebook en la incómoda situación de ser (como ya nos tiene bastante acostumbrados) el malo de la película. La compañía de Mark Zuckerberg sigue defendiendo la explotación sin prácticamente ningún límite de la privacidad de sus usuarios y de la publicidad hipersegmentada: es más, está segura de que será capaz de convencernos para que queramos proactivamente anuncios personalizados. Su duelo con Apple ha llegado a lo personal, con la pretensión por parte de Facebook de que está defendiendo a las pequeñas y medianas empresas frente a una Apple que quiere acabar con su vía de acceso a los usuarios.

En la práctica, el modelo de Facebook solo tiene sentido para unos directivos de marketing que creen que representa el mejor francotirador que han tenido nunca y que, víctimas de un síndrome de Estocolmo que les lleva a pagar cada vez más y más dinero a la compañía, se auto-inyectan tráfico y relevancia como un yonki que se inyecta heroína, mientras juegan a autoconvencerse de que lo que hacen está muy bien hecho y de que son unos grandes profesionales gracias al uso de unos indicadores irrelevantes y equivocados.

El entramado industrial creado en torno al negocio de los datos, con toda su enorme corte de intermediarios en torno a un negocio que, en realidad, jamás demostró su verdadero valor diferencial, empieza a resquebrajarse, en lo que podría definirse como el fin de una época en la web. Posiblemente, la mejor definición de la situación la dio John Gruber en su página hace unos meses:

«Que exista una industria multimillonaria basada en la abyecta traición a nuestra privacidad no significa que los sociópatas que la construyeron tengan derecho a seguir saliéndose con la suya.»

Cuanto antes termine el ciclo de perversión y estupidez que nos llevó a tener que especificar en cada página que visitamos que no queremos que nuestros datos de navegación sean vendidos a más de cincuenta o sesenta socios para que nos persigan por toda la web. Esperemos que la web del futuro tenga un poco más de sentido.


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