5genergyenergy efficiencyGeneraltelecomtelecom operatorstelecommunications

El debate sobre 5G y sostenibilidad

IMAGE: Developing Telecoms

James Barton, de Developing Telecoms, me pidió una introducción de diez minutos para una mesa redonda sobre 5G y la sostenibilidad en la que participaron también Emanuel Kolta (GSMA Intelligence), Luis Neves (GeSI) y Caroline Gabriel (Analysys Mason). Ayer, James, que moderó la mesa redonda, publicó un artículo titulado «More innovation needed to increase 5G sustainability« (pdf), en el que recoge muchas de las ideas que traté de aportar al debate.

Comencé mi presentación acotando el debate, dejando claro que debatir a estas alturas sobre la realidad de la emergencia climática cuando existe un acuerdo total entre todos los científicos e informes recientes sobre el tema era completamente absurdo y estéril, y que si bien la lucha contra la pandemia era en este momento el foco de atención, la emergencia climática es un desafío más grande, más importante y a más largo plazo para la humanidad en general y para la industria de las telecomunicaciones en particular. 

La llegada de 5G tiene un impacto doble: para la industria de las telecomunicaciones, el uso de ondas milimétricas que pueden transmitirse únicamente en distancias comparativamente cortas implica que las estaciones celulares pequeñas, del tamaño aproximado de una maleta, deberán colocarse a unos 250 metros de distancia en tejados, postes telefónicos, árboles y farolas, para poder garantizar una cobertura completa fundamentalmente en las ciudades. Lógicamente, cuando se despliegan células más pequeñas, el consumo total de energía de la red aumenta.

Sin embargo, la conclusión no es tan sencilla, dado que el consumo de energía en una célula pequeña es sensiblemente menor que en una celda convencional: las grandes antenas masivas con múltiples entradas y salidas (MIMO) tienen muchos más componentes de hardware en cada estación base. De nuevo, esto aumenta el consumo total de energía de las estaciones base 5G en comparación con 4G – y hay que tener en cuenta que la mayoría de operadores despliegan 5G encima de sus actuales instalaciones de 4G, 3G e incluso 2G). Pero a medida que se desarrolla esa tecnología MIMO masiva, su eficiencia energética también mejora, y la multiplexación espacial también reduce el consumo de energía al dividirlo entre más usuarios. Además, 5G permite el uso del sleep mode, conocido como ultra-lean design, que permite poner las estaciones base en un «modo de suspensión» cuando no hay usuarios activos, y que también incide en un consumo menor.

El efecto final del despliegue de 5G sobre el consumo de las redes de telecomunicaciones no está aún claro, y hay debate entre dos escuelas de pensamiento diferentes: por un lado, proveedores europeos como Telia, Ericsson o Nokia tienden a pensar que el incremento en el uso de energía se compensará con equipos más eficientes, lo que redundará en que no haya un aumento neto en el uso de energía. Por otro lado, proveedores como Huawei opinan que el consumo de energía disminuirá inicialmente hasta alrededor de 2021, pero que el tráfico de datos 5G (y el despliegue de redes) aumentará, y por tanto el uso de energía. Cifran este aumento en una tasa del 5% anual desde 2022 hasta 2025, un valor que dependerá de los progresos en el desarrollo de tecnologías 5G eficientes: si estas tardan en llegar, podríamos encontrarnos con que el uso global de energía por parte de las redes de telecomunicaciones se incrementase en un 30% adicional (actualmente, el consumo de este tipo de redes se estima en torno al 2% del total). Con estos parámetros, incorporar tecnologías de optimización de la carga de la red para reducir el consumo energético se convierte prácticamente en una necesidad.

Más de 50 operadores de redes móviles han comenzado a divulgar sus emisiones a través del Carbon Disclosure Project (CDP), un organismo internacionalmente reconocido. Este compromiso con la transparencia debería ayudar a que las empresas sigan siendo responsables de reducir su huella de carbono. En 2016, la industria de las telecomunicaciones móviles incrementó su nivel de compromiso y estableció una meta de emisiones netas cero para el año 2050.

Por otro lado, hay que considerar que muchos operadores de redes móviles en todo el mundo están en proceso de vender sus activos de torres y antenas de telecomunicaciones, incluida su infraestructura energética, a estructuras de terceros, y que mientras para un operador de móvil, la energía representa entre el 20% y el 40% de sus costes operativos, para las empresas de servicios energéticos (ESCOs), esos costes de generación y suministro de energía pueden constituir hasta el 60%, de manera que supone un incentivo mucho mayor para su reducción, con posibilidades como incorporar el uso de energías alternativas para reducir la dependencia de la red eléctrica primaria.

Con esta base, debemos plantearnos la alternativa entre un futuro condicionado por la hipótesis del decrecimiento, que me parece muy difícilmente aceptable desde una óptica de dinámica social (y más aún después de la experiencia de la pandemia), y la de invertir en más desarrollo tecnológico e innovación con el fin incrementar la eficiencia, de hacer más con menos.

En el caso de las telecomunicaciones, es completamente evidente que internet se ha convertido en una necesidad básica, que los próximos años vamos a conectar a la red billones de dispositivos, y que queremos una red más grande, mejor y más rápida. Llegados a ese punto, hay que considerar los efectos multiplicadores, la importancia de las telecomunicaciones como vector de mejora de eficiencia en otros sectores y contextos: la energía, la sanidad, la industria, el transporte, la logística, el sector público o las ciudades inteligentes demandan redes de telecomunicaciones eficientes para poder alcanzar una mayor coordinación y eficiencia energética. Ese papel multiplicador de las telecomunicaciones justifica, de por sí, que las propias redes puedan consumir algo más, sobre todo si, además, ese incremento de su consumo se puede llevar a cabo mediante fuentes sostenibles.

En la práctica, estamos repitiendo cosas que ya hemos vivido anteriormente con cuestiones como, por ejemplo, la eficiencia energética de los data centers: hace años, la discusión era el consumo de los data centers, dado que no había muchos, pero más de la mitad de la energía que se les suministraba se destinaba a tareas, como el control de la temperatura, que no se traducían en más rendimiento. Ahora tenemos muchísimos más data centers y su consumo global de energía se ha incrementado, pero por un lado, su eficiencia ha mejorado muchísimo gracias a una mayor innovación y al uso de machine learning, y por otro, ahora usan mayoritariamente energía procedente de fuentes sostenibles.

Ese mismo tipo de procesos de mejora continua son los que resultan fundamentales de cara a la optimización de las redes de telecomunicaciones: en el futuro, las redes generarán un mayor consumo, pero ese mayor consumo será el precio que pagamos para obtener mucha más eficiencia energética en muchos otros sectores con mayor influencia en el consumo global, y además, los componentes de la red serán individualmente más eficientes y se abastecerán mayoritariamente mediante energías renovables. Ese es el tipo de innovación que es fundamental perseguir, y con el que hay que sensibilizar a operadores móviles, a proveedores de infraestructura, y a la industria en general.


Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button