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Es la hora de los CEO para la guerra en el sector digital

“Tom, tú no eres un consigliere para la guerra. Las cosas pueden ponerse difíciles con el movimiento que estamos empezando”

Hubo una época en la que Hagen era el consigliere perfecto, un abogado que cerraba bien los tratos contando con la intimidación de la familia Corleone mientras defendía perfectamente al clan del FBI y la justicia. Era un criminal, pero no se manchaba las manos, no daba las órdenes de los asesinatos. Tampoco fue capaz de detectar los movimientos en la sombra de quien atacó a la familia, Don Barzini, y eso fue lo que le condenó. Michael escogió a quien sí lo percibió, su padre, Vito Corleone.

La sociedad ha cambiado mucho desde que Michael Corleone diera apenas una frase como explicación a Tom Hagen en su relevo en El Padrino en 1972. Los negocios, no tanto. El sector digital lleva diez años gloriosos, si contamos desde el momento de salida a bolsa de Facebook hasta ahora hemos asistido a un crecimiento espectacular, una llegada de dinero al sector extraordinaria y una subida de salarios para los trabajadores y de beneficios para las empresas como no se había visto en la historia. Ni siquiera la pandemia y el confinamiento fueron a la contra de la explosión, antes al contrario: añadieron gasolina con más negocio, procesos, aspectos de la vida y la sociedad que se digitalizaban. 

Una década en la que ha sobrado el dinero a la búsqueda de proyectos tecnológicos a los que financiar, en la que las FAANG se peleaban por el mejor talento del planeta con sueldos de seis cifras a los que sumaban acciones y en la que se premiaba ante todo el crecimiento en usuarios – la métrica muchas veces preferida por el capital riesgo como mejor pista de que se puede llegar a unicornio – genera una determinada cultura. Una no demasiado preparada para los tiempos de guerra que vienen

Y es que las valoraciones en bolsa después de que las grandes presentaran resultados han sido una debacle. Números por debajo de lo esperado y mensajes de expectativas moderadas para lo que queda de año han hecho que salten las alarmas. “Quizás” el Nasdaq esté sobrevalorado y la pandemia ha resultado un espejismo para muchas de las compañías tecnológicas: los crecimientos de 2020 y 2021 no van a ser lo que veamos los próximos años.

Cierto que Uber – que ha perdido 30000 millones de dólares desde que es pública – es un ejemplo extremo, pero la carta de su CEO es un buen anticipo de lo que está por venir. Van a ser muy duros a la hora de examinar costes, congelan las contrataciones y subraya, “ahora se trata de flujo de caja. Podemos (y debemos) llegar rápido.” Uber es la pesadilla de cualquier director financiero ortodoxo, ha llegado a valer 100.000 millones de dólares en bolsa cuando nunca ha tenido un flujo de caja positivo. En Linkedin esto se llama “un giro de 180º estratégico”, en la calle es un “nos quedamos tiesos, aquí hay que empezar a ganar pasta”

Dara Khosrowshahi añade algo interesante en su carta, “El empleado medio de Uber apenas supera los 30 años, lo que significa que ha pasado su carrera en una etapa alcista larga y sin precedentes. Este próximo periodo será diferente, y requerirá un enfoque diferente”. Como se suele decir ahora, empiezan las vibraciones del año 2000 y la explosión de la burbuja punto com

Los que estudiamos ingeniería informática en aquella época entramos a la carrera con una sociedad en la que Mario Conde era un referente y el destino de la nueva economía nos lo marcaba Juan Villalonga con Terra comprando Lycos por 125000 millones de dólares. Cuando salimos al mercado laboral lo que nos encontramos eran las ruinas de una fiesta en la que nos quedaba recoger la basura y quemar años en una “cárnica”, consultoras que piden mucho sacrificio y muchas horas, pero pagando muy poco y con un desarrollo profesional bajo.

La buena noticia para los jóvenes desarrolladores – y para toda la sociedad – es que hay un salto enorme entre ambos períodos: la mayoría de empresas tecnológicas en bolsa no son Terra ni Uber, son corporaciones que ofrecen unos beneficios extraordinarios con márgenes muy sanos y con perspectivas de futuro halagüeñas: queda mucho planeta y mucho negocio por digitalizar. 

Y ese es un horizonte que nos debe liberar del pesimismo… a largo plazo. A corto, la presión de los accionistas y los efectos de la probable recesión que vendrá tras las subidas de tipos de interés nos lleva a unos CEOs que hablarán más de Ebitda y menos de cambiar el mundo, más de control de gastos y menos de crecer en plantillas

Hay aspectos vienen a complicar un tanto más la situación. Por un lado empieza a plantearse un escenario tipo “aguas revueltas y ganancias de pescadores”, con Nadella anunciando que subirán sueldos ¡en Mayo y con la acción cayendo! Esto último no es trivial, muchos de sus trabajadores están viendo con preocupación como parte de los ingresos venían con acciones que llevan años subiendo y que ahora ganan mucho menos. Por otro lado hay tendencias que pueden provocar inflación en los salarios en determinadas zonas: con más teletrabajo y más apertura a que los desarrolladores estén en remoto, un programador en Asturias o Almería puede encontrarse que un mercado a la baja le empieza a ofrecer muchos mejores sueldos que hasta ahora

La guerra no va a ocurrir sólo en la gran empresa, las startups van a asomarse a un mundo con tipos de interés altos – y por lo tanto con más exigencia de rentabilidad futura para captar inversión – y de mayor desconfianza. Si Elon Musk está buscando excusas para bajarse del acuerdo de adquisición de Twitter, en la sombra se están deshaciendo miles de inversiones apalabradas y no ejecutadas. No me extrañaría que veamos menos rondas en lo que queda de año y que las que se consigan sean muchas a igual o menor valoración que las anteriores de la misma empresa

Conectando los puntos de las valoraciones en bolsa, la espantada de inversión en startups y hasta el crypto crash, nos queda un cuadro preocupante, pero nada que el sector no haya superado. Como bien sabía Michael Corleone, en lo único que no te puedes equivocar es leyendo los tiempos en los que vives, seguir como si no vinieran tiempos de guerra en el sector. Por mucho que Tom Hagen, que nunca no los había vivido, no lo alcanzara a comprender

Imagen: “Three billionaire reptiles caught drinking martinis and laughing about their plans for world domination, Associated Press photojournalism” por Wiskkey con Dall-e 2

Esta pieza se publicó primero en Retina

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