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Descentralización, apps y futuro

IMAGE: GuerrillaBuzz Crypto PR - Unsplash

Los inminentes cambios en la segunda criptomoneda más importante, Ethereum, para aligerar su estructura transaccional y ganar en eficiencia y agilidad, están generando atención sobre uno de sus ecosistemas más importantes: el de las llamadas aplicaciones descentralizadas, o dapps.

¿Que es una dapp? Exactamente lo que su nombre indica: una app que opera de manera autónoma a través del uso de smart contracts, piezas de software ancladas en la cadena de bloques que son ejecutadas cuando se cumplen unas premisas establecidas en su código. Del mismo modo que las apps, las dapps ofrecen a sus usuarios una funcionalidad determinadas, pero operan sin ningún tipo de intervención humana y no son propiedad de ninguna compañía, sino que distribuyen tokens que representan su propiedad, lo que tiende a evolucionar en una propiedad completamente descentralizada entre sus usuarios.

Las dapps, por tanto, son simplemente aplicaciones basadas en la cadena de bloques que ejecutan código para una función o caso de uso específico. Como cualquier app en nuestro smartphone u ordenador, con una interfaz que permite a los usuarios realizar fácilmente funciones como hacer clic, desplazarse, escribir en campos de texto y enviar datos o contenido para usar con un propósito específico. Desde la perspectiva del usuario, las dapps vienen a ser lo mismo que una app normal, pero tienen una diferencia clave: recurrir a la cadena de bloques en el back-end para registrar datos vinculados a los wallets de los usuarios.

Habitualmente, la mayor parte de las dapps han utilizado la cadena de bloques de Ethereum, fundamentalmente porque fue la primera que creció a base de plantear un ecosistema no solo centrado en el uso de criptomonedas, de código abierto, y con una gran claridad en la forma de utilización por parte de los desarrolladores. De hecho, en algunos momentos, el funcionamiento de dapps de fuerte popularidad como CryptoKitties llegó a suponer un problema para el funcionamiento de la cadena de bloques de Ethereum.

Actualmente, según la página State of the DApps, Ethereum es la base que utilizan más de tres mil de estas aplicaciones distribuidas, que sirven para funcionalidades que van desde el cambio de moneda (como en las stablecoins, por ejemplo) hasta las finanzas descentralizadas, los juegos, el almacenamiento, la identidad, la gobernanza, los marketplaces de todo tipo, las redes sociales, la energía, los seguros, la salud e infinidad de funcionalidades más. De hecho, entrar en State of the DApps y echar un vistazo a la categoría correspondiente o más aproximada a tu industria es un ejercicio muy interesante para cualquiera con una afinidad por la innovación.

¿Donde está, por tanto, el interés? Fundamentalmente, en la posibilidad de establecer plataformas en las que no tenemos que aceptar los términos de uso de una compañía y sus posibles cambios, sino que la funcionalidad está establecida por código, en un smart contract, sin ningún tipo de arbitrariedad. Para algunas cuestiones, como la creación de contenidos, la ventaja es evidente: subes tus contenidos a la plataforma, están perfectamente identificados, y te pagan por ellos lo que tu contrato establece, sin que medie ningún tipo de decisión corporativa.

Según Andreessen Horowitz, utilizando una métrica aún no demasiado válida debido a la brutal diferencia de magnitudes entre unas y otras plataformas, mientras Meta paga como media $0.10 por usuario, YouTube unos $2.47 por canal y Spotify en torno a $636 por artista, las apps distribuidas en la Web3 están generando aproximadamente $174,000 a sus creadores. Por supuesto, estas métricas están muy sesgadas por el hecho de que, por el momento, hay aún muy pocos creadores en esas plataformas y porque la economía basada en NFTs para los creadores experimentó un auge en forma de burbuja completamente irracional, pero puede ser una primera referencia de lo que los pioneros en un ecosistema pueden llegar a conseguir.

Hay casos sumamente interesantes: si eres un músico, por ejemplo, puedes subir tus creaciones a Audius, y te encontrarás con que obtienes tokens de la plataforma por subir canciones, por escucharlas y por compartirlas. Esos tokens son, por un lado, una criptomoneda que funciona como recompensa, pero por otro, suponen derechos de propiedad, de manera que la plataforma, en la práctica, pertenece a sus usuarios, con ventaja para los más activos. Por el momento cuenta con unos cinco millones de usuarios, pero podría llegar a representar una tendencia clara en la industria, con un esquema que muchos verían seguramente mucho más razonable que el tradicional.

Por el momento, como todo en la Web3, hablamos de experimentos y de proyectos con muy poca experiencia que demostrar, pero podemos estar hablando, sin duda, de un movimiento muy interesante, que podría situar a las apps en ese continuo entre centralización y descentralización y, de paso, crear competidores muy dignos de atención frente a las alternativas tradicionales.

Durante años, crear una app de éxito significó no solo ganar mucho dinero, sino en muchos casos, llegar a prácticamente monopolizar un segmento de actividad en concreto y, además, poder poner las reglas en la plataforma que habías creado. Pero si la evolución hacia la descentralización continúa, esa premisa podría cambiar. Muchos podrían pensar que la centralización en una compañía es la única manera razonable o eficiente de gestionar algo como una app o una plataforma: ¿es eso realmente así, o existe realmente una propuesta de valor importante en la descentralización?

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