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¿Realmente tienes que imprimir?

IMAGE: Epson L365

Epson se une a la lista de fabricantes de impresoras que han sucumbido a la tentación de tratar a sus usuarios como si fueran imbéciles y engañarlos mediante técnicas fraudulentas de obsolescencia programada para que jubilen sus impresoras antes de tiempo, un modelo de estafa recurrente sobre el que hablé por primera vez allá por el año 2008 y más tarde, en el 2016.

En este caso, varios usuarios descubrieron que sus impresoras estaban programadas para dejar de funcionar tras un cierto nivel de uso, generando mensajes de error, negándose a imprimir y, en último término, obligando a su reemplazo. El fraude, documentado por Fight to Repair, consiste en un mensaje de error informando de que «una pieza dentro de su impresora está al final de su vida útil. Se requiere servicio», referido a las esponjas que acumulan los restos de tinta, un componente que puede ser fácilmente reemplazado incluso por el propio usuario, pero que, además, no representaba por lo general problema alguno, y simplemente tenía programado un cierto número de ciclos de uso. La compañía ofrece un arreglo temporal que funciona durante un período de tiempo corto, pero recomienda llevar la impresora al servicio técnico y, probablemente, cambiarla dado que «cuando aparece este mensaje, los otros componentes de la impresora también pueden estar cerca del final de su vida útil».

El negocio de los fabricantes de impresoras hace mucho tiempo que se convirtió en un auténtico desastre consistente en engañar a los usuarios «innovando» mediante esquemas que van desde la obsolescencia programada, hasta poner precios absurdos a los cartuchos de tinta como si contuvieran sangre de unicornio, o incluso generar falsos mensajes de «cartucho vacío» cuando aún queda tinta en ellos. Un negocio en absoluta decadencia, que hace mucho tiempo que decidió que la ética era simplemente algo accesorio de lo que se podía prescindir.

IMAGE: E. Dans

En la práctica, de lo que debemos prescindir es de las impresoras. Yo tomé esa decisión en el año 2012, y no he tenido ningún problema. Ocasionalmente, si por alguna razón – generalmente burocrática. – necesitamos imprimir algo, simplemente nos acercamos a una tienda cercana y pagamos por ello, y dado el escaso número de ocasiones que nos vemos obligados a hacerlo, el beneficio es más que evidente. Los últimos años de tener impresora en casa eran un drama: se utilizaba ya tan poco, que prácticamente cada vez que pretendíamos imprimir algo, el cartucho afirmaba estar seco.

En mi trabajo en IE University, hace mucho tiempo que el papel se convirtió en algo prácticamente anacrónico. Su consumo lleva disminuyendo de manera muy pronunciada desde hace bastantes años, y desde la pandemia, de hecho, se tomó la decisión de retirar incluso las impresoras y fotocopiadoras que quedaban en los pasillos para uso de los alumnos, que fueron sustituidas con maceteros con plantas, y la cuestión no generó prácticamente protesta alguna.

¿Realmente necesitas imprimir algo? Si es así, ¿tienes la posibilidad de presionar para que ese uso de papel sea sustituido por medios electrónicos? En una era en la que incluso las facturas que se enviaban a los hogares han desaparecido, ¿qué nos obliga a mantener un dispositivo no solo caro en su adquisición y en su mantenimiento, sino que además fabricado por compañías que intentan engañarnos constantemente para que incrementemos el gasto de manera absolutamente superflua?

El caso de Epson revela una de esas prácticas que esperemos terminen siendo declaradas como ilegales, pero que simplemente se han convertido en un indicador interesante: la impresora se está convirtiendo en algo tan innecesario, que las compañías que las fabrican intentan técnicas desleales para extraer desesperadamente algunos ingresos adicionales engañando a sus usuarios. Cuando tu negocio se convierte en eso, ya sabes lo que te queda…

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