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La irresponsabilidad de demorar la necesaria transformación de las ciudades

IMAGE: 政徳 吉田 - Pixabay (CC0)

Mi columna de hoy en Invertia se titula «Ciudades y agendas verdes» (pdf), y habla de hasta qué punto la mayoría de los políticos deciden, ante la ausencia de presión del electorado, ignorar la absolutamente necesaria reconversión de las ciudades para reducir sus niveles de contaminación y luchar contra la emergencia climática.

Las elecciones a la Comunidad de Madrid que culminaron anoche con una victoria aplastante del Partido Popular son un claro reflejo de ello: prácticamente ninguno de los partidos que se presentaban llevaba en su programa una agenda de descarbonización mínimamente ambiciosa o creíble. La razón es clara: son los propios votantes los que no demandan este tipo de medidas.

El coste de este retraso es evidente: en ciudades como Londres, por ejemplo, la presión ejercida por la administración demandando la descarbonización del transporte en 2025, con el cierre de numerosas zonas al tráfico de vehículos de combustión y la sustitución obligatoria de sus icónicos autobuses y taxis por vehículos eléctricos, ha obligado a Uber a buscar una alianza con un fabricante británico de vehículos eléctricos, Arrival, para el desarrollo de soluciones para su flota, con el fin de evitar la posibilidad de quedarse fuera de algunas de las zonas más rentables de la ciudad. Es precisamente la presencia de esas restricciones la que lleva a Uber a ponerse la fecha de 2025 para Londres, mientras que mantiene la de 2030 para otras ciudades norteamericanas y europeas, y la de 2040 para otros países. Además, Uber ofrece ya el uso de vehículos eléctricos para aquellos usuarios que lo prefieran, ayuda a la compra y financiación de vehículos eléctricos para los conductores de su flota, y reduce sus comisiones a los que ya poseen vehículos eléctricos.

El caso de Uber es tan solo una muestra de la necesidad de plantear esas fechas límite para la descarbonización, y de hacerlo de manera convincente. La reciente pandemia nos demostró cómo de limpias podían estar nuestras ciudades simplemente reduciendo la intensidad del tráfico, y cómo es de importante replantear el transporte en ellas. Si seguimos sin prestar atención a este tipo de elementos fundamentales de cara al futuro, pronto las ciudades se diferenciarán entre aquellas en las que se puede vivir frente a aquellas que envenenan a sus habitantes. O exigimos a nuestros políticos planteamientos serios de cara al establecimiento de una agenda verde creíble, o tendremos problemas muy serios.


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