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La clave de la fabricación de chips

IMAGE: ASML

Interesantísimo artículo en The New York Times, titulado «The tech Cold War’s ‘most complicated machine’ that’s out of China’s reach«, sobre ASML Holding, la compañía holandesa que fabrica la descomunal máquina (cuarenta contenedores, veinte camiones y tres Boeing 747) de 150 millones de dólares con la que se fabrican, mediante fotolitografía con luz ultravioleta extrema, la circuitería cada vez más fina de los chips que utilizamos en todos los productos de electrónica de consumo y en muchísimos más aparatos de todo tipo, desde automóviles hasta electrodomésticos.

Una máquina con un diseño que tomó muchísimo tiempo e innumerables alianzas con otras compañías especializadas japonesas, norteamericanas y alemanas buscando los componentes necesarios sin tratar de reinventar la rueda, un proyecto en que llegó a invertir más de ocho mil millones de dólares y para el que puso en marcha una compleja cadena de valor con negociaciones a través de tres continentes, hasta el punto de que se estima que llegar a diseñar y fabricar un sistema similar por parte de otra compañía podría llevar en torno a una década, y con resultados en absoluto garantizados.

La máquina en cuestión se ha convertido en enormemente estratégica, porque en el año 2019, Donald Trump, como parte de su ofensiva comercial hacia China, logró presionar al gobierno holandés para bloquear la exportación de esa máquina al gigante asiático, una política que su sucesor, Joe Biden, no ha modificado. Desde que esta máquina, considerada una de las más complejas fabricadas por el hombre, comenzó a comercializarse, se han vendido unas cien a clientes como la surcoreana Samsung o la taiwanesa TSMC, considerada como uno de los fabricantes estratégicamente más importantes del mundo.

La restricción de ventas a China, cuyas importaciones representaban en torno al 15% de la facturación de ASML fundamentalmente de recambios de máquinas más antiguas, aún no ha provocado un excesivo perjuicio económico a la compañía, que actualmente tiene una capitalización bursátil por encima de los $287,000 millones, porque esta mantiene unas saneadas expectativas de ventas a otros países, pero podría llegar a representarlo si se mantienen en el tiempo. El objetivo de dotarse de capacidad de fabricación local de un elemento tan estratégico como los chips es fuertemente perseguido por cada vez más países, pero se considera un esfuerzo prácticamente imposible sin la necesaria cooperación internacional.

Resulta interesantísimo ver hasta qué punto la tecnología puede influenciar la geopolítica, la competitividad y las posibilidades de los distintos países, y cómo el control de una máquina en concreto puede convertirse en una auténtica llave de paso que afecta lo que un país puede o no puede fabricar. Los chips y los elementos necesarios para su fabricación, convertidos en la clave de la competitividad internacional.


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