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Pandemias, virus y variantes…

IMAGE: Prawny - Pixabay

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «¿El fin de la pandemia?» (pdf), e intenta contextualizar la situación actual de una pandemia de ya más de dos años, que parece querer dejarnos ver luz al final del túnel y permitirnos ir eliminando progresivamente todas las restricciones, pero en la que, por la natural prudencia asociada con el comportamiento de un microorganismo como el SARS-CoV-2, deberíamos seguir considerando cualquier posible hipótesis.

A la hora de entender el funcionamiento de una pandemia vírica, es importante entender lo que supone tratar con un virus y con sus posibles variantes. Es fundamental entender que un virus, como cualquier otro organismo, tiene la posibilidad de sufrir mutaciones en cada uno de sus ciclos reproductivos, y que esas mutaciones se producen completamente al azar.

De todas las mutaciones que se producen, la gran mayoría o bien no generan efecto alguno, o convierten al organismo en inviable. Algunas, sin embargo, pueden afectar a sus características, y si ello – de nuevo, por simple casualidad – da lugar a una diferencia que permita al organismo adaptarse mejor a su entorno, puede, a lo largo del tiempo, convertirse en una variante seleccionada o mayoritaria.

En el caso de un virus como este, las características que tenemos que tener en cuenta son fundamentalmente tres: la transmisibilidad, la mortalidad, y la resistencia a las vacunas. A lo largo de las sucesivas variantes, hemos podido ir comprobando cómo esas características nos afectaban: Delta, por ejemplo, era un escenario muy malo, porque era más transmisible que la variante original (de ahí que se convirtiese rápidamente en predominante) pero mantenía su mortalidad. Afortunadamente, su resistencia frente las vacunas que ya teníamos era baja, lo que permitió que la progresiva generalización de las campañas de vacunación pusiese coto a su expansión. La siguiente variante, Omicron, tenía una transmisibilidad mucho mayor, su mortalidad era mucho más baja, y su resistencia a las vacunas era más elevada.

Considerando las posibles combinaciones de los factores citados, lo difícil es saber con qué escenario nos vamos a encontrar en el futuro: el fin de la pandemia y su paso a situación de enfermedad endémica, o la aparición de alguna otra variante, sea Rho, Tau u Omega, que genere nuevas olas, o que nos obligue a desarrollar nuevas vacunas si resulta ser resistente a las anteriores. Además, es importante tener en cuenta los efectos del llamado Covid persistente, y las posibles complicaciones de salud a largo plazo que puedan resultar del hecho de haber pasado la enfermedad.

¿El final de la pandemia? Esperemos que sea así, que no en vano titulé mi sección en Invertia cuando empecé a escribir allí en abril del 2020 como «Después de la pandemia». Pero no descartemos otros posibles escenarios, nuevas variantes e incluso sucesivas olas. Todo depende de las mutaciones que experimente el virus, algo que a su vez depende del número de personas en los que se siga desarrollando la enfermedad… y del azar.

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