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La guerra y las criptomonedas

IMAGE: Evgeny - Pixabay (CC0)

Con el rublo por los suelos, el MOEX inactivo tras una caída de 44% y los principales bancos fuera tanto del SWIFT como de las redes de Visa y Mastercard, los rusos empiezan a optar masivamente por las criptomonedas para tratar de mantener su liquidez, y como resultado, llevan las transacciones rublo-bitcoin a su máximo en los últimos nueve meses, y dan lugar a una subida del precio del bitcoin en más de un 10%.

La hiperactividad coincide además con el uso de criptomonedas para hacer llegar fondos a la invadida Ucrania tras la publicación de un algunos monederos electrónicos en Twitter por parte del vice-primer ministro y ministro para la transformación digital de Ucrania, Mykhailo Fedorov, que ha desencadenado varios miles de transacciones.

Además, y coincidiendo con la explosión de transacciones desde Rusia, Fedorov ha pedido a los principales servicios de transacción de criptoactivos que bloqueen las transacciones procedentes de usuarios rusos y bielorrusos o que excluyan el rublo de sus intercambios, petición que algunos de estos servicios están considerando y otros, como la plataforma de criptoactivos ucraniana DMarket, ya parecen estar llevando a cabo.

Otros, como Binance, se posicionan activamente en contra de ese bloqueo argumentando que las criptomonedas están destinadas a proporcionar mayor libertad financiera para las personas en todo el mundo y que no van a congelar unilateralmente las cuentas de millones de usuarios inocentes, aunque afirman estar tomando medidas para garantizar que las sanciones sean contra entidades específicas en Rusia, y dejan la puerta abierta a que si la comunidad internacional amplía aún más esas sanciones, ellos también las apliquen de forma agresiva. A pesar de su negativa inicial a congelar las cuentas de usuarios rusos, Binance ha llevado a cabo una donación de diez millones de dólares para aliviar la crisis humanitaria en Ucrania.

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Se calcula que los ciudadanos rusos poseían más de doscientos mil millones de dólares en criptomonedas a principios de febrero, lo que podría dar lugar a una auténtica debacle económica si esas medidas llegasen a tomarse. Según el banco central del país, los rusos llevan a cabo más de cinco mil millones de transacciones en criptomonedas anualmente, y Rusia, tras Turquía, es el principal país para servicios como Binance.

Otros, como Kraken, han afirmado que no pueden congelar las cuentas de sus clientes rusos sin una orden judicial, pero han advertido que esa orden podría ser inminente.

Obviamente, la idea de tomar medidas contra usuarios individuales en Rusia es un intento de socavar el apoyo interno que Vladimir Putin tiene en su propio país, creando un clima que lleve a sus ciudadanos a plantearse hasta qué punto tiene sentido la invasión de un país que muchos perciben como no hostil y, en muchos sentidos, hermano, si la contrapartida es prácticamente la ruina económica y el empobrecimiento generalizado del país y de su población.

Las criptomonedas se están convirtiendo, claramente, en un instrumento para posibilitar un movimiento rápido de capital, tanto para ayudar al país agredido como para tratar de mantener la actividad económica en el país agresor y receptor de las sanciones internacionales. Hablamos de un entorno que ha evolucionado mucho en los últimos tiempos, en muchos sentidos: frente al supuesto secretismo de su uso en las primeras etapas de su historia, hablamos ahora de entidades de gestión de criptoactivos que están obligadas a seguir códigos de buenas prácticas como el Know Your Customer (KYC), lo que posibilita el control y el establecimiento de posibles sanciones incluso en un ámbito que muchos aún veían como al margen de toda regulación.

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