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¿Y si dejásemos de volar?

IMAGE: Sasin Tipchai - Pixabay

Un muy recomendable artículo de la BBC, «What would a flying-free world look like?«, hace un ejercicio de economía-ficción para tratar de imaginas cómo sería un mundo en el que las aerolíneas y el transporte aéreo en su conjunto simplemente desapareciesen.

Contrariamente a lo que muchos podrían pensar, el volar no es una actividad tan generalizada: solo el 11% de la población global voló en alguna ocasión durante el año 2018, y únicamente un 4% lo hizo en tránsito internacional. Más de la mitad de los británicos no vuelan ni una sola vez en un año promedio, y la gran mayoría de los vuelos son llevados a cabo por una escasa minoría de usuarios.

Sin embargo, el tráfico aéreo es una de las actividades más difíciles de descarbonizar del mundo, y sus emisiones crecieron un 30% entre los años 2013 y 2019, en un contexto en el que las emisiones globales en el mismo período lo hicieron un 4%. A pesar del parón del 60% que supuso la pandemia, las aerolíneas, que fueron en muchos casos absurdamente rescatadas con el dinero de todos para el uso de la pequeña minoría que las utiliza como si no hubiera un mañana, contribuirán entre un 6% y un 17% a la cantidad de dióxido de carbono que podemos emitir si pretendemos no superar el objetivo de entre un 1.5% y un 2% de calentamiento del planeta.

¿Qué pasaría si dejásemos de volar? Para empezar, el paro se incrementaría en unos 11.3 millones de personas que trabajan directamente en la actividad, y hasta un total de 87.7 millones de puestos de trabajo en todo el mundo – según la propia industria – si tenemos en cuenta el total de la cadena de suministro, el gasto de los empleados y las actividades turísticas que posibilita. En ese sentido, los más perjudicados serían aquellos territorios con un superávit de visitantes, mientras que aquellos países – o sobre todo, las islas – con un déficit de turistas, es decir, en el que sus habitantes tienden a irse a otros países en lugar de tomarse sus vacaciones en su propio territorio, tenderían a obtener un beneficio.

En la cadena de suministro de otras industrias, el impacto sería, a pesar de lo que parece, mucho más relativo, debido a que tan solo el 1% de las mercancías totales en el comercio global se transportan mediante avión, aunque tiendan lógicamente a ser productos de margen elevado: consumiríamos menos frutas, flores y otros productos frescos fuera de temporada, mientras que otros alimentos, como la pesca, pasarían a transportarse por otras vías recurriendo a la congelación.

El sustituto más importante de la actividad serían, sin duda, los trenes de alta velocidad, cuyas redes se están incrementando en muchas partes del mundo. Pero otros medios de transporte como los automóviles autónomos, que permiten que una persona pueda llevar a cabo otras actividades durante el proceso, podrían ir tomando importancia a medida que su disponibilidad se incrementa, y también podrían hacerlo otros medios de transporte aéreo descarbonizados como los dirigibles o la aviación eléctrica en diversas modalidades.

En el fondo, hablamos de una actividad que muchos suponen esencial y vital para la economía, que la mayoría de los que tienen que utilizarla odian, pero que en la práctica es utilizada por una pequeña élite que, como se vio durante la pandemia, podría sustituir ese uso por otras actividades (conferencias o reuniones sustituidas por actividades online, etc.), y una relativamente pequeña cantidad de productos que podrían ser transportados de otras formas o, simplemente, no ser transportados. A cambio, hemos creado una industria brutalmente ineficiente, que se dedica a volar aviones en muchos casos vacíos para mantener sus rutas, y que opera miles de aeronaves que contribuyen al calentamiento global.

Un artículo verdaderamente recomendable para aquellos que tienen la valentía de intentar replantearse las cosas. Y que permite, además, tratar de imaginarnos cuánto va a tener que cambiar el mundo si de verdad somos capaces de contener el calentamiento del planeta a 1.5ºC o 2ºC como mucho. Y si no somos capaces… ya todo da igual.

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