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El aire acondicionado y los ciclos de retroalimentación

IMAGE: Sławomir Kowalewski - Pixabay (CC0)

Un interesante artículo en Fast Company, «ACs are bulky, loud, and terrible for the environment. Is there a better version in our future?«, habla del problema que supone el aire acondicionado, una tecnología fundamental que ha sido responsable del incremento de la productividad de muchas zonas y que se revela como absolutamente fundamental para la supervivencia humana en un futuro caracterizado por olas de calor cada vez más frecuentes e intensas, pero que resulta enormemente ineficiente en términos de consumo energético. De hecho, en algunas olas de calor, el problema termina siendo el excesivo consumo provocado por la conexión de demasiadas unidades de aire acondicionado, lo que termina provocando sobrecargas en el tendido eléctrico, con el problema que puede conllevar dejar de tener acceso a la electricidad cuando las temperaturas pueden llegar a superar lo que un ser humano es capaz de resistir.

La Agencia Internacional de Energía estima que durante las próximas tres décadas, el número de unidades de aire acondicionado instaladas en todo el mundo se triplicará a cerca de seis mil millones, frente a las dos mil millones actuales. Este incremento provoca una paradoja: a medida que ese parque se incrementa, lo hacen también las emisiones de gases de efecto invernadero derivado de la todavía insuficiente descarbonización de la generación de energía eléctrica en la mayoría de los países, lo que lleva a un ciclo de retroalimentación. En algunos lugares, como las ciudades, esto provoca además un efecto isla de calor que puede contribuir a generar temperaturas aún más elevadas. Se calcula que los sistemas de aire acondicionado, a pesar de estar concentrados en un pequeño número de países, consumen en torno al 10% de la electricidad mundial, y que a lo largo de las próximas tres décadas generarán más de 132 gigatoneladas de dióxido de carbono. Muchos de ellos, sobre todo las unidades más antiguas, utilizan aún gases HFC, cuyo impacto sobre el cambio climático es mucho peor que el del dióxido de carbono.

Algunos, en una solución creativa, proponen hackear las unidades de aire acondicionado para que sean capaces de absorber dióxido de carbono del ambiente y generar como subproducto combustibles, denominados crowd oil, que podrían ser utilizados en aquellos transportes que se plantean como más difíciles de electrificar. Pero más allá de esa solución, descrita en un paper en Nature Communications, la idea es rediseñar las unidades de aire acondicionado para hacerlas mucho más eficientes, algo en lo que se está trabajando de manera sistemática en países como India utilizando concursos de ideas, dado que anticipan que tendrán cada año en torno a unos veinte días al año en los que la combinación de calor y humedad será potencialmente fatal.

A lo largo de las próximas décadas se van a vender más de cuatro mil millones de unidades de aire acondicionado, sobre todo a medida que tenerlas suponga una defensa contra una amenaza tan peligrosa como las olas de calor. Pero la tecnología para que esas unidades sean cada vez más eficientes, y la importancia de optar por aparatos de última generación que no utilicen gases nocivos y que sean capaces de dar más por menos será fundamental, considerando sobre todo que muchos de los países que se incorporarán a ese consumo serán zonas de bajos ingresos en los que la posibilidad de adquirir unidades de última generación será complicada. Estamos, de nuevo, ante uno de los desafíos de los tiempos modernos: nuestras acciones han provocado una serie de ciclos de retroalimentación que ahora, lamentablemente, no sabemos cómo parar. Veremos cómo respondemos.

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