algorithmcreativitydeepfakesGeneralillustrationsOpenAI

Las interesantes implicaciones de lo sintético

IMAGE: DALL·E 2

Esa imagen que ves de un astronauta relajándose en un spa tropical no es una fotografía. Pero tampoco es un dibujo, o al menos, no ha sido dibujada por ninguna persona en concreto. En realidad, la imagen proviene de DALL·E 2, un algoritmo recién presentado por OpenAI que es capaz de crear imágenes de todo tipo, en distintos estilos, a partir de una descripción en lenguaje natural.

Sencillamente, le describes lo que quieres, «un pato con bufanda nadando en un bol de sopa», le defines el estilo – fotorrealista, pixel art, de los ’70, steampunk, dibujo a lápiz, etc. – y el algoritmo te lo genera con sorprendente precisión, y hasta te propone diferentes alternativas.

Es otra dimensión, pero con el mismo procedimiento, que los textos que simulan redacción humana de todo tipo generados por GPT-3 o las imágenes de personas sintéticas que cada vez se utilizan más para todo tipo de usos sin necesidad de contar con un modelo profesional: ¿quieres un artículo sobre un tema determinado, o una imagen de una persona sonriente para ilustrar un anuncio? No lo escribas ni busques un modelo: pon a un algoritmo a generarlo. ¿Quieres un cuadro? Descríbelo y pídeselo a Ai-Da. ¿Un vídeo musical?

Con DALL·E 2, cuyo nombre es una mezcla del famoso robot de Pixar con el apellido de Salvador Dalí, la cuestión se extiende a las ilustraciones, y me puedo imaginar tranquilamente todas las mañanas, cuando me toca escoger una imagen para ilustrar mi artículo diario, describiendo esa ilustración ideal a un algoritmo en lugar de buscándola entre interminables librerías libres de derechos.

Related Articles

La cuestión, no obstante, es interesante: ¿a quién pertenece la obra creada por un algoritmo? Cuando utilizo una imagen de una librería, trato de atribuirla a su autor, y acepto sus condiciones para su difusión. Cuando soy yo quien describe la imagen que quiero, y el algoritmo simplemente la construye considerando mi descripción y utilizando para ello infinidad de otras imágenes convenientemente etiquetadas, ¿a quién corresponde la autoría? Cuando utilizo la cara sintética de un modelo para un anuncio, ¿qué tipo de derechos genera, si realmente no es una persona que exista como tal? ¿Y si se parece mucho a mí, pero no soy yo?

Obviamente, la cuestión de los derechos de autor y el copyright es la que menos importante me resulta: no veo la necesidad de crear un sistema para que toda creación genere necesariamente unos royalties para alguien en función de algún tipo de mecanismo, y es más, creo firmemente que los conceptos de derechos de autor y copyright son algunos de los más brutalmente retorcidos y abusados de la historia. Pero conceptualmente, la cuestión tiene, indudablemente, su miga.

Mi caso es claro: carezco de las habilidades necesarias para dibujar ni siquiera un mono aunque esté detrás de un árbol, pero ahora puedo describir el dibujo que quiero con bastante exactitud, y mediante una herramienta algorítmica, obtenerlo en un instante. Estoy pasando de utilizar un lápiz o un pincel a utilizar un algoritmo, pero… ¿estoy siendo creativo? ¿El hecho de «conceptualizar» o «imaginar» la ilustración me confiere algún tipo de «autoría» sobre ella, o algún papel en su creación?

Las creaciones sintéticas ponen a la humanidad en una auténtica encrucijada. No tanto por la posibilidad de generar vídeos creíbles de políticos diciendo cosas completamente falsas que en la práctica, terminan siendo utilizadas para degradar a mujeres creando fantasías pornográficas, sino por la posibilidad de que dejemos de necesitar desde modelos, hasta actores, pasando por ilustradores, pintores, fotógrafos, escritores o todo tipo de profesiones creativas entendidas de manera amplia. Dale al algoritmo correspondiente la descripción de lo que necesitas, y el algoritmo te lo hará, sea un texto, una foto de la cara de una persona, una ilustración, o lo que sea.

Llevada al extremo, por supuesto, la disquisición resulta completamente absurda: lo que permite a un algoritmo crear lo que crea no es ni más ni menos que el conjunto de datos etiquetados que utiliza como ejemplo en su proceso de aprendizaje, lo que haría que si todos pasásemos a utilizar algoritmos para la creación de lo que sea, esas creaciones terminasen basándose todas en el mismo conjunto de datos y, por tanto, resultando en un empobrecimiento a nivel global.

Los algoritmos no crean desde cero, y en cierto sentido, son la mejor personalización de esa idea de «apoyarse en los hombros de gigantes», porque toman un montón de creaciones anteriores y las utilizan para sintetizar una nueva. Pero pensar que la creación del algoritmo debe pertenecer a alguien, aunque sea al creador del algoritmo, es ilusorio o artificial, porque lo más probable es que el creador del algoritmo no posea todos los datos que éste ha utilizado para sintetizar su creación. Y plantearse hacer ingeniería inversa del algoritmo para saber qué creaciones originales ha utilizado y en qué porcentajes, aunque técnicamente posible, tendría mucho de absurdo.

Utilizar algoritmos para todo, por tanto, sería básicamente insostenible en términos de creación artística. Pero más allá de eso, no cabe duda que arrastra implicaciones muy potentes, y que podrían llevar a una remodelación bastante radical de muchas de las cosas que hacemos habitualmente. O… de las que muchos dejan de hacer.

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Check Also
Close
Back to top button