fake newsGeneralinformationliesrumorsvaccines

Los tortuosos caminos de la desinformación

IMAGE: memyselfaneye - Pixabay (CC0)

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «Mercenarios de la desinformación» (pdf), y está inspirada por esta historia de la BBC sobre los youtubers que recibieron ofertas para divulgar información falsa sobre vacunas a cambio de dinero y denunciaron el tema públicamente, y por el artículo del New York Times en el que da cuenta de cómo la desinformación se está convirtiendo en una industria que prácticamente cualquiera puede contratar, con supuestas agencias aplicando técnicas ensayadas anteriormente en el marketing y que, además, conozco bastante bien desde varios ángulos, tanto el de investigador (análisis de grafos aplicado a redes sociales) como desde la óptica de la creación regular de contenidos.

He recibido ofertas para publicar información a cambio de dinero en numerosas ocasiones. Por supuesto, ese es un juego al que no he jugado jamás, fundamentalmente porque mi independencia como académico hace que ni me lo plantee, pero sí he visto en varias ocasiones cómo otras páginas e incluso medios conocidos publicaban posteriormente artículos que seguían sospechosamente el mismo argumentario que yo había recibido anteriormente. En marketing (aunque me resista a llamar así a ese tipo de técnicas), ese tipo de métodos se llaman eufemísticamente «gestión de influencers«, y aunque hace años se trataba simplemente de proporcionar información, productos y otro tipo de beneficios etc. al supuesto influencer para tratar de generar en él o ella una actitud positiva hacia el producto o servicio de la compañía, hace tiempo que el esquema se pervirtió y se convirtió simplemente en un «cuánto por un artículo que diga esto», o incluso en un «cuánto por publicar un artículo que te envío yo ya escrito».

Pasar de aquí a un uso más sofisticado de ese tipo de técnicas y a vender campañas de desinformación al mejor postor era simplemente una cuestión de tiempo y de tecnología. La misma tecnología que empezó a utilizarse en política, primero para llegar con el mensaje a segmentos de votantes difíciles de alcanzar mediante otras técnicas, después para introducir técnicas de manipulación alimentadas por noticias y hasta por ejércitos de perfiles falsos simulando un apoyo masivo (astroturfing), y que hemos visto ensayadas primero y puestas en práctica después por determinados gobiernos, ahora se ponen simplemente al servicio de todo aquel que quiera pagarlas, con los motivos y la agenda que estime oportunos.

En muchos casos, personas que conocemos deciden, simplemente porque el tema les suena bien y coincide con sus visiones del mundo, ponerse al servicio de este tipo de causas y dedicarse a difundir sus mensajes entre amigos y conocidos a través de redes sociales, de grupos de mensajería o de conversaciones de café. Son el peor de los casos, porque no hay nadie más tonto que el mercenario que lucha sin cobrar. Pero sí, existen. Puedo dar fe de ello.

La tecnología siempre ha tenido una característica: hace descender rápidamente las barreras de entrada a su uso. Las mismas técnicas de gestión de microinfluencers utilizadas durante años, ahora se aplican a la difusión de campañas de desinformación. Ahora, simplemente, muchos de los que participan en ellas creen que están salvando el mundo y difundiendo ideas que todos sus amigos deberían conocer, cuando en realidad son simplemente el tonto que no cobra. Cuando reenvíes mensajes, plantéate si de verdad sabes lo que estás reenviando, si lo has podido verificar de manera fehaciente dejando al margen tus sesgos personales, y sobre todo, si realmente vale la pena.


This article is also available in English on my Medium page, «Please don’t join the mercenaries of disinformation«


Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button