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Shapella, una nueva actualización de Ethereum

IMAGE: Muhammad Salman - Pixabay

Ayer miércoles, Ethereum llevó a cabo una de sus actualizaciones importantes tras The Merge, conocida como Shapella, y fundamental de cara al funcionamiento de la criptomoneda como ecosistema descentralizado: si The Merge fue capaz de pasar de la prueba de trabajo a la prueba de participación como mecanismo de consenso y consiguió, gracias a ello, reducir el gasto energético del ecosistema Ethereum en un 99%, Shapella permite algo muy relacionado con ello.

Básicamente, lo que hay que entender es la diferencia entre el mecanismo de consenso de prueba de trabajo (PoW), en el que muchos mineros compiten por solucionar un problema criptográfico gastando para ello relativamente grandes cantidades de energía, y la prueba de participación (PoS), en la que cualquiera puede consignar una cantidad determinada de monedas en un nodo de verificación y obtener una cierta rentabilidad validando transacciones con ellas.

A esa operación, la de consignar un número determinado de monedas en un nodo – treinta y dos, en el caso de Ethereum – y validar transacciones se la denomina staking. Al poner tus ethers en staking, puedes obtener una cierta rentabilidad con ellos, y de hecho, es algo que muchos exchanges ofrecían como parte de sus servicios: en lugar de tener que poner una cantidad determinada de monedas, pon las que quieras, y nosotros administramos el nodo por ti y repartimos los beneficios. Hasta ahora, cuando ponías tus ethers en staking, no podías retirarlos de manera sencilla, lo que comprometía en cierto sentido la decisión. Lo que Shapella consolida es la facilidad para que esas monedas puedan ser retiradas de un nodo, lo que convierte el mercado de validación en algo mucho más líquido.

Si con The Merge muchos mineros dejaron de ser rentables, ahora, tras Shapella, lo que surge es la posibilidad de que prácticamente cualquiera pueda tener un nodo – simplemente un ordenador con Linux instalado, sin requisitos especiales de potencia – en el que valida transacciones y que le ofrece una cierta rentabilidad, algo que debería conducir a un ecosistema más descentralizado. Si antes de Shapella la mayor parte de los nodos estaban en manos de grandes exchanges y servicios centralizados, ahora esos ethers ahí consignados se pueden retirar, y o bien mantenerlos en un wallet o en un nodo propio, o en servicios como Rocket Pool o similares que los gestionan.

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La idea original de Ethereum de construir una cadena de bloques más versátil sobre la que se pudiesen llevar a cabo más operaciones que las simples transacciones monetarias – como ocurre en el caso de bitcoin – sigue evolucionando. Desde el punto de vista de innovación, bitcoin es un sistema descrito en su momento por Satoshi Nakamoto que, tras renunciar a cualquier tipo de visibilidad o liderazgo, permanece prácticamente fosilizado como si estuviese escrito en piedra ante la práctica imposibilidad de obtener el consenso de todos los actores implicados, mientras que Ethereum tiene un cierto liderazgo ejercido por su creador, Vitalik Buterin, y toda una comunidad de desarrolladores de código abierto que contribuyen a su evolución, a adaptarlo a las circunstancias del momento o a solucionar sus limitaciones. Si su consumo de energía se convierte en un problema, o surgen problemas con la fiabilidad de los exchanges, la comunidad de Ethereum reacciona y propone soluciones para ello de manera proactiva.

Como mínimo, es recomendable ir manteniendo un cierto nivel de conocimiento de estos cambios y de sus posibles implicaciones. Pasará más rápido o más lento, pero estamos ante la reinvención del dinero tal y como lo conocemos. Y ese sí que es un cambio que no va a dejar a nadie indiferente.

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