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El metaverso y su contexto

IMAGE: S. Grafik - Pixabay

Óscar Granados, de El País, me envió algunas preguntas por correo electrónico para documentar su artículo titulado «Las empresas pisan fuerte en el metaverso» (pdf), publicado ayer domingo en el extra de Grandes Empresas.

Mis respuestas a las preguntas de Óscar han tocado las mismas temáticas que me han traído estos días a Seúl al World Knowledge Forum 2022 (pdf), en donde he dado una conferencia y participado en una mesa redonda hablando sobre el contexto necesario para que el metaverso sea lo que se espera que sea, y no un simple «videojuego con esteroides». Básicamente, que sea de código abierto, reforzado mediante criptografía, sin depender de ninguna compañía ni de sus términos de servicio, transparente, gestionado por la propia comunidad de usuarios, con la identidad y la información de los usuarios controlada por ellos mismos, con múltiples posibilidades en cuanto a hardware, etc.

Básicamente, todo lo que la compañía que está intentando apropiarse del término «metaverso», ni más ni menos que Meta, pretende evitar. Sí, Mark Zuckerberg está consiguiendo que se hable del metaverso, pero también que muchas compañías ilusas se crean que para ser «modernas», tienen que llamar a su puerta, comprarle un montón de visores Oculus, y construir en su plataforma una presencia que, en la práctica, valdrá lo mismo que lo que muchas ya hicieron hace más de una década en Second Life.

No, el metaverso no es un videojuego que una compañía te vende para que tú, tus clientes o quien sea os veáis en forma de avatar y os podáis reunir o pasear por ahí. Eso es simplemente un mundo virtual, como muchos otros. El metaverso representa, en realidad, la evolución de la web que conocimos en base a un protocolo adicional, la cadena de bloques, que permitirá que se descentralice y se convierta en una nueva plataforma universal, en la que cualquiera pueda construir lo que buenamente quiera sin encomendarse a dios ni al diablo, sin firmar los términos de servicio que le pretenda imponer alguien, y sin tener que pagar con su información a nadie. Es un concepto mucho, mucho más potente que lo que nos quieren vender, una nueva generación de la web, y como tal debemos entenderlo. Que lo utilicemos en forma tridimensional e inmersiva con unas voluminosas gafas puestas o simplemente en una pantalla como hasta ahora es lo menos importante: cuestión de interfaz, sobre la que queda todavía muchísimo por innovar

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A continuación, las preguntas y respuestas que crucé con Óscar:

P. ¿Por qué está ganando tanto peso el metaverso cuando ya se han tenido diversas experiencias parecidas en otras ocasiones (Second Life, por ejemplo)? ¿Qué es lo que lo hace especial esta vez?

R. Lo que hace especial al metaverso no es lo que algunos creen que es: la compañía más empeñada en asociar su nombre con el fenómeno, hasta el punto de cambiárselo, nos vende en realidad una idea que está muy próxima a Second Life y a otros mundos virtuales anteriores, y además con gráficos tan malos que hasta los recuerdan. Lo importante es entender que el metaverso no es lo que nos vende Zuckerberg, sino un concepto con mucho más fondo: un entorno completamente descentralizado en el que los usuarios pueden ser los que custodien su propia identidad, su información y sus acciones, sin que tengan forzosamente que confiar en grandes compañías tecnológicas para ello. El metaverso es una evolución de la web para, gracias a mecanismos basados en la criptografía y la cadena de bloques, devolver el poder a los usuarios que durante años han atesorado las big tech, y dotar a la web de mecanismos mucho más fiables. La capa gráfica y los entornos tridimensionales son simplemente una opción, no lo más importante. 

P. Vemos diversas empresas apostando por la creación de varias plataformas de metaverso, ¿estamos al inicio de un boom?

R. Podemos estar ante un boom porque las posibilidades de un entorno así son muchas, pero si dejamos que algunas compañías secuestren el concepto de metaverso y nos lo vendan como «un videojuego con esteroides», será simplemente un espejismo pasajero y, sobre todo, trivial. Meta está consiguiendo que algunas compañías «vayan de modernas», les compren muchos visores 3D y les paguen por establecer una supuesta «presencia en el metaverso» que, en la práctica, es idéntica a las islas de Second Life de hace casi dos décadas. Pero su propuesta no es el metaverso, es simplemente un mundo virtual. El metaverso es, por encima de todo, descentralizado, de código abierto, reforzado con protocolos criptográficos, sin términos de servicio que haya que firmar con una compañía determinada, transparente y basado en comunidades, no un simple entorno de videojuego en el que captar mucha información de sus usuarios para seguir poniéndoles anuncios en vallas virtuales. Lo que Meta y Mark Zuckerberg proponen no es el metaverso, es una aberración. Pero tienen muchos recursos, y muchas compañías están cayendo en ese engaño. 

P. ¿Crees que el metaverso de Meta se está quedando atrás respecto a otras experiencias?

R. Meta tiene un problema: si de verdad empujase el metaverso con las características que debe tener, se excluiría ella misma, porque lo que pretende es controlar la experiencia, que firmemos sus términos de servicio (abusivos como lo han sido siempre) y seguir manteniendo su posición de gestor de plataforma publicitaria, solo que ahora, en lugar de hacerlo en Facebook, lo quiere hacer en un Horizon Worlds tridimensional y, además, vendernos las gafas para ello. La propuesta de Meta se queda atrás simplemente porque no cumple los requisitos para ser considerado un metaverso. Otras, como Decentraland, se acercan más a ello y proponen identificación con un wallet criptográfico, decisiones en manos de la comunidad de usuarios y muchas cosas más, aunque desde mi punto de vista, siguen poniendo demasiado énfasis en la interfaz y poco en lo que tiene que haber detrás para que sea realmente útil. 

P. ¿Se está creando una nueva economía en este espacio? ¿Podrías darme un ejemplo?

R. La economía que se está creando permitirá que las compañías evolucionen hacia ser organizaciones descentralizadas y autónomas (DAOs), que vinculen a sus trabajadores, proveedores, clientes, etc. mediante los llamados smart contracts, y muchos elementos más de protocolos basados en la cadena de bloques – muchos de los cuales se están aún creando – que revolucionen el valor añadido de la web en su conjunto. El metaverso en una web en la que, independientemente de que te muevas por ella con un avatar y un visor 3D o en una simple pantalla, podrás hacer cosas que no te podrán engañar, porque la capacidad de engañar caerá víctima de la impenetrabilidad de los contratos inteligentes y de la criptografía. Podremos crear vínculos en la web que sean tanto o más fiables que los que establecemos en el mundo físico. Nada que ver con un videojuego venido a más. 

P. También vemos a muchas empresas de distintos sectores que están buscando un espacio en este mundo virtual, ¿qué oportunidades les genera esta nueva plataforma?

R. Las oportunidades que esta plataforma genera a las compañías tienen que ver con su voluntad de hacer las cosas bien, de establecer relaciones con un balance adecuado y no abusivo, con evitar la dependencia de las grandes tecnológicas (que se convirtieron en algunas de las empresas más valiosas del mundo gracias al control que les dimos de nuestra identidad, de nuestra navegación, de nuestras transacciones, etc.) y con dotarse de mecanismos para ser las primeras que ofrezcan sus productos y servicios en un entorno mucho más potente. Si creen que se trata simplemente de firmar un acuerdo con Meta, fichar a unos diseñadores, comprar unas gafitas y jugar a moverse por un videojuego, se equivocarán y perderán miserablemente el tiempo… 

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