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La micromovilidad como elemento fundamental en las ciudades

IMAGE: Thomas Wolter - Pixabay (CC0)

CityMotion dedica un artículo, «El 44% de los viajes en patinete se combinan con el transporte público» (pdf), al informe que preparamos mi compañero Gildo Seisdedos y yo el pasado octubre, en el que se intentan describir las bases de una nueva era de la micromovilidad en las ciudades basada en esquemas más ordenados, con muchos menos proveedores mucho más vinculados con las ciudades en las que operan, más reglas y control, y espacios específicos destinados a su aparcamiento.

Estamos hablando de una evolución tras la explosión de la micromovilidad eléctrica: una primera época escasamente regulada que llenó las ciudades de patinetes y bicicletas tiradas por todas partes, entrando en zonas en las que no deberían entrar o circulando a velocidades completamente inadecuadas. Ahora, los casos de éxito en adopción de la micromovilidad por parte de más y más ciudades están consiguiendo que se demuestre que hay otra forma de hacer las cosas, basada en la cooperación público-privada y en relaciones en las que lo importante no son solo los vehículos, sino también el intercambio adecuado de datos para posibilitar unos principios de gestión correctos.

Al tiempo, McKinsey publica un informe titulado «Why micromobility is here to stay« en el que habla precisamente de eso, de la micromovilidad eléctrica como integrante permanente y a futuro en los modelos urbanos, y especialmente observando las tendencias que tienen lugar a medida que se levantan algunas de las restricciones relacionadas con la pandemia. Combinaciones de motocicletas, bicicletas y patinetes eléctricos que se están convirtiendo cada vez más en una opción para más habitantes de los entornos urbanos, mientras vemos cómo muchos de los miedos que inspiraban al principio de su fase de adopción van convirtiéndose en mitos: ni están involucrados en una accidentalidad significativamente mayor, ni generan ya situaciones de descontrol o desorden como ocurría en la primera fase.

Ciudades cada vez más comprometidas con la descarbonización de la movilidad, con algunas de ellas, como Berlín o Milán, planteándose crear extensas zonas vedadas a los automóviles o incrementar significativamente el espacio dedicado a carriles específicos para la micromovilidad, con el fin de animar a más y más ciudadanos a utilizarlos con sensación de seguridad.

Las ciudades que durante demasiado tiempo se diseñaron en torno al automóvil y sus necesidades, tienen que cambiar drásticamente y reorientarse hacia esquemas de movilidad más sostenibles, basados en redes de transporte público limpias y eficientes, y en complementar esas redes mediante la micromovilidad. Nunca ha sido más necesario.

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