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La descarbonización está funcionando… y debe seguir haciéndolo

IMAGE: Markus Spiske - Unsplash

Un informe de la Agencia Internacional de la Energía anuncia que los objetivos de emisiones globales para este año 2022 van a incrementarse por tan solo una pequeña fracción con respecto a los del año anterior, un 1% frente a un 6%, y que eso se debe fundamentalmente a la fuerte adopción de energías renovables y a la cada vez mayor popularización de los vehículos eléctricos.

La noticia abre una posibilidad de esperanza con respecto a los objetivos de la humanidad con respecto a la descarbonización: el pasado año 2021 fue un auténtico desastre en ese sentido, con una recuperación post-pandémica tras los duros confinamientos del 2020 que llevaron a unas necesidades energéticas mucho mayores, que en muchos casos se obtuvieron mediante centrales alimentadas por carbón, algo que llevó a un incremento global del 6%, más de dos mil millones de toneladas, el mayor aumento anual en términos absolutos de la historia. En total, en el 2021, las renovables llegaron a aportar un 10% de la generación total de energía, un récord, pero claramente aún insuficiente.

En 2022, este incremento ha sido mucho menor, tan solo de un 1%, a pesar de encontrarnos en medio de una crisis energética global iniciada por la invasión rusa de Ucrania y por el aumento vertiginoso de los precios del petróleo y el gas. Pero en esta ocasión, el incremento en la demanda de energía no está siendo compensado por el consumo de carbón, el gasóleo y el gas, sino sino por las crecientes instalaciones de energía renovable: las tensiones con Rusia han desencadenado un creciente interés por alcanzar mayores niveles de independencia energética, específicamente parques de energía eólica tanto terrestres como marinos, y por otro lado, parques de energía solar e instalaciones solares domésticas, que redundan en menores tensiones para el tejido de generación.

Mientras la energía solar y eólica está constituyendo el grueso que rellena el desfase en la demanda, el pequeño incremento en consumo de carbón llevado a cabo por algunos países representa claramente una cuestión coyuntural, dado sobre todo el escaso interés que genera una energía con un coste tan elevado frente a unas renovables cada vez más baratas. Las renovables son, desde 2020, la forma más barata de generar energía, con gran diferencia.

La potencia aportada por nuevas instalaciones de renovables alcanzó en este año un total de 700 TwH, que representan unos ahorros en emisiones de más de 600 millones de toneladas de dióxido de carbono. El crecimiento en solar y eólica supone dos tercios de la nueva capacidad renovable, mientras que la hidroeléctrica, en un mal año debido a importantes sequías en todo el mundo, compensa el tercio restante. Tan solo en los Estados Unidos, las energías renovables aportaron el 25% del total en la primera mitad del año, y representaron el 71% de las nuevas instalaciones de potencia entre enero y julio.

Es el momento de la verdad, de terminar con mitos implantados durante demasiado tiempo, y de entender que el mundo está en una imparable revolución con respecto a las energías renovables: de aquí a 2026, el 95% de los incrementos de potencia instalada corresponderán a energías renovables. Teóricamente, el planeta podría ser capaz de abastecerse en un 100% de electricidad renovable en el 2030, y de hacerlo además con unas necesidades de almacenamiento mucho menores que las inicialmente anticipadas. Alemania pretende conseguirlo en el 2035, y muchos otros países están también apuntando a objetivos similares. Pero más allá de los objetivos relacionados con la emergencia climática, es que ahora además sabemos que abandonar los combustibles fósiles es algo que podría llevarse a cabo de manera realista y recuperando la inversión en tan solo seis años, generando unos ahorros globales de doce billones de dólares.

La descarbonización es urgente, pero ahora, además, sabemos que es posible y que vamos por el buen camino. Solo falta entender que estas magnitudes son reales, imaginar un mundo sin el humo de la combustibles fósiles en el aire… y dar los pasos necesarios cada vez más rápido. Podemos hacerlo.

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