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La inteligencia artificial como el gran igualador

Hay un pensamiento que llevo rumirando desde que apareció la nueva generación de las inteligencias artificiales “generativas”: estas herramientas favorecen a los de las “ideas”, a los que ayuda a plasmarlas, y restan poder y valor a los ejecutores que dominan la técnica, ahora mucho más accesible. Como decíamos es pronto para dar por cerrada la “era de los hackers” y abrazar la creencia de que con IA se trata de tener la idea y la ejecución se nos dará, pero a la vez cada vez más claro que toca asumir un gran efecto igualador

Son resultados provisionales y están pendientes de revisión, pero dos investigadores del MIT publicaron que ChatGPT, a un grupo de consultores, analistas, managers, técnicos de RRHH, etc. les ayudó a completar tareas un 35% más rápido, con un incremento de calidad, y mejoras aún mayores a los menos productivos. La paradoja es que los menos productivos (¿menos cualificados?) tienen más dificultades para usarla, pero a la vez, son a los que más les aporta. Algo que se podría compensar con formación y con que fluyera el contenido de los prompts utilizados por los más avanzados. El estudio lo comentó también Jorge Galindo en Linkedin.

Hace unas semanas Github presumía también de aumento de productividad gracias a Copilot (su sistema de asistente al programador basado en IA). “Dicen que sus usuarios programan un 55% más rápido. También que en junio de 2022 GitHub Copilot ya generaba el 27 % del código de los desarrolladores pero que ahora están viendo que el promedio es del 46% del código todos los lenguajes de programación, y el 61% entre los desarrolladores que utilizan Java (40% en Python)”, explicábamos en monos estocásticos. Hace unos meses profundizaban en su metodología para medir estos aumentos de productividad.

Como en el caso anterior, va por barrios. Le leí a Chollet que estimaba que a él estos asistentes para la programación le habrían aportado un 5% de productividad. Hubo quien interpretó este apunte como una prueba de que la aportación de la inteligencia artificial a la programación era escasa. Yo lo veo justo al revés, si a alguien de la élite del desarrollo software ya le mejora un 5% (pensemos que en tenis se lo aportase a Rafa Nadal o a Serena Williams), es que es realmente interesante.

Cuando hablo con desarrolladores “juniors”, sus comentarios van en esa dirección. Copilot, ChatGPT… les aportan muchísimo valor y productividad. Casi que no pueden entender ya la programación sin estos asistentes. Cuando ha salido GPT-4 han enseñado la demo de cómo puede convertir un boceto en una servilleta en un sitio web funcional y no puedo evitar pensar que va a ir a más. Y que va a traspasar disciplinas, comparto el vídeo desde ese momento:

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Con las IAs generativas de imágenes, música y vídeo tengo la misma impresión. Se acorta y mucho el trabajo desde la idea hasta la ejecución y veo probable que los aprendices acorten distancia frente a los expermientados. Algo similar apuntaba Daniel Seijo en Linkedin que sumaba un puñado de preguntas laborales, personales y de industria. Hay una adicional que discutimos en un episodio de monos, quién va a capturar más de ese aumento de productividad, si la empresa en forma de beneficios o los trabajadores en mejores sueldos o la tan discutida jornada de cuatro días. Imagino que habrá algo intermedio.

Para concluir la tesis, me crucé la noticia de que Amazon va a contratar sólo perfiles junior de desarrollo software sin experiencia en los próximos meses (memo filtrado por Business Insider). Puede ser una casualidad, son tiempos diferentes para las grandes tecnológicas, con más despidos que contrataciones. O puede que en sus métricas internas empiecen a detectar que se va acortando la diferencia de productividad y de calidad del código generado.

Y sin embargo

En esta gran igualación queda, por supuesto, un gran “pero”, una enmienda a la idea principal. Aunque los generadores de imágenes igualen hasta cierto punto, utilizarlos no te añade saber de composición, exposición fotográfica, interpretación de una escena.

Aunque tengas ChatGPT y Midjourney para crear un libro o un cómic, eso no te suma sentido narrativo ni las claves de los géneros que quieras abordar.

Aunque Copilot te ayude a programar una función o crear algún hack, construir un sistema informático complejo, diseñar como se relacionan sus piezas, mantenerlo y optimizarlo requiere pensar en otros niveles de abstracción.

No se me ocurre disciplina en que no aplique un principio: desde fuera parece que la inteligencia artificial podría sustituir a los que la ejecutan, sólo desde su práctica se entiende bien toda la complejidad y distintos niveles en los que operan los que se dedican a ella. Es por eso que aunque la inteligencia artificial tenga algo de gran igualadora, aunque beneficie más a los de las ideas y menos a los ejecutores, mi visión de su utilidad – al menos en esta generación – es de la una gran asistente que nos mejora en la productividad.

Imagen: Antonio Ortiz con Stable Diffusion

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