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Bitcoin y economías latinoamericanas: ¿peligro u oportunidad?

IMAGE: Bitcoin and Latin America (E. Dans - CC BY)

El anuncio del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de proponer la adopción del bitcoin como moneda de curso legal en su país, hecha en una retransmisión de su discurso en directo a la conferencia Bitcoin 2021 celebrada en Miami, y la posterior aprobación mayoritaria de la medida cuatro días después en el Parlamento del país centroamericano, provocó un incremento del 5% de la cotización de la criptomoneda.

La cotización del bitcoin había recibido varios golpes recientes derivados, por un lado, de la creciente fiscalización de su uso en China y, por otro, de la demostración fehaciente por parte del FBI norteamericano, de la posibilidad de trazar y retrotraer transacciones fraudulentas: tras el pago de un rescate de 75 bitcoins (4.4 millones de dólares) por parte de Colonial Pipeline a los secuestradores de sus sistemas, el FBI fue capaz de localizar y retrotraer las transacciones de 64 bitcoins (2.3 millones de dólares), un 85% de ellas, lo que pone en cuestión la reputación de la criptomoneda como segura y anónima, y la convierte en un mecanismo de intercambio económico con, de hecho, mucha más trazabilidad que el dinero en metálico.

Que un país opte por incorporar el bitcoin como moneda de curso legal supone ya de por sí un espaldarazo para su adopción. Pero que otros países de su entorno, como Argentina, Brasil, Nicaragua, Panama o Paraguay, se interesen ahora por el movimiento llevado a cabo por su vecino es el presagio de un cambio dimensional que podría llevar a un uso ya masivo, pese a las reticencias de muchos otros gobiernos de países económicamente más potentes. De hecho, si el carácter completamente descentralizado de la criptomoneda ya hacía muy difícil – o prácticamente imposible – que medidas tomadas unilateralmente por cualquier país pudiesen llegar a evitar la adopción del bitcoin en el futuro, la posibilidad de intentar hacerlo si la criptomoneda ya está siendo utilizada profusamente en muchos otros países prácticamente desaparece.

¿Qué lleva a El Salvador y a un número creciente de economías latinoamericanas a interesarse por el uso del bitcoin como moneda de curso legal, a pesar de las advertencias del Fondo Monetario Internacional al respecto del movimiento? Obviamente, la percepción del riesgo de la criptomoneda no es la misma cuando eres una economía fuerte que cuando has estado históricamente sometido a fluctuaciones de tu política monetaria y a entornos de hiperinflación. ¿Supone el bitcoin un riesgo muy elevado? Como ya escribí en su momento, el bitcoin es una criptomoneda cuya volatilidad está vinculada a los vaivenes de su adopción, y forma parte de algo ya anticipado en su diseño: el proceso de fijación de su precio por parte del mercado. Mientras ni siquiera se han emitido todos los bitcoins que circularán, y cuando su uso aún depende fundamentalmente de lo que vamos leyendo en las noticias y de decisiones más o menos caprichosas de países al respecto del mismo, el valor del bitcoin oscila de manera natural, y muchos lo aprovechan para especular. Sin embargo, ese proceso de descubrimiento del precio, completamente natural, no tiene nada que ver con las características de la criptomoneda, y sobre todo, con el hecho de que su valor esté determinado algorítmicamente por un mecanismo que no está bajo el control de absolutamente nadie.

En realidad, el proceso de adopción del bitcoin es, como ya dije en su momento, imposible de detener, fundamentalmente porque la propuesta de valor del bitcoin en el largo plazo – una moneda con reglas autocontenidas, política monetaria y reglas de consenso implementadas por software, y con un valor independiente no afectado por la actuación o las decisiones de ningún actor en concreto – es clara, inequívoca y estimada como interesante por muchos.

En este caso, quien ha estimado esa propuesta de valor hasta el punto de incorporarla como moneda oficial de su país ha sido Nayib Bukele. ¿Por qué? Podríamos decir que la decisión se debe al conocimiento y el convencimiento del hecho tecnológico que está detrás de la criptomoneda, pero también de que, muy posiblemente, se pueda deber a otros factores más de marketing político. Para muchos gobernantes de Latinoamérica, tomar una decisión así puede suponer un fuerte incremento de su popularidad e, incluso, la posibilidad de llevar a cabo una maniobra de distracción política que, bajo la idea de convertirse en pioneros, les otorgue una reputación que distraiga de los muchos otros problemas que experimenta la zona. Además, Bukele no se ha limitado a adoptar el bitcoin: además, ha propuesto su país como centro para la minería de los mismos, vinculado con la explotación de importantes recursos de producción sostenible de electricidad mediante la explotación de la energía geotérmica de sus volcanes.

Por otro lado, hablamos de un movimiento que puede tener sentido por varios motivos: en primer lugar, a pesar de su fuerte volatilidad, la evolución del bitcoin ha sido netamente alcista a lo largo de su historia y hay quienes, de manera obviamente interesada, predicen valores futuros mucho más elevados, lo que equivaldría, a efectos de país, a casarse anticipadamente con una divisa fuerte y, casi, a comprar un billete de lotería con una probabilidad mucho más elevada que la de los juegos de azar. En segundo lugar, hablamos de economías muy particulares, en las que muchos de sus problemas se han debido precisamente al uso irresponsable de medidas de control monetario por parte de sus gobernantes, lo que ha dado lugar con excesiva frecuencia a entornos de hiperinflación. El caso de El Salvador, que adoptó como moneda oficial el dólar en enero de 2001, es claro: para el país centroamericano, renunciar al control de su política monetaria ha tenido un resultado netamente positivo. Y en tercer lugar, hablamos de economías con porcentajes importantes de su población no bancarizados y enormemente dependiente de las remesas de divisas que envían periódicamente sus emigrantes. Adoptar el bitcoin, que cualquiera con un simple smartphone puede utilizar de manera relativamente sencilla para hacer envíos, es una gran noticia para todos los que carecen de una cuenta bancaria o dependen de esas remesas.

En muchos sentidos, se han juntado el hambre con las ganas de comer. Pero el resultado final de esa conjunción de factores va a ser, sin duda, un empujón muy fuerte a la adopción del bitcoin, lo que implica, para esos países, una profecía autocumplida: tomo un supuesto gran riesgo adoptando una criptomoneda con una volatilidad actual muy elevada, pero mi propia decisión hace que no solo se reduzca, sino que además, pueda evolucionar fuertemente en su proceso de fijación de precio y ello termine por producir importantes plusvalías para el país y para sus ciudadanos. La percepción del riesgo que uno tiene depende de muchos factores, y todo indica que para las economías latinoamericanas, la adopción del bitcoin pueda tener mucho más de oportunidad que de peligro.


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