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¿Volante? ¿Pedales?

IMAGE: Djabsence - Pixabay (CC0)

Era uno de los comentarios más habituales cuando mostraba a cualquier audiencia un vídeo de un vehículo autónomo circulando sin conductor de seguridad: ¿y por qué tiene volante, si no hay nadie sentado en el asiento del conductor que pueda utilizarlo? La razón era muy clara: regulación. Por definición, un automóvil que circulase por la vía pública tenía que, obligatoriamente, tener un asiento del conductor, un volante y unos pedales.

Ahora, por primera vez, el organismo federal encargado de la regulación de seguridad en los Estados Unidos ha aprobado la producción y el desarrollo de vehículos verdaderamente autónomos, es decir, carentes de controles de conducción hasta el momento accionados por humanos como el volante o los pedales.

Un documento de 155 páginas, titulado «Occupant protection for vehicles with automated driving systems», establece por primera vez la posibilidad de que los fabricantes de vehículos puedan diseñar, construir y poner en el mercado automóviles sin ningún tipo de controles manuales, y acuerda la terminología utilizada para eliminar, por ejemplo, conceptos como «asiento del conductor», «volante» o «pedales», y su sustitución por términos neutros que no necesariamente conlleven esa connotación de accionamiento por parte de un ser humano.

Así, el término «steering wheel» o «volante» pasa a ser denominado como «steering control system», se elimina la denominación estandarizada y las precauciones asociadas al llamado «driver seat» o «asiento del conductor», o se redefinen los controles asociados con los pedales, circunstancia que ya ocurría, por ejemplo, tanto con los vehículos adaptados para conductores con movilidad no estándar, como con prototipos de algunas marcas.

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A partir de ahí, el documento, enfocado específicamente a garantizar la seguridad de los ocupantes, y trata de definir de qué manera ese tipo de vehículos podrán garantizar los mismos estándares de seguridad que proporcionan los actuales vehículos de pasajeros. Esto admite, por tanto, la posibilidad de que todos los ocupantes, de hecho, sean simplemente pasajeros, sin que ninguno desempeñe la función de conductor como tal, y esta sea llevada a cabo por algún tipo de sistema de conducción automatizado, y trata de definir las pruebas de seguridad que tendrá que superar el vehículo para garantizar esa seguridad.

Tras ya muchos años de pruebas, primero en circuitos, después en tráfico real con conductor de seguridad, después sin él, y finalmente ya cobrando a los usuarios por un servicio comercial a todos los efectos, el regulador norteamericano comienza finalmente a admitir la posibilidad de que un automóvil lleve a cabo su función no como una herramienta manejada por una persona en tiempo real, sino como la posibilidad de que sea llevada a cabo por un sistema completamente automatizado, que no precisa de ninguno de los controles que poseía un vehículo de los que conocemos. Lógicamente, la interfaz con el conductor desaparece cuando desaparece éste, lo que implica que dejaremos de ver vídeos en los que «el volante se mueve solo», para pasar a ver otros en los que, simplemente, ya no hay volante.

La aproximación legislativa no es especialmente ambiciosa, pero sí es muy importante para el desarrollo de una industria que ya va acumulando muchos millones de kilómetros de experiencia, que mantiene servicios ya comerciales en varias ciudades, y marca la dirección en que otros países interesados en modernizar su industria automovilística deben ir pensando en ir.

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