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Rusia y la fuga de talento

Eximir del servicio militar y dar mejores hipotecas... todo vale para evitar la fuga de talento de Rusia - Cinco Días

Marimar Jiménez, de Cinco Días, me envió un mensaje para ver mis impresiones sobre el tema de la fuga de talento en Rusia a raíz de la invasión de Ucrania y del bloqueo económico al que el país está siendo sometido, y ayer publicó su artículo titulado «Eximir del servicio militar y dar mejores hipotecas… todo vale para evitar la fuga de talento de Rusia» (pdf) en el que me cita.

La fuga de talento de Rusia es una constante desde hace mucho tiempo y ha sido documentada de manera profusa, pero se ha intensificado de manera muy notoria desde la llegada de Vladimir Putin al poder, que tiende a apelar a un nacionalismo populista y vacío de contenido, y que no sintoniza especialmente bien con las clases medias bien educadas que tienden a salir del país buscando mejores oportunidades.

El sistema de educación ruso ha sido tradicionalmente de buena calidad y especialmente en lo relacionado con las áreas cuantitativas y de tecnología. Sin embargo, el país ofrece cada vez menos oportunidades de desarrollo para ese talento, y su fuga lleva tiempo definiéndose como uno de los principales problemas para su economía, ahora claramente intensificado a causa de las sanciones internacionales.

La industria tecnológica rusa está experimentando una dificultad cada vez mayor para atraer y retener trabajadores cualificados, y más aún en un momento en el que sus conexiones con el exterior se ven interrumpidas. Compañías especialmente significativas como Yandex, especialmente cercanas a Vladimir Putin, están en crisis, han perdido una gran parte de su valor, se ven expuestas a sanciones y podrían tener problemas de liquidez. Al tiempo, muchos trabajadores rusos que utilizaban plataformas de servicios han perdido su trabajo, incluidos creadores de contenidos en Twitch y otras plataformas. Entre los rusos de la diáspora en otros países, alejados del campo de distorsión que supone la exposición a los medios rusos, el diagnóstico es claro y contundente: la culpa es exclusivamente de Vladimir Putin, y solo puede seguir creciendo mientras la situación no cambie de manera drástica.

A continuación, el texto completo que intercambié con Marimar:

La fuga de cerebros en Rusia no es un problema nuevo: desde la llegada al poder de Vladimir Putin en 1999, y con especial intensidad desde su vuelta a la presidencia en 2012, entre 1.6 y dos millones de personas han salido del país con destino a las democracias occidentales. Un drenaje de talento que afecta especialmente a trabajadores académicos, financieros y tecnológicos producto de un sistema educativo que durante generaciones ha preparado especialmente bien a sus estudiantes en áreas tecnológicas y cuantitativas, y que para muchos expertos ya era uno de los mayores problemas que afectaban a la economía rusa.

Tras la salvaje invasión de Ucrania, el problema solo puede recrudecerse, porque la población con mayor acceso a formación y educación de Rusia es la que más siente y la que más conciencia tiene de la interrupción de todos los servicios y la información procedente del extranjero como consecuencia de las sanciones internacionales.

Con un rublo fuertemente devaluado, una economía en fortísima recesión, las libertades individuales fuertemente restringidas y un panorama de durísimo aislamiento internacional, la propuesta de valor de un trabajador ruso para quedarse en su país es, lógicamente, cada vez menor.

A diferencia de China, en donde el aislamiento ha sido utilizado para alimentar toda una serie de empresas que, a modo de «campeones locales», se han aprovechado de la copia de ideas occidentales, del tamaño del mercado interno y de la exclusión de competidores de fuera del país, Rusia tiene un problema de falta de alternativas internas más allá de unas pocas compañías como VK o Yandex, que una perspectiva autárquica solo puede empeorar.

En China, la población acepta el control del gobierno porque a cambio han obtenido un progreso económico enorme, pero en Rusia es al revés, porque lo que han obtenido es una economía cada vez más empobrecida. En Rusia, el control de la información puede mantener en la ignorancia – y en el país – a las clases más modestas, pero no a las clases medias más educadas y con más aspiraciones económicas.

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