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En 2030, los Uber y Lyft tendrán que ser eléctricos en Nueva York

IMAGE: Precious Madubuike - Unsplash

La ciudad de Nueva York ha tomado la decisión de obligar a que todos los vehículos en uso en las flotas de Uber y Lyft sean eléctricos antes del año 2030.

Una decisión que tiene todo el sentido del mundo, y a la que lo único que hay que achacar es que tarde tanto en tomarse: cuando un automóvil pasa de la tasa de uso habitual en una utilización particular, en torno a un 3%, a una de transporte de viajeros en la que permanece en uso la mayor parte del día, que ese automóvil no emita gases tóxicos se convierte en fundamental. Si hablamos de una flota total de cien mil vehículos en la ciudad, mucho más.

De hecho, las compañías, que por lo general suelen llevar a juicio todas las resoluciones que les imponen cambios, han expresado su intención de colaborar con la ciudad en este proyecto de descarbonización. Para estas compañías, la decisión supone simplemente plantear un requisito de entrada a los conductores o a las flotas que trabajan con ellas, y en algunos casos, colaborar con algunas ayudas para que puedan llevar a cabo la modernización de sus vehículos. Pero para la ciudad, retirar cien mil vehículos que emitían gases tóxicos y sustituirlos por eléctricos puede generar una mejora sensible en los niveles de contaminación. Si añadimos a esta decisión la descarbonización del transporte público en general -taxis y autobuses- y la de los vehículos de reparto, el aire en las ciudades mejoraría sensiblemente.

Es el momento de plantearse estas cuestiones: la oferta de vehículos eléctricos es ya razonablemente elevada y variada, su uso para el transporte de viajeros en las ciudades no plantea problemas de ningún tipo (como de hecho ya llevamos tiempo viendo en el caso de algunas compañías que han comenzado esa transición por iniciativa propia), y la descarbonización es la opción lógica a poner en práctica, lo antes posible. Las ciudades que no lo hagan verán, seguramente, un trasvase hacia ellas de los vehículos que ya no puedan trabajar en las ciudades más avanzadas, con todo lo que ello conlleva. Para las compañías de transporte de viajeros con conductor, el problema puede ser cómo conseguir vehículos eléctricos de la gama que precisan y a la velocidad adecuada, lo que implica que esa transición tiene que ser preparada con el tiempo suficiente.

Es el momento de los alcaldes proactivos.

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