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¿Qué pasa cuando los audífonos pasan a ser de venta totalmente libre?

IMAGE: Kalhh - Pixabay

A principios del verano, la FDA norteamericana desreguló la venta de dispositivos de ayuda a la audición para que pudiesen ser vendidos de manera completamente libre y sin prescripción. Anteriormente, el mercado de los dispositivos de ayuda a la audición contaba con una diversidad muy escasa: pocas marcas, muy especializadas, que fabricaban dispositivos prácticamente a medida y que, en general, los vendían a precios muy elevados a través de canales especializados, en donde era preciso un examen médico y una prescripción para obtenerlos.

Por lo general, el comprador de este tipo de dispositivos pasaba por un período de adaptación, y aún así, experimentaba importantes dificultades relacionadas con su uso: el gran elefante en la habitación era la gran cantidad de personas que, tras hacer frente a la adquisición de los dispositivos, terminaba no utilizándolos de forma habitual debido a diversas molestias derivadas de la falta de adaptación a los mismos.

La venta libre de los dispositivos establece todo un nuevo campo de juego, en el que veremos marcas de electrónica de consumo y de todo tipo comercializando dispositivos en todas las gamas de precio, que los usuarios podrán simplemente comprar y evaluar ellos mismos. Desde hoy, los norteamericanos pueden simplemente ir a un Walmart, Walgreens, CVS o Best Buy, y salir de allí con unos audífonos de diversas marcas, con precios que oscilan entre los doscientos y los mil dólares, cuando antes solían moverse entre los $4,500 ó $5,500 por par.

¿Cómo afecta a un mercado como este una desregulación que elimina una barrera de entrada importante al acceso a la tecnología? ¿Qué podemos esperar en el futuro? Antes, un usuario que creía estar teniendo problemas de audición se hacía una audiometría, consultaba con un médico o un profesional especializado, obtenía los dispositivos recomendados, y se encontraba con una barrera de entrada importante en su adaptación, que en muchos casos no llegaba a ser adecuada y redundaba en un ratio elevado de abandono del uso de los dispositivos. Ahora, puede obtener esos dispositivos de manera mucho más sencilla, probarlos por su propia cuenta y riesgo – desde hace ya cierto tiempo, la mayor parte de esos dispositivos han pasado a ser controlados mediante una app de uso relativamente sencillo desde un smartphone – y decidir si quiere utilizarlos o no.

Por un lado, la compra y la adaptación pasa a ser casi estrictamente individual, algo que puede tener cierto efecto sobre la decisión de seguir utilizándolos o no. Por otro, la menor sensación de riesgo derivada de un precio menor puede llevar a considerarlos un producto de electrónica de consumo más, que se deja de lado si los resultados no son satisfactorios. Desde el lado del usuario, más libertad, menores barreras y más responsabilidad personal. Desde la óptica de los fabricantes, más competencia, y por tanto, una evolución seguramente más dinámica, en un entorno en el que la miniaturización, la sensorización y las prestaciones han evolucionado muchísimo a lo largo de los últimos años.

¿Veremos extenderse a otros países desregulaciones similares a las de la FDA en los Estados Unidos? ¿Cómo cambiará el mercado, tanto de cara a los fabricantes como a los usuarios? ¿Qué efectos tendrá, en un mercado tecnológico, una caída de barreras de entrada como esta?

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