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El bitcoin y las patadas al avispero

IMAGE: Portald - Pixabay (CC0)

La proverbial capacidad de Elon Musk para dar patadas a los avisperos en los momentos adecuados se pone de nuevo de manifiesto al hilo de la noticia de hace unos días sobre la decisión de Tesla de adquirir 1,500 millones de dólares en bitcoin: desde el anuncio, el valor del bitcoin se ha apreciado hasta llegar casi a los cincuenta mil dólares, Mastercard ha anunciado que posibilitará el uso de criptomonedas en su red (aunque todo indica que se trata de simplemente una declaración de intenciones, dado que tiene como requisito que esas criptomonedas sean «estables», lo que apuntaría por el momento tan solo a stablecoins), y hoy, Jack Dorsey y Jay-Z han anunciado la creación de un fondo de 500 bitcoin, unos 23.6 millones de dólares, con el fin de financiar el desarrollo de la economía basada en el bitcoin fundamentalmente en África e India, y con la misión de convertir el bitcoin en la moneda de internet. Una normalización del uso del bitcoin cada vez más evidente, que apunta a tratar de anticipar su el desarrollo de su futuro como base de una economía basada en el dinero digital descentralizado e independiente.

La jugada de Musk logró para empezar, que Tesla ganase más dinero en un día adquiriendo bitcoins que en en todo el trimestre anterior vendiendo automóviles, además del curioso dato de que, en el momento del anuncio, algunos de los vehículos de la marca pasasen a valer aproximadamente un bitcoin. Nada comparado, por supuesto, con los cien mil dólares que se espera que valga a finales de este año, o con los quinientos mil que algunos esperan que valga en virtud del proceso algorítmico que hace que se estabilice progresivamente su valor. Curiosamente, una persona que en su momento fue sancionada por la SEC por supuestamente jugar a elevar artificialmente el valor del precio de sus acciones, ha obtenido su venganza con un truco tan simple como revelar que su compañía ha invertido en un activo que sabía perfectamente que iba a apreciarse de manera dramática precisamente como resultado del anuncio que se hizo a partir de la información de la propia SEC: una jugada maestra.

Por otro lado, han sido bastantes los que han criticado a Musk por incoherencia en función del consumo eléctrico que genera bitcoin. En ese sentido, es importante destacar, en primer lugar, que en esa idea del consumo desenfrenado hay mucho de mito interesado, y que además, dado que la minería de bitcoins, como actividad intensiva en consumo eléctrico que tiende, por tanto, a localizarse allí donde puede obtener precisamente mejores precios por la energía, lleva tiempo orientándose a lugares en los que se obtiene la energía más barata, que contrariamente a lo que muchos piensan, es desde hace ya algún tiempo la obtenida a partir de fuentes renovables. Si a los críticos del bitcoin les preocupase realmente tanto el consumo de recursos que creen que genera, harían bien en preocuparse más del consumo de recursos y de la mucho más evidente ineficiencia – en todos los sentidos – de las mesas de cambio del mercado de divisas de todo el mundo, que mueven cada día en torno a los seis billones de dólares simplemente especulando con el valor de unas monedas frente a otras. Después de todo,

El ejemplo de Musk y Tesla puede actuar como un poderoso imán que atraiga a muchas otras compañías para tratar de optimizar su gestión del circulante mediante operaciones de este tipo, lo que contribuiría más aún a acelerar la implantación de bitcoin, por el momento como reserva de valor, pero con el tiempo, y siguiendo el desarrollo del algoritmo que regula su minado y los incentivos para procesar sus operaciones, en un instrumento cada vez más transaccional.

Lógicamente, ese proceso de normalización progresiva del bitcoin choca con no pocos intereses y depende de no pocas interferencias en términos de regulación, lo que introduce muchísimas incertidumbres de cara a su evolución. Pero más allá de movimientos regulatorios, hablamos de una evolución completamente descentralizada y, como tal, muy difícil, si no imposible, de detener. Que cada vez más actores relevantes crean en la adopción del bitcoin en el futuro no deja de ser una manera de reforzar esa profecía autocumplida que se ha establecido en torno a las criptomonedas y a las ventajas que podría ofrecer el uso de un sistema económico en el que no exista control por parte de una entidad en concreto, gobernada por criterios exclusivamente matemáticos y sin que ninguna parte pueda ejercer un poder especulativo. En la práctica, cada vez está más claro: no es el qué, es simplemente el cuándo.


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