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Reduciendo la dependencia de Facebook

IMAGE: Mediamodifier - Pixabay (CC0)

Sea por el éxito de documentales como «The Social Dilemma« o por la mala prensa cada vez más asociada con la marca Facebook, cada vez son más las personas interesadas en reducir su dependencia de la compañía, una tarea complicada dada su condición de red social y, por tanto, la importancia de las externalidades de red. Cuando una red social es utilizada por más de 2,500 millones de personas y su industria se caracteriza por determinar un ganador único, salir de ella no resulta necesariamente sencillo, y la impresión que tienes si simplemente desconectas es, en muchos casos, que te has convertido en asocial.

¿Qué es lo que realmente nos perjudica de una red como Facebook? Simplemente, el infinito nivel de control que la compañía aspira a tener sobre todos nuestros datos, unido a la ausencia de ética que manifiesta en su uso, que ha dado lugar a su actual reputación. Por tanto, si no te planteas eliminar esa red de tu vida, sí pueden plantearte reducir su impacto, retirando de ella todos los datos que estimes conveniente. Para ello, conviene reflexionar sobre el uso que das a Facebook: si su función principal es mantenerte en contacto con amigos y conocidos, lo normal es pensar que estos ya conocen la inmensa mayoría de tus datos personales básicos, los que Facebook utiliza para administrarte una buena parte de su publicidad, y por tanto, podrías eliminarlos, manteniendo un perfil básico.

Pero si quieres llevar el tema un poco más allá, y considerando que Facebook exprime toda la información posible de todo dato que le suministres y que no le suministres, opta por una medida mucho más razonable: desinstala la aplicación de tu smartphone, y empieza a utilizarla únicamente en el navegador de tu ordenador, tan solo durante el tiempo que quieras hacerlo. Eliminar la app de tu smartphone evita que la compañía obtenga mucha información sobre tus hábitos, y disciplinarte para entrar únicamente una vez al día y cerrar la ventana inmediatamente después puede ser, incluso, una buena forma de terapia. Entrar, ver si alguien te ha enviado algo o quieres comentar alguna cosa, y salir. Y sobre todo no leer noticias en Facebook. Simplemente, no la consideres una aplicación para eso. Infórmate en otro sitio. Y obviamente, no utilices tu perfil de Facebook para autenticarte en ningún sitio: ¿tiene algún sentido compartir la información de uso de ese sitio con el mayor cotilla del mundo?

Ahora bien: dada la progresiva fusión e interdependencia de las propiedades de la compañía, sigues seguramente teniendo un problema, llamado WhatsApp o Instagram, que también se dedican a capturar todos los datos a los que le permitas acceder. ¿Siguiente medida, por tanto? En el caso de WhatsApp, tratar de convencer a tus contactos para pasaros a una app más inocua, que podría ser Telegram – que alcanza ya los quinientos millones de usuarios y empieza a revelar algunos planes para su próxima monetización – o, idealmente, Signal, que pertenece a una fundación sin ánimo de lucro y mantiene la privacidad como bandera fundamental y razón de ser. El caso de WhatsApp es importante, porque tras unos años de relativa inocuidad, ahora constituye la apuesta más importante de Facebook de cara al futuro, lo que implicará grandes cambios en el uso que la app de mensajería hará de tu información.

En el caso de Instagram, la sustitución puede ser una tarea sensiblemente más difícil para muchos de sus usuarios habituales, así que como mínimo, revisa en los ajustes de tu smartphone los permisos que das a la app y, al menos, elimina la localización (la puedes añadir manualmente a cada foto). Por su naturaleza, plantearse utilizar Instagram únicamente en el ordenador en lugar de hacerlo en el smartphone parece sumamente difícil, de manera que constituye, muy posiblemente, uno de los canales por los que la compañía obtendrá información sobre ti. Sé consciente de ello cuando la utilices.

¿Qué más puedes hacer? Si además de lo ya comentado instalas Ghostery o algún otro add-on similar en tu navegador, podrás pedirle no solo que elimine la publicidad de todas aquellas páginas donde no quieras verla (y que la mantenga en aquellas otras que quieras apoyar y en las que no te resulte especialmente molesta), sino también otra cuestión más imperceptible, pero que permite a Facebook conocer una buena parte de tus intereses: interrumpir la carga de botones sociales. En efecto, esos pequeños y aparentemente inofensivos botones de «Me gusta» o de «Compartir» posibilitan que Facebook registre tu visita a esa página, y la añada a la información que utiliza para que los anunciantes segmenten tu perfil.

Estos son algunos de los pasos que he ido dando personalmente a lo largo del tiempo, a medida que mis percepciones sobre la compañía evolucionaban. El siguiente paso vendrá cuando termine el próximo rediseño de esta página: eliminar totalmente los botones sociales y convertirla en completamente Facebook-free, por coherencia y por respeto a mis lectores. ¿Suena razonable? ¿Exagerado? ¿Imposible? Simplemente, plantéate este tipo de cosas si realmente quieres reducir tu dependencia del imperio Facebook y no te ves preparado para una desconexión radical. ¿Arreglamos el problema reduciendo nuestra dependencia de Facebook? Posiblemente no, pero al menos, posibilitará que tengamos un poquito más de control sobre nuestros datos, y sobre todo, que seamos algo más consciente sobre lo que entregamos cuando utilizamos un servicio en la red y sobre nuestro nivel de dependencia de ellos.


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