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Sobre las sanciones a Rusia

IMAGE: Mabel Amber - Pixabay (CC0)

Mientras la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso continúa, sorprende la exasperante tibieza de las sanciones de un mundo que on es siquiera capaz de ponerse de acuerdo para excluir al país del sistema de transacciones financieras SWIFT, o de eliminar los numerosos canales de desinformación que Putin ha construido a lo largo de los años.

A día de hoy, las embajadas rusas en todo el mundo permanecen sin más molestias que una ocasional manifestación a sus puertas, cuando lo que tendría que haber ocurrido es que todas ellas fuesen inmediatamente clausuradas y los diplomáticos rusos y sus familias enviados de vuelta a su país. Las aerolíneas rusas siguen pudiendo volar libremente por casi todo el mundo salvo el Reino Unido, los barcos rusos siguen navegando tranquilamente salvo excepciones, y todo apunta a una tibieza insoportable. Occidente, aparentemente, está más preocupada por mantener los flujos de dinero negro de los oligarcas rusos que por lo que pasa en Ucrania.

La suspensión de las exportaciones de productos tecnológicos a Rusia no es siquiera total, las sanciones deportivas no impiden que los equipos y deportistas rusos puedan seguir compitiendo en el panorama internacional, y así sucesivamente. En un mundo hiperconectado en el que Rusia ha sido, sin duda ninguna, el país que peor se ha comportado históricamente y que supone, ahora más, una amenaza para todos, la impresión que surge es que es Rusia quien tiene la sartén por el mango.

En este momento, aunque parezca increíble, es Rusia quien presiona amenazando con censurar a las multinacionales tecnológicas, en lugar de ser presionada por estas mediante la suspensión del acceso desde su territorio. Las peticiones de Ucrania a Apple para que suspenda su tienda de aplicaciones en Rusia no han tenido ningún efecto, y la decisión de Meta de bloquear la monetización de los canales de información rusos vinculados al Kremlin se ha dado más en reacción a una amenaza y un bloqueo de la propia Rusia que por una iniciativa de la red social norteamericana.

Por el momento, son muy pocas las compañías que han tomado decisiones drásticas: Wise, por ejemplo, ha bloqueado las transferencias de dinero hacia Rusia, y PornHub ha bloqueado los accesos a su contenido desde el país y saludado a los que intentaban acceder a ellos con un mensaje de apoyo a Ucrania sobre una bandera ucraniana. Por lo demás, los países europeos se dedican a echar cuentas sobre el precio de la energía cuando el acceso al gas y al petróleo ruso se interrumpa, y poco más. Eso sí… los hemos echado de Eurovisión.

Rusia, en realidad, lleva años preparándose para un bloqueo. Pero eso no quiere decir que no debamos hacer todo lo posible por aislarla completamente, porque eso tiene una fuerte incidencia en la insatisfacción de su población, y hace crecer las reacciones contra su megalómano gobernante, además de dificultar sus iniciativas de ciberguerra. En plena desesperación, y mientras el país es objeto de ciberataques desde Rusia y desde su cómplice Bielorrusia, Ucrania ha hecho un llamamiento a hackers de todo el mundo para que la ayuden a defenderse.

Mientras no haya una voluntad política real de aislar a Rusia completamente, algo que de verdad podría tener efectos en un mundo interconectado, Rusia seguirá pudiendo hacer lo que le dé la gana, amenazando a otros países y comportándose como el matón de patio de colegio que es.

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