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La pandemia, la innovación y la medicina

IMAGE: Tumisu - Pixabay (CC0)

Se veía venir, y aparentemente está ocurriendo: la telemedicina, que comenzó a popularizarse cuando, durante los confinamientos derivados de la pandemia, muchos pacientes prefirieron rehuir unos hospitales que se veían como potencialmente peligrosos e interaccionar con sus médicos de manera habitual mediante videoconferencia, parece estar consolidándose en un número creciente de pacientes como una manera habitual de consultar primeros síntomas o posibles afecciones, o incluso para recibir recetas o peticiones de analíticas.

La progresiva generalización del sistema, sobre todo por parte de algunos proveedores de sanidad más proactivos, está generando algunas pequeñas tensiones en farmacias y clínicas que, por ejemplo, pretenden exigir recetas o volantes de analítica en formato impreso cuando el paciente aparece simplemente mostrando la pantalla de su smartphone, pero obviamente se trata de simples problemas de transición que durarán poco.

¿Qué estamos comprobando? Simplemente, que la mecánica de muchas visitas al médico era completamente ineficiente, y que en muchos casos consistían simplemente en un procedimiento meramente administrativo durante el cual la interacción era meramente un intercambio verbal o de documentos, sin que el médico necesitase realmente ponerle siquiera la mano encima al paciente: unas preguntas, una petición de alguna prueba o una expedición de alguna receta, una interacción que puede perfectamente llevarse a cabo a través de una pantalla, de manera mucho más cómoda y, además, evitando las habituales esperas – o al menos trasladándolas a un lugar en el que el paciente está perfectamente cómodo, tranquilo y haciendo otras cosas hasta que llega el momento en que el facultativo lo puede atender.

Como era de esperar, la telemedicina no ha desperdiciado la oportunidad que le planteaba una crisis. Ahora, queda la fase de optimización: cada vez más, empezaremos a ver más médicos y más pacientes que se encuentran más cómodos con el formato, y progresivamente, la incorporación de herramientas que permitan añadir parámetros diagnósticos, como dispositivos o wearables que posibiliten que el paciente comparta ciertos tipos de información con facilidad y pueda poner más información al alcance del facultativo.

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¿Cuánto valor puede aportar la telemedicina a la cadena de valor del cuidado de la salud? Posiblemente, la generalización progresiva de la telemedicina pueda convertirse en la primera fase de otra revolución que lleva tiempo fraguando: la de la medicina preventiva, en la que los pacientes simplemente compartan determinados datos generados de manera rutinaria con un sistema algorítmico que los monitoriza y lleva a cabo un análisis de posibles cambios a lo largo del tiempo, susceptible de generar valiosa información no solo para el uso en el cuidado y diagnóstico del propio paciente que suministra esos datos, sino también con un importante valor potencial en forma de datos agregados a la hora de llevar a cabo investigación.

Un cambio de hábitos derivado de una situación excepcional, que podría estar consolidándose y trayendo cambios que es importante estudiar y optimizar de cara al futuro.

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