Noticias

Lo que la gente que hace trampas en el Wordle nos enseña sobre el internet de hoy

Los creativos y artistas que abrazan la inteligencia artificial

Intentando unir los puntos. Coca Cola anuncia una bebida “inspirida” en la inteligencia artificial (AdAge). Diseños generados por IA en la Semana de la Moda de Nueva York (Vogue). El spot de presentación de la temporada ACB de 22GRADOS (Linkedin). La exposición de Javier Jaén en el CCCB o la de Joan Fontcuberta también en Barcelona (La Vanguardia)

A post shared by @cccb_barcelona

Mi punto con todo esto: al contrario de lo que parecía en las primeras semanas de explosión de la inteligencia artificial generativa no vivimos en un “artistas y creativos contra la IA”. Vivimos un “artistas y creativos” que no la utilizan y otros que la abrazan e integran. Y con estos últimos será con los que veremos lo que realmente la IA puede dar de sí.

Todavía recuerdo cuando el “arte digital que se hace con un tablet” era un tema tabú.

Gracias por leer Error500. Suscríbete gratis para recibir nuevos artículos y apoyar mi trabajo.

A favor de los proyectos digitales que no son invertibles (sobre todo editoriales)

Ivan Vendrov ofrece un buen marco para reflexionar sobre la “enshitificación” del software con lo que él denomina “tiranía del usuario marginal”. A pesar de los avances en la tecnología y la IA, el software se vuelve peor debido a esa obsesión: las empresas se centran en aumentar sus usuarios activos diarios (DAUs). En lugar de enfocarse en mejorar la experiencia del usuario existente, las empresas priorizan “usuario marginal”, que es el próximo que se unirá a la plataforma. Este usuario marginal tiene poca tolerancia para la complejidad y busca gratificación instantánea, lo que lleva a las empresas a simplificar sus aplicaciones y eliminar características útiles.

Para sorpresa de pocos, los medios en digital han adoptado la misma estrategia, lo que derivan en proceso y cultura que van en contra su calidad (y a veces deontología).

Es por eso que uno está más ilusionado con lo que sucede en la “economía de los creadores independientes” que en el lado de los grandes medios en internet. En ella se conjugan las buenas noticias con lo que parecen reveses económicos, algo que resume muy bien Hunter Walk: la tecnología ha abaratado los costos de la creatividad y ha puesto herramientas poderosas en manos de más de mil millones de personas. Además, las plataformas actuales permiten una distribución y colaboración más efectivas, así como múltiples formas de monetización. PERO la mayoría de startups enfocadas a esta economía del creador están fracasando.

Casi todo el software de consumo popular ha tenido una tendencia hacia una agencia de usuario mínima, feeds de desplazamiento infinito y contenido basura. Esto se debe a que las empresas tienen fuertes incentivos para captar más usuarios. La búsqueda de más usuarios da como resultado el desarrollo de funciones para usuarios marginales, ignorando las necesidades o deseos de los usuarios existentes. Esto da como resultado un diseño que atiende casi por completo al usuario marginal.

Mi punto es que podemos concluir que no todos los modelos de negocio son una oportunidad a escala de capital riesgo. Y el de muchos pequeños creadores independientes puede ser uno de ellos. ¿Puede el de algunos creadores o el de herramientas para millones de autores escalar y hacerse más atractivo? Repasaría lo que están haciendo María Speak English y Sergio Ramos creando Pikingli. De creadora de contenidos educativos a plataforma de cursos en la que al distanciar la marca de ella puede permitirles introducir otros profesores, idiomas o temáticas.

Lo que hacemos por triunfar en las redes (o por estatus y dinero)

Al menos 3.000 personas, y en ocasiones hasta 9.000, hacen trampa en Wordle cada día. El juego de adivinar la palabra tiene 2315 respuestas posibles, lo que significa que el 0,043% de las conjeturas (aproximadamente 860 de sus 2 millones de jugadores diarios) deberían ser correctas. Sin embargo, de alguna manera, entre 4.000 y 10.000 responden correctamente en su primer intento, lo que sugiere que hasta el 90% de las victorias en el primer turno son fraudulentas. La falta de incentivos financieros o en el juego hace que hacer trampa sea un poco desconcertante, aunque los investigadores citados en New Scientist sugirieron que publicar los resultados en las redes sociales era la tentación.

Es un caso más de esto que comentamos el año pasado: Internet ahora es una máquina de convertir todo – tu tragedia y mi conspiración incluidos- en contenido. La semana pasada hablábamos de la tendencia de grabar a otros para conseguir éxito en Tiktok y es raro el día en que no se viraliza la última extravagancia de alguien a la búsqueda de repercusión en redes. Es decir, de fama. O sea, de un cierto estatus y, posiblemente si se dan las circunstancias, de dinero. Internet es “mucho más content y mucho menos social” que hace unos años.

Queremos o querremos más control de las plataformas distribuidoras de contenidos y aplicaciones

El cómico y actor Russell Brand ha recibido acusaciones de cuatro mujeres de violación, agresión sexual y abuso emocional. YouTube cortó la “monetización” de su canal por violar la política de responsabilidad de los creadores, Rumble la mantiene y denuncia presiones de un comité del estado británico y él defiende su inocencia en un vídeo en el que además mantiene que buscan silenciar su crítica al sistema.

Delia Rodríguez en su lista de correo aborda el caso de uso de aplicaciones para mezclar rostros de personas reales con cuerpos desnudos y actitudes pornográficas en el caso de las chicas de Almendralejo. Hay dos puntos en los que creo que tiene especial razón: la dimensión mediática del asunto (incluida la publicidad que ha recibido la app utilizada) puede facilitar la imitación; por otro lado tenemos que exigimos (y exigiremos más) a las empresas tecnológicas que impidan los usos ilícitos o criminales con sus productos.

El caso Russell y el de los chicos que ejercen violencia contra sus compañeras (por la vía de arruinar su reputación) son diferentes pero convergen en un punto, que es la expectativa cada vez mayor que tenemos de que las grandes plataformas distribuidoras de contenido o de software actúen de fiscalizadoras. En el de Russell se podría argumentar a la contra que todavía no ha sido condenado y que la centralización de internet deriva en que salir de las grandes redes supone perder la posibilidad de ingresar. En el de las chicas que estamos ante un problema de educación y no tecnológico. En cualquier caso la designación de responsabilidades en la sociedad cada vez señala más en dirección al distribuidor digital.

Breves

Pablo Martínez-Juárez sobre el síndrome “Instagram – el móvil – Tiktok – xxx me escuchan y adaptan la publicidad por mis conversaciones privadas” apelando al “fenómeno Baader-Meinhof”. El argumento más claro para desechar este mito me lo dio un colega informático hace tiempo: la enorme cantidad de almacenamiento y procesamiento que les llevaría grabar y procesar todo el audio de todas las conversaciones de todos los usuarios de móvil del mundo.

Cruzando fronteras: la huella de Cormac McCarthy en ‘Red Dead Redemption’. Alfonso Gómez en El Correo.

Una muy buena edición de la bonilista, sobre el caso Unity (que explica también Rubén Márquez en Vidaextra).

Miravia, la tienda para la generación Z con la que los dueños de AliExpress quieren sacudirse su mala fama. Carlos del Castillo en El Diario.

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button