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El crecimiento de Starlink

IMAGE: Mykhailo Fedorov on Twitter

El viceprimer ministro y ministro de transformación digital de Ucrania, Mykhailo Fedorov, da a Starlink y a su CEO, Elon Musk, el mejor de los créditos y de los agradecimientos por el envío de más de diez mil unidades receptoras de internet por satélite al país coincidiendo con la invasión rusa, y explica en un tweet con vídeo cómo esas unidades, fáciles de utilizar y con muy pocos requerimientos de conexión y alimentación eléctrica, están sirviendo para que muchas personas sean capaces de mantener su conectividad en un país devastado por un invasor que, además, ha tratado desde el primer momento de debilitarlo y, sobre todo, de silenciarlo, atacando sus infraestructuras de conectividad. Durante la guerra, los ucranianos están utilizando las antenas de Starlink para proporcionar conectividad a pueblos enteros, y la app de la compañía se ha convertido en una de las más descargadas en el país.

El agradecimiento sincero de los ucranianos proporciona una evidencia clara del buen funcionamiento de Starlink y, sobre todo, de su carácter disruptivo. La conexión a internet vía satélite solía ser prohibitiva en precio y proporcionar un ancho de banda generalmente muy bajo, prácticamente implanteable para un uso regular. Starlink, sin embargo, consigue establecer una conexión perfectamente homologable a las que pueden obtenerse habitualmente en muchos países mediante fibra, y con una latencia que hace posible incluso plantearse jugar a videojuegos.

Así las cosas, Starlink ha conseguido ya la aprobación de su servicio en más de treinta y dos países, los dos últimos en África: Nigeria y Mozambique. En el mapa que proporciona la propia compañía aparece ya toda Europa, Estados Unidos, México, Nueva Zelanda, zonas de Brasil y Australia, y un buen montón de países en África, América del Sur y Asia con aprobación prevista en los próximos meses. En algunos de esos países, el precio del equipo de conexión y de la cuota mensual de conexión sigue siendo muy caro considerando su renta media, pero al menos, es planteable como conexión compartida, es mucho mejor que no tener ninguna alternativa, y hace posible pensar en formas de llevar la conectividad a lugares que, de otro modo, estarían muy lejos de conseguir una conexión tradicional.

Pero lo mejor del tema es el planteamiento de la compañía: Starlink fue creada fundamentalmente como una forma de asegurar que los lanzamientos de SpaceX podrían ir completamente llenos para justificar su coste, en un momento en el que resultaba aún complicado para la compañía obtener clientes debido a su falta de experiencia demostrada en esa industria. Cuando pocos países se arriesgaban a confiar el lanzamiento de sus costosos satélites a SpaceX porque era una compañía con poca experiencia, el espacio en sus cohetes se rellenaba con sus propios satélites para Starlink. Ahora, gracias a SpaceX y a su fortísima actividad de lanzamientos, poner un satélite en órbita se ha convertido en algo mucho más sencillo y, sobre todo, muchísimo más barato.

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De esta manera, SpaceX ha conseguido rebajar drásticamente el coste de poner objetos en órbita, ha puesto ya a desplazarse en órbita baja (LEO, o Low Earth Orbit) unos 2,400 satélites pequeños que no generan basura espacial porque se queman completamente en su reentrada controlada a la atmósfera cuando terminan su vida útil, y al tiempo, ha creado una compañía muy competitiva a la hora de proporcionar acceso a internet en lugares en los que no llega una conexión cableada. De nuevo, una lección magistral en el aprovechamiento de economías de escala y de los costes compartidos en el desarrollo de negocios.

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