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Sobre la tasa Google

IMAGE: Google tax

Mario Moreno, Coordinador Editorial de ComputerWorld, me llamó hace algunos días para pedirme mi opinión sobre la implantación en España de la llamada «tasa Google«, y hoy lo publica junto con la opinión de Miguel Sebastián y de las principales patronales tecnológicas del país bajo el título «Adelantarse a Europa en la ‘Tasa Google’ penaliza a España frente al resto de países» (pdf).

Mantengo la opinión que he mantenido en todo momento sobre este tema: las agresivas prácticas de optimización fiscal puestas en práctica por muchas compañías multinacionales – Google no está sola en esto, y en absoluto se trata de esquemas exclusivos de empresas tecnológicas, sino de cualquier multinacional que se encuentre en situación de hacerlo – deben sin duda ser limitadas, pero no son ilegales. Por tanto, lo que hay que buscar son medidas de consenso al mayor nivel posible, como mínimo europeo pero idealmente mundial, que dificulten ese tipo de prácticas y las conviertan en ilegales. Todo lo que un país lleve a cabo de manera unilateral irá directamente en perjuicio de su propio mercado, ya que se convertirá en un fuerte desincentivo a la hora de plantear inversiones en él.

Que España necesite ingresos como sea no debería llevar a la precipitación y a medidas unilaterales. Hacer las cosas bien implica participar en las comisiones que, a múltiples niveles, se dedican a buscar una solución real y razonable al problema. Todo en este invento es arbitrario: el límite de facturación mundial (750 millones de euros), la facturación en el país (tres millones de euros) y la tasa aplicada (3%), lo que implica, por ejemplo, que compañías que operan en el país pero no generan beneficios con su actividad, algo común cuando estás entrando en un mercado y estás aún en pérdidas, se vean penalizadas.

Las técnicas de optimización fiscal son simplemente el resultado de un sistema en el que un conjunto de estados con soberanía sobre su fiscalidad que actúan exclusivamente en función de sus intereses particulares, aunque ello conlleve convertirse en paraíso fiscal o posibilitar maniobras de evasión a cambio de atraer determinados fondos o inversiones. La única manera de luchar contra ello debería ser mediante acciones coordinadas multilaterales. Lo demás, son excusas recaudatorias, estrategias cortoplacistas y llenas de agujeros, que desgraciadamente, suelen terminan teniendo un precio.


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