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Sobre Málaga, las empresas de tecnología y la creación de un ecosistema

Si algo resume los últimos 15 años del sector tecnológico en Málaga es el hecho de que en el foro de Diario Sur los “líderes de la Málaga tecnológica” fuesen fundadores y responsables de startups. Allá por 2006 el ayuntamiento empujaba una iniciativa, el “Club Málaga Valley e-27”, una suerte de foro con representantes de grandes compañías – desde Nokia hasta el Banco Santander – que de inmediato se erigió en la némesis de lo que muchos emprendedores de la ciudad esperábamos. Si las compañías que creamos buscaban desafiar el status-quo no cabía esperar que éste nos facilitara las cosas

La euforia alrededor de la escena de emprendedores del sector tecnología se exhibe en los discursos de los políticos, la contagiamos los medios en los titulares, empieza a levantar entre los profesionales del sector. Parece que por fin se reconoce lo que los malagueños llevamos años profetizando, que nuestras virtudes (localización con clima, talento desde la universidad, comunicaciones y apoyo institucional) son valoradas en su justa medida y que la ciudad se encuentra bien posicionada para arrancar una década en la que por fin lograremos un salto industrial que nunca se acabó de dar de pleno en nuestra historia. Cada vez suenan más proyectos de malagueños desde Málaga y no tanto noticias de ingenieros subiendo al AVE

Sin embargo hay algunas nubes en el cielo por lo más soleado de la Málaga tecnológica. Cuando uno repasa los informes de los medios especializados en startups, las rondas de inversión siguen concentrándose en Madrid y Barcelona, con algunas otras capitales como Bilbao, Coruña o Valencia a mucha distancia. No es que se deba abogar por un enfoque competitivo miope – de hecho hay mucho que ganar en modelos de colaboración entre ciudades – pero sí deberíamos anotar que el dinero a la búsqueda de oportunidades tecnológicas no está encontrando opciones adecuadas en nuestra ciudad

A eso sumaría que el panorama de incubadoras y aceleradoras que quedó tras la burbuja de 2013 y 2014 auspiciada por los fondos de la UE no consigue tampoco descollar a pesar de los esfuerzos de las administraciones. Dicho de otro modo, el porcentaje que corresponde a instituciones públicas es muy alto, lo que viene a confirmar que el dinero privado no parece abrazar nuestro relato de ser la futura capital digital del sur de Europa

Eso nos lleva a un debate generacional. Si miramos la pléyade de startups digitales de éxito que copan titulares (Virustotal, Besoccer, Freepik, Uptodown, sumaría también otras como Smartick o Todocolección) cabe anotar que muchas son bastante longevas y están ya en una clara fase de maduración. ¿Hay una generación capaz de actuar como relevo de las ya conocidas y de paso demostrar que hay un ecosistema creciente capaz de convertirse en una industria multiplicadora e intensiva en mano de obra? En posibilitar este ecosistema se juega Málaga realmente su futuro tecnológico con iniciativas como Link by UMA y no tanto en albergar sedes de organismos públicos por mucho valor simbólico y político que puedan tener.

De hecho ese podría ser el mayor error a cometer, medir el éxito de la ciudad en la cantidad de organismos dependientes de la administración que tienen su sede en la ciudad. Hace 15 años se buscó innovación y disrupción en grandes empresas que no son buenas en lo primero y son enemigas de lo segundo. En esta década el error sería no centrarnos en lo que necesitan los emprendedores: las mínimas trabas burocráticas, acceso a la financiación, seguridad jurídica y actores en el ecosistema (inversores, mentores) cuyo rol difícilmente puede suplir por completo un organismo público

Málaga cada vez está mejor posicionada para atraer proyectos que ya han arrancado y teletrabajadores cualificados. Son dos vías de crecimiento, pero a la vez propician iniciativas con menor arraigo y cuya permanencia en el largo plazo es más dudosa. Es más, la explosión del trabajo distribuido que ha acelerado con la pandemia es una amenaza al modelo de parque tecnológicos y hubs de concentración de talento. Y no olvidemos que las empresas y factorías del PTA son las que más mano de obra técnica demandan en la ciudad

En Estados Unidos suele utilizarse una expresión “fake it until you make it” (algo así como “finge lo que necesites parecer hasta que lo consigas ser”) que en el caso de Málaga no será necesaria: ya hay mucho de verdad en la ciudad, partimos de una base ilusionante y el posicionamiento en la opinión pública ayudará a que se cumpla todavía más. Es la oportunidad para redondear las bases de un ecosistema en el que falta, insisto, que el dinero privado impulse nuevos proyectos.

Estén atentos a los artículos de Nuria Triguero en la sección de economía. Cuando firme artículos con rondas de inversión y nuevos proyectos, será señal de que el sueño tecnológico de Málaga va echando raíces. Si estas noticias escasean y lo que leemos gira en torno a declaraciones políticas, organismos públicos que manejan el cotarro y declaraciones de intenciones sin dinero real detrás, nos quedarán asignaturas pendientes de aprobar en el ecosistema

NOTA: artículo originalmente publicado en Diario Sur

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