age verificationcensorshipGeneralInvertiapassportpornpornographyregulationSpain

La inutilidad de las puertas al campo

IMAGE: Unknown

Además de mi columna habitual en Invertia de esta semana, me pidieron que escribiese sobre el tema del muy ingeniosamente llamado «pajaporte», el modelo propuesto por el gobierno y presentado el pasado martes por el ministro José Luis Escrivá para supuestamente tratar de controlar el acceso a la pornografía de menores de edad. Se ha publicado hoy bajo el título «Puertas, campos y ‘pajaportes’» (pdf).

Mi opinión es clara: el modelo no funciona. No llegará a ponerse en práctica, y terminará en un cajón, o peor aún, invirtiendo fondos públicos para crearlo para que termine no sirviendo para nada. Y lo malo del caso es que el propio gobierno sabe perfectamente y desde un principio que la iniciativa nunca va a servir para nada, y la lanza únicamente para tratar de sacudirse la presión social generada por algunas asociaciones que, erróneamente, exigen medios para impedir el acceso de los adolescentes a la pornografía.

Mis elementos de razonamiento fundamentales: en primer lugar, es completamente inútil tratar de lanzar una iniciativa de este tipo desde el ministerio de un país determinado. La actividad es global, el contexto es global, la solución tiene necesariamente que ser global, o no funcionará nunca. Pretender soluciones que solo son de obligado cumplimiento para páginas situadas en España, que no son las más populares y utilizadas, es absurdo. Es simplemente una manera de pretender satisfacer a las asociaciones que demandan soluciones haciendo un gesto que se sabe va a ser inútil desde el primer momento.

En segundo, y más preocupante: la tendencia a recurrir al bloqueo de páginas por parte de los proveedores de acceso sin ningún tipo de orden judicial. Nunca, jamás, bajo ningún concepto debe tener un gobierno la potestad de ordenar el bloqueo de ninguna página, aunque sea el manifiesto del mismísimo Satanás, sin que medie una orden judicial. Si esa forma de actuar sigue funcionando, lo lamentaremos, y mucho. No se pueden confiar determinadas herramientas a un gobierno sin que medie el corespondiente contrapoder, porque nunca se sabe qué gobierno podemos llegar a tener (miremos a nuestros vecinos del norte).

Related Articles

Tercera cuestión: no todo lo que afirman esas asociaciones es cierto. Sí, se consume más pornografía, porque hay una disponibilidad mucho mayor. Sí, la edad de consumo ha descendido, por la misma razón, y ambas cosas son indudablemente negativas y preocupantes. Sobre todo, si esos jóvenes emplean la pornografía, que está destinada a entretener y a proporcionar una satisfacción basada en la exhibición de actos generalmente no públicos, como forma de generar expectativas o de imaginar su futura vida sexual. La pornografía no responde a nada real: está guionizada, elige a sus actores en función de unas cualidades generalmente excepcionales que pueden generar frustraciones, elige sus escenas no en función de la satisfacción de los actores, sino de la exhibición de zonas corporales generalmente no visibles en público, y suele además recurrir a estereotipos muy poco recomendables.

Sin embargo, la enorme preocupación de algunas asociaciones por la llamada «pornografía violenta» no refleja una tendencia real: los estudios de consumo demuestran que la pornografía más consumida sigue siendo la convencional, la que permite al adolescente ver más teta, más culo, más vagina, a veces con escenas con un nivel de precisión que se correspondería más con un documental para ginecólogos. El problema de un supuesto desplazamiento del consumo hacia contenidos más marginales o aberrantes no es real, por mucho que según quién pueda escandalizarse con según qué.

Cuarta: las páginas web no son el único canal para acceder a la pornografía, y decididamente, no son el más preocupante. La mensajería instantánea genera mucho menos control y más peligros, y lo último que se desea es generar un efecto sustitución. De nuevo: no es bueno que los jóvenes consuman pornografía, pero en la práctica, lo han hecho toda la vida y lo seguirán haciendo. Pretender evitarlo «caiga quien caiga» es ilusorio. El uso de redes privadas virtuales (VPN) también es peligroso, sobre todo porque a ese nivel no se suele optar por una buena VPN por la que se paga una cuota anual, sino por la primera gratuita que aparezca, que en muchos casos es gratuita porque se dedica a recopilar datos de sus usuarios con todo tipo de fines.

Hay más peligros. Básicamente, si alguien nos dice que tiene una solución tecnológica para la verificación de la edad y el acceso a la pornografía, miente. Esa solución no existe. Y el empeño en buscarla a toda costa solo nos llevará a problemas de seguridad – los mismos protocolos que emplea la pretendida solución del gobierno tienen vulnerabilidades variadas – y a, dios no lo quiera, filtraciones de datos que afecten a los ciudadanos e incluyan algo tan personal y privado como su interés por la pornografía o, incluso, su frecuencia de uso. No, decididamente ese control no es ni debe ser tarea para ningún gobierno.

¿Control parental? Todos sabemos que no es la solución, pero al menos, no perjudica los derechos de los mayores de edad, y se puede buscar colaboración de la Administración (no para que haga software, que todos sabemos cómo acaba eso y lo especialmente mala que es la Administración haciendo software) sino para que colabore con la industria en labores de mantenimiento de listas, clasificación, categorización, etc. El problema del control parental es que hace que los padres sientan que «ya han cumplido» subcontratando la educación a un software, y eso, simplemente, no funciona así.

Por último: si de verdad quieres solucionar el problema hasta el punto en que puede ser solucionado (los jóvenes no dejarán de ver pornografía te pongas como te pongas), recurre a la verdadera palanca: la educación. Mejora la educación sexual, implica de verdad a las familias y ayúdales a adoptar las actitudes adecuadas, no recurras a estereotipos ni focalices la educación en la reproducción o en los métodos anticonceptivos, habla de sexo como se debe hablar de sexo, y por supuesto, evita por todos los medios los sesgos de género. Que tanto la escuela como sobre todo la familia sean el sitio adecuado para resolver dudas, plantear inquietudes y hacer preguntas en un entorno sano. Sin actitudes extremas, sin mojigatería, sin tremendismos. El sexo es y debe ser un componente normal de la vida, tratémoslo como tal. Y dejemos de intentar extender «pajaportes» y de controlar lo incontrolable.


This article is also available in English on my Medium page, «Forbidden fruit and ‘jerk-off permits‘»

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button