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Sobre Elon Musk, en El País

IMAGE: Elon Musk, el visionario al que todos creen - El País

Iker Seisdedos, corresponsal de El País en Washington, me envió un mensaje para hablar sobre Elon Musk, para preparar un artículo que ha salido hoy bajo el título «Elon Musk, el visionario al que todos creen» (pdf).

Mi opinión es la que he manifestado en muchas otras ocasiones: hablamos de un genio capaz de redefinir cualquier tipo de negocio en base a una sola idea: la aplicación de las economías de escala.

Para cualquier persona de las muchas que hicieron dinero en las primeras fases de la revolución de internet, invertir una parte muy significativa de sus ganancias en una compañía aeroespacial habría sido una auténtica locura, una prueba diagnóstica de megalomanía rayana en la demencia. Sin embargo, Musk tenía otra idea: si conseguía que sus cohetes retornasen y fuesen reutilizados, podría reducir progresivamente los costes de un lanzamiento hasta que fuesen mucho más bajos que los del resto de su industria, y eso le permitiría ganar contratos con el gobierno y lograr una enorme ampliación de su base de clientes potenciales. Hoy, los lanzamientos espaciales, cada vez más, solo se conciben si se hacen con cohetes reutilizables, el número de lanzamientos ha pasado de ser unos pocos al año a un buen número cada mes, y los lanzamientos de satélites cuestan una fracción de lo que costaban entonces. Todo ello, poniendo en práctica la misma idea central: alcanzar economías de escala.

Cuando encontró su segunda oportunidad para revolucionar una industria, de la mano de una compañía, Tesla, que no fundó pero a la que sí pudo imponer sus principios, se implicó hasta el fondo porque le pareció que podía ser una buena oportunidad de cambiar el mundo favoreciendo el crecimiento de los hasta entonces puramente marginales vehículos eléctricos, y porque toda la idea se basaba en dos tecnologías, la de las baterías y la de las placas solares (presentes desde su inicio en los planes de la compañía) que se asentaban en fortísimas economías de escala: cuantas más baterías o más placas solares fabricas, mejores son sus prestaciones y menor su coste de producción. Hoy, el valor de Tesla supera a la suma de todo el resto de su industria, y la compañía juega un papel fundamental en la aceleración de la transición hacia el vehículo eléctrico en todo el mundo. ¿Es la solución a la emergencia climática? No, pero mejora muchísimo la situación actual.

A continuación, el texto completo de las preguntas y respuestas que crucé con Iker:

P. ¿Coincide en la percepción de muchos inversores de que Tesla no es tanto una empresa de automoción como una tecnológica?

R. Es algo que llevo muchos años afirmando categóricamente: interpretar a Tesla como una compañía de automoción supone un enfoque completamente limitado y absurdo. No podemos analizar como compañía de automoción a una empresa cuyas mayores fábricas no son de automóviles, sino de baterías o de placas solares. Es una compañía tecnológica a todos los efectos, que invierte en I-D muchísimo más que las de automoción (Chrysler, GM, Toyota o Ford invierten en I+D entre los $784 del primero y los $1,186 de la última por vehículo, la inversión de Tesla en ese concepto se sitúa en los $2,984, aproximadamente el triple de la compañía tradicional que más invierte), que diseña y fabrica muchos de sus componentes (incluidos sus microprocesadores, lo que le ha permitido no caer en la actual crisis de los chips), y que está entre seis y diez años por delante del resto de compañías de automoción. Es una compañía cuya misión lleva muchos años clara y publicada, y no es vender coches, sino llevar a cabo una transición a un mundo movido por energías limpias.

P. ¿Qué lecciones en términos de innovación se pueden extraer del liderazgo de Elon Musk?

R. Elon Musk es un genio de las economías de escala. Se apalanca siempre en tecnologías cuyo rendimiento mejora exponencialmente con el tiempo: las baterías, las placas solares o los viajes espaciales tienen en común que si consigues fabricarlas bien, cuantas más unidades fabriques, más barato te sale el precio unitario. Los viajes espaciales, la primera aventura de Musk después de salir de PayPal, son un caso claro: si consigues recuperar los cohetes, cada lanzamiento te sale más barato que el anterior, y si además llenas la capacidad lanzando tu propia red de satélites, tus costes no son comparables a los de ningún otro competidor.

P. ¿Ha cambiado su estilo la forma de hacer de Silicon Valley?

R. El estilo de Elon Musk no es ni más ni menos que el sentido común, considerar los problemas como algo que tiene que solucionarse a largo plazo, con una proyección de la evolución del problema a lo largo del tiempo y en función de las economías de escala que pueda conseguir. Aplica economías de escala a todo, incluso a las plantas de fabricación: cada una le sale más barata y la construye más rápido que la anterior. Su estilo es enormemente ambicioso y, obviamente, se apalanca mucho en una comunicación muy personal, polémica y excepcional, pero lo que realmente lo diferencia es su capacidad de hacer cosas, de no considerar ningún problema como imposible.

P. ¿Cuál diría que es el secreto de su éxito?

R. El secreto del éxito de Musk es aplicar las economías de escala en tecnologías muy susceptibles de beneficiarse de ellas. Tanto las baterías, como los automóviles, las placas solares o los lanzamientos de cohetes son enormemente sensibles al número de unidades vendidas, y si lo haces bien, en poco tiempo tendrás una tecnología sensiblemente mejor que la de tus competidores, y será para ti mucho más barata. Aplicar eso requiere pensamiento a largo plazo y un proceso de aprendizaje continuo, algo que las compañías tecnológicas llevan tiempo aplicando, pero que en las industrias en las que Musk ha entrado, era un concepto que no se aplicaba tanto. Musk lo lleva al punto casi de obsesión.

P. ¿Hay una burbuja en torno a Tesla y a los coches eléctricos?

R. No, en absoluto. El sector automoción tiene necesariamente que cambiar su tecnología y abandonar los combustibles fósiles en un plazo corto, cuanto más corto, mejor. En ese contexto, las marcas tradicionales están muy por detrás de Tesla en tecnología (entre seis y diez años por detrás), pero a Tesla no le importa ser copiada, e incluso abre su tecnología para facilitarlo, porque su meta es que esa transición tenga lugar lo antes posible. Por otro lado, la experiencia de tener un vehículo eléctrico no es comparable a la de uno de combustión interna, por alto de gama que sea: te hace sentir que tu último vehículo de combustión interna era algo del siglo pasado. Si lo consideramos en términos de coste total de propiedad, si se tiene un garaje, tener hoy un vehículo eléctrico, que prácticamente no tiene gastos de mantenimiento y que ahorra muchísimo al no necesitar combustible, es la opción con diferencia más lógica.

P. ¿Puede beneficiarse la compañía del paquete de medidas de la Administración de Biden, el Build Back Better Plan?

R. La compañía no planifica recurrir a ayudas de la administración, simplemente las utiliza cuando están disponibles, pero no las introduce en su planificación financiera. De hecho, está criticando de manera bastante radical las políticas de la administración Biden por considerar que están en manos de las compañías automovilísticas tradicionales, y la administración Biden, a cambio, ignora los logros de Tesla y la ningunea en su comunicación. La compañía no necesita medidas gubernamentales para triunfar, tiene una evolución impecable y muy exitosa. Que esté donde está, con un valor muy superior a todo el resto de su industria combinada, no es casualidad, sino el fruto de generar la disrupción en una industria que estaba completamente obsoleta.

P. ¿Ha puesto en riesgo la seguridad de sus coches a base de empujar la tecnología Autopilot?

R. La forma de actuar de Musk es la habitual en las compañías tecnológicas: lanza funcionalidades en beta, y como usuario, sabes que lo están, porque te lo dice claramente y te avisa de que las estás probando. Eso le permite avanzar mucho más rápido, y el número de accidentes hasta el momento es completamente ridículo porque si lo comparamos con el que tienen otros vehículos, está varios órdenes de magnitud por debajo. Autopilot es muy seguro salvo que como usuarios te dediques a hacer el idiota en lugar de utilizarlo como hay que utilizarlo, y la proyección de esa tecnología es impresionante, la ves cambiar y avanzar cada semana, cada vez que tu vehículo se actualiza y encuentras una nueva funcionalidad. Tiene todo el sentido del mundo pedir a tus usuarios que funcionen como beta testers, y la inmensa mayoría de esos usuarios lo hacemos encantados y con un gran sentido de la responsabilidad, del mismo modo que compartimos encantados nuestros datos de conducción con la compañía.

P. ¿Hasta dónde puede llegar Musk en su carrera espacial?

R. Hasta donde se lo proponga. Nunca una compañía espacial tuvo tal enfoque en las economías de escala, hasta el momento solo se preocupaban de lanzar, no de recuperar, y eso permite que los costes de SpaceX no tengan nada que ver con los de sus competidoras y que se haga con todas las ofertas de proyectos de NASA. Si cada lanzamiento es más barato que el anterior, si sigues mejorando tu tecnología y si, además, aprovechas la capacidad ociosa de tus cohetes para montar una empresa de satélites, tienes todas las papeletas para revolucionar el sector y hacerte con una cuota importantísima del futuro.

P. ¿Qué viabilidad inmediata le otorga a su proyecto Neuralink?

R. Neuralink es uno de esos proyectos que surgen de una obsesión de Musk, y que evoluciona como algo al margen de sus condicionantes de rentabilidad. Es un moonshot: un proyecto en el que invertir para intentar conseguir algo que nadie se había planteado, construir la interfaz perfecta entre cerebro y ordenador. Por supuesto, pasará mucho tiempo hasta que las personas decidan introducir electrodos en su cerebro, pero generará una gran cantidad de investigación interesante sobre la forma en que este funciona, que podrán ser utilizadas en otros proyectos.

P. ¿Qué opina de su manejo de las redes sociales?

R. Musk ha conseguido tener muchos más seguidores en su cuenta personal que la suma de todos sus proyectos empresariales, y eso le permite generar tendencias y crear opinión. A partir de ahí hay mucha mitomanía y mucha estupidez, mucho fenómeno fan absurdo, pero que él ha aprendido, con el tiempo y con algunas experiencias dolorosas, a gestionar para mantener sus proyectos en el foco de atención. Y esa capacidad de comunicación, que ningún otro líder empresarial tiene en este momento, es crucial si no aspiras simplemente a ganar dinero, sino literalmente a cambiar el mundo.

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