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«Hidrógeno azul», la última gran mentira de las petroleras

IMAGE: Akitada31 - Pixabay (CC0)

Un estudio publicado en Energy Science & Engineering por dos importantes científicos climáticos, Robert Howarth y Mark Jacobson termina con el mito del llamado «hidrógeno azul» y prueba su verdadera naturaleza: una mentira más de la industria del petróleo y sus derivados.

Durante años, la industria ha estado inflando la mentira de su supuesta sostenibilidad en la producción de hidrógenos como producto derivado para obtener con ello miles de millones en subsidios, con toda una serie de compañías alrededor como Toyota, que intenta ralentizar por todos los medios la transición a la electrificación y pone a su presidente a conducir un vehículo en un circuito para promover el hidrógeno, calentando el tema para así intentar arañar beneficios de una transición más lenta.

¿La realidad? Completamente clara y contundente: el «hidrógeno azul» genera, a lo largo de su ciclo de producción, más emisiones dañinas para el clima que cualquier otro combustible, incluido el carbón. La razón, de nuevo, son las flagrantes mentiras de la industria del petróleo: asumiendo tasas de fuga de metano del 1.54%, del 2.54% y del 4.3%, basadas en su investigación y en estimaciones de la EPA, se prueba que la producción de hidrógeno azul genera más equivalentes de gases de efecto invernadero que simplemente quemar gas natural. De hecho, con una tasa de fuga del 3.5%, en absoluto inusual en explotaciones de ese tipo, la producción de hidrógeno azul es todavía peor para el clima que la quema de carbón, el combustible más dañino.

El problema está en las emisiones combinadas de dióxido de carbono y metano, que son mayores para el hidrógeno gris y el hidrógeno azul – se traten o no con procedimientos para la captura de carbono) que para cualquiera de los combustibles fósiles conocidos. En este sentido, la adopción de instalaciones de captura de dióxido de carbono por parte de la industria del petróleo no ha sido más que una auténtica maniobra de distracción, para dirigir la atención al dióxido de carbono mientras el más claro culpable del efecto sobre el clima, el metano, permanecían inalteradas.

Las conclusiones son claras: el hidrógeno azul nunca debería ser considerado como una alternativa a nada, porque su uso es todavía más perjudicial. Lo cual, considerando que hasta el 96% del hidrógeno producido en la actualidad, según la Agencia Internacional de la Energía, se obtiene a partir de combustibles fósiles, sitúa al hidrógeno como lo que verdaderamente es: una mentira que la industria del petróleo utiliza para ganar tiempo y seguir justificando la extracción de petróleo y gas del suelo.

La gran verdad es que el único hidrógeno aceptable es el que procede de la electrólisis del agua mediante energías renovables, y en este momento, esos procesos son minoritarios. Podemos justificarlo como queramos, pero la idea del hidrógeno está aún lejos de ser una alternativa razonable, y se usa mucho más como una torpe excusa inventada por un lobby para intentar detener en la medida de lo posible el avance del vehículo eléctrico. Y como siempre, justifica la necesidad de poner absolutamente TODO lo que diga la industria del petróleo y el gas, sin duda la más dañina de la historia, en cuarentena.


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