chinacyberattackscybersecurityGeneralinternational relationshipsmicrosoftspyocracyUS

Los ciberataques y el delirante panorama de las relaciones internacionales

IMAGE: Pete Linforth - Pixabay (CC0)

Los Estados Unidos se unen con Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Japón, la OTAN y la Unión Europea para acusar al gobierno chino por sus actividades en el ámbito de los ciberataques, que han experimentado una fortísima escalada durante la presidencia de Donald Trump y que han alcanzado un nivel especialmente preocupante con el hackeo de Microsoft Exchange, una herramienta de comunicación ampliamente utilizada por la comunidad gubernamental y empresarial, o la reciente oleada masiva de ransomware.

Los Estados Unidos han acusado a cuatro ciudadanos chinos por su participación en el ataque, pero han dejado claro que se trata de actividades esponsorizadas por el Ministerio de la Seguridad del Estado chino, y han logrado que sus aliados no solo se unan a la denuncia, sino que además, constituyan una alianza para compartir datos e inteligencia sobre posibles amenazas y colaborar en la seguridad y la defensa de sus redes, reservándose otras posibles acciones de respuesta aún sin concretar.

La noticia podría parecer un chiste considerando que los Estados Unidos han sido tradicionalmente la potencia que más ha desarrollado labores de espionaje a lo largo de la historia, una evidencia no solo sobradamente conocida sino ampliamente demostrada gracias a revelaciones como las realizadas por Edward Snowden en 2013, pero la realidad es que la evolución de países como China y Rusia, que llevan a cabo potentes actividades de vigilancia de sus redes a nivel doméstico, ha experimentado no solo una escalada enorme en los últimos años, sino también una caracterización de sus actividades completamente nueva.

La estructura de las comunicaciones tanto en China como en Rusia permiten asumir que sus respectivos gobiernos están detrás o, como mínimo, toleran prácticamente cualquier actividad relacionada con ciberataques o ciberespionaje. A lo largo de los últimos años, ese tipo de acciones han pasado a una fase muchísimo más agresiva, en la que infinidad de grupos coordinados de manera centralizada llevan a cabo ataques que, en muchos casos, ponen en riesgo infraestructuras críticas o compañías con actividades centrales para la economía. El incremento en este tipo de ataques configura cada vez más un escenario de mayor riesgo, y define de forma cada vez más clara unos bloques que tradicionalmente habían mantenido un cierto equilibrio en sus actividades de espionaje.

La gran cuestión, por supuesto, es entender cuáles van a ser los siguientes pasos. Tras una declaración tan clara como esta, cabría esperar que las siguientes acciones se concretasen no solo en forma de planteamientos defensivos, sino también en el terreno de las sanciones económicas. El problema es que los Estados Unidos y sus aliados ya tienen planteadas numerosas sanciones económicas tanto contra China como contra Rusia derivadas de otros procesos diplomáticos o de la guerra comercial iniciada por Donald Trump, a niveles que resultaría difícil escalar sin plantear ya directamente el aislamiento económico de ambos países. Un aislamiento que, por otro lado, resultaría muy difícil de plantear considerando el nivel de globalización de la economía actual y la extensión de las relaciones comerciales, sobre todo de China, con numerosos países del mundo.

¿Se ha convertido la globalización generada por una red como internet en algo insostenible de cara al futuro de las relaciones internacionales? ¿Pueden las distintas potencias mundiales convivir en una red con un protocolo común, o estamos abocados a un escenario orwelliano en el que Oceania, Eurasia y Eastasia están en situación de guerra perpetua?


Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button