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Criptomonedas: una nueva fase

IMAGE: Sergei Tokmakov - Pixabay (CC0)

El fenómeno de adopción de las criptomonedas como tecnología parece claramente estar alcanzando una nueva fase en su popularización, marcada por su inclusión en cada vez más estrategias de inversión a todos los niveles.

Cada vez son más los usos de un esquema que, a medida que pasa el tiempo, va superando más las pruebas y los temores que generaba originalmente. Si algunos pensaban que la prohibición del uso de criptomonedas por parte de los gobiernos de distintos países provocaría una caída de su adopción, ahora sabemos ya que no es así: las sucesivas prohibiciones por parte del gobierno chino o del turco supuestamente como forma de proteger a sus ciudadanos no han pasado de generar pequeños baches temporales e insignificantes en la cotización de criptomonedas como el bitcoin, pero en absoluto una crisis que pueda ser considerada como tal, ni una pérdida de la credibilidad de un sistema que, cada día más, se consolida como lo que es: un desafío al poder ejercido por los estados y a sus intentos por ejercer control sobre el sistema monetario.

En países con monedas débiles que intentaron prohibir su uso, como Kenya, las criptomonedas se convierten en toda una alternativa lógica a la divisa local que pone a sus gobernantes al borde del pánico, mientras el dinero digital y el peer-to-peer trading al margen de los sistemas bancarios genera auténticas revoluciones económicas. En los Estados Unidos, el gobierno se plantea alternativas para tratar de poner las criptomonedas bajo control, mientras un lobby cada vez más influyente se resiste a una posible regulación que, aunque no podría destruir su avance, sí podría posiblemente llegar a retrasarlo.

¿Qué ocurre cuando hablamos de un fenómeno que muchos describen como la evolución natural del dinero a la luz de la evolución tecnológica, se demuestra robusto ante los intentos de intervención de los gobiernos? Simplemente, lo que muchos preveían: que las criptomonedas aceleran su popularización y comienzan a aparecer por todas partes. Desde clubs de fútbol que las emiten para captar fondos y financiar el fichaje de jugadores, hasta ciudades como Miami que crean su propia moneda para financiarse y, de paso, incrementar su atractivo para los emprendedores tecnológicos, hasta inversores que acumulan ya carteras significativas en criptomonedas y las apalancan como garantía para préstamos de todo tipo.

Cuando te encuentras cajeros en bitcoin en cada vez más sitios, cuando se sabe que el 55% de los bancos del mundo tienen exposiciones significativas a las criptomonedas, y que inversores de toda la vida como George Soros o compañías como Tesla o Square también las incorporan en sus carteras como forma de inversión o para equilibrar su posición de caja, muchos de los temores iniciales empiezan a perder su sentido. El resultado es claro: mientras muchos siguen sin entender de qué diablos estamos hablando y las siguen viendo todavía como una nebulosa confusa, complicada y llena de peligros, nos encontramos con un número creciente de personas que comienzan a utilizar las criptomonedas como estrategia de diversificación en sus inversiones, dando lugar a una nueva fase en la que ya no se trata de meterse a minero ni a especulador, sino simplemente de incorporarse a un fenómeno, el de la transformación del dinero, que no parece tener límite y que ni siquiera los gobiernos pueden poner bajo control.

En torno a las criptomonedas y a su creciente popularización se está generando una explosión de mentes brillantes, de creatividad y de ideas que va a dar lugar a muchos fenómenos interesantes. Y sobre todo, que claramente parece estar aquí para quedarse.

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