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Más movimientos en el panorama de la conducción autónoma

IMAGE: Lars Meiertoberens - NounProject (CC BY)

Volkswagen parece estar en conversaciones con Huawei de cara a la adquisición de la unidad de conducción autónoma de la tecnológica, creada en 2019 y en la que trabajan más de cinco mil personas con un presupuesto de I+D que en el año 2021 fue de mil millones de dólares. Los planes de Huawei para su unidad de conducción autónoma no apuntaban en ningún momento a la fabricación de automóviles, sino a un papel de proveedor tecnológico que la propia compañía comparaba con el de la alemana Bosch.

El movimiento se encuadra en los cada vez más importantes avances de la tecnología de conducción autónoma y en la gran cantidad de alianzas que se están forjando en torno a ella: Volkswagen con Argo AI, Amazon con Zoox, Intel sacando a bolsa su unidad de conducción autónoma en 2022 tras la adquisición de Mobileye en 2017, o Apple por supuesto por su cuenta y sin contar nada a nadie, además de las ya conocidas iniciativas ya razonablemente maduras de Waymo, que ya plantea la fabricación de vehículos sin volante ni pedales, la china AutoX, cuya flota ya sobrepasa los mil vehículos, o la rusa Yandex, que avanza sustancialmente en la conducción autónoma con nieve y en malas condiciones atmosféricas.

El panorama competitivo se va aclarando: cada vez son menos las compañías que llevan a cabo pruebas en tráfico real en California, pero cada vez son más las millas conducidas. El despliegue de flotas de robotaxis es ya una realidad desde hace tiempo en algunas ciudades en el estado de madurez total, es decir, sin conductor de seguridad, en uso cotidiano mezclándose con el tráfico normal, y en países como China reciben un fortísimo apoyo gubernamental, pero falta por definir el modelo de uso: mientras la mayoría de las compañías optan por el modelo robotaxi, es decir, flotas en modo servicio que los usuarios simplemente solicitan cuando lo necesitan, compañías como GM aún plantean el objetivo de que los vehículos autónomos sean propiedad de las personas, un modelo absurdo y continuista que nos llevaría a mayores niveles de congestión y a más emisiones.

De una u otra manera, como habíamos previsto en función de la curva de madurez de la tecnología, la conducción autónoma ya está aquí, y para que la veamos en nuestra ciudad únicamente falta que la iniciativa privada vea sus posibilidades, lleve a cabo las cartografías detalladas necesarias, y plantee su explotación como ocurre ya en múltiples ciudades en China, Estados Unidos o Rusia.

Simplemente, cuestión de tiempo.

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