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Las imágenes algorítmicas y el futuro

IMAGE: Théâtre D'opéra Spatial - Jason M. Allen

En la imagen, Théâtre D’opéra Spatial, una creación del diseñador Jason M. Allen utilizando Midjourney, con la que consiguió generar una fuerte controversia al ganar recientemente un concurso de arte.

Independientemente de las cualificaciones del diseñador o de lo artístico de la imagen creada, parece claro que en el momento en que las herramientas cambian y se sofistican, algo cambia también en la definición de arte y en nuestra forma de juzgarlo. En este momento, es aún pronto para saber si el uso de herramientas algorítmicas en la creación artística se convertirá en algo completamente habitual y generalizado, que incluso lleve a encumbrar a quienes sepan describir bien en forma de texto la imagen que buscan, o a quienes entiendan mejor los sutiles matices de los algoritmos. Pero indudablemente, empezar a trabajar con este tipo de algoritmos que construyen sus creaciones a partir de millones de imágenes extraídas de todas partes en la web, tiene sus complicaciones.

El repositorio digital de imágenes Getty Images acaba de prohibir la introducción en su colección de imágenes creadas mediante este tipo de herramientas, al no tener claro cuáles serán las condiciones que se apliquen en el futuro a su propiedad intelectual. Los repositorios de imágenes como Getty Images permiten que los creadores suban sus imágenes, vídeos, etc. a su biblioteca y que puedan obtener pagos en concepto de derechos de autor cuando son utilizados por terceros, y de hecho, se estaban encontrando con un número creciente de imágenes creadas mediante este tipo de algoritmos. Sin embargo, dada la ambigüedad de los derechos generados por ese tipo de algoritmos, que parten de imágenes de otros que obtienen, por lo general, mediante el scraping de páginas como la de la propia Getty Images (el web scraping es, en principio, un procedimiento legal), la compañía ha dicho que, con el fin de proteger a sus usuarios, impedirá que este tipo de imágenes sean añadidas a su repositorio.

El funcionamiento de este tipo de algoritmos es claro: localizan imágenes que coinciden con la descripción que ha hecho el usuario en su texto, y construyen imágenes a partir de interpretaciones sobre las que ha podido localizar. De hecho, en algunos casos es habitual que las imágenes construidas tengan elementos como la propia marca de agua de Getty Images o de otros repositorios: si el algoritmo se encuentra con varias imágenes que la contienen, tiende a interpretar que forma parte de la imagen como tal, y la reproduce.

Visto así, el uso de algoritmos como estos estaría, por tanto, utilizando creaciones de otros artistas y, por tanto, podría resultar en una desprotección de sus derechos si pudiese determinarse de dónde ha extraído el algoritmo los atributos que ha utilizado en la imagen (que pueden ser cientos o miles), además de suponer una competencia para las imágenes creadas por humanos. Lo que resulta interesante es pensar en términos de sostenibilidad del procedimiento: ¿qué ocurre si intentamos generar imágenes de un concepto novedoso, para el que aún no haya prácticamente imágenes creadas por fotógrafos o artistas? ¿Y cuando la mayor parte de las imágenes de las que se alimentan esos algoritmos sean a su vez obtenidas a partir de algoritmos? ¿Debe todo ser tan sencillo como hacer composiciones más o menos inteligentes a partir de imágenes de terceros?

Otra cuestión es hasta qué punto es posible – o lo será a medida que estos algoritmos vayan mejorando su calidad – diferenciar entre imágenes creadas por humanos o por algoritmos, y si será fácil o no localizarlas y eliminarlas. ¿Estamos preparados para asimilar algo como la industrialización de la creatividad? ¿Es, como tal, creatividad, o es otra cosa?

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