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Vehículo eléctrico y desinformación

IMAGE: Fairfax County

Mi columna de esta semana en Invertia se titula «Vehículo eléctrico: ver más allá» (pdf), y trata de explicar las sensaciones que genera ver cómo desde muchos medios se transmiten falsedades y mitos absurdos sobre los vehículos eléctricos y cómo España, un país que carece completamente de producción de combustibles fósiles, se está convirtiendo estúpidamente en uno de los mercados más atrasados del mundo en su adopción.

El pasado viernes estuve en la Feria del Vehículo Eléctrico en la Plaza de Colón, y me encontré con un equipo de televisión que, de completa casualidad, me escogió para hacerme unas preguntas. Mis respuestas fueron todas obviamente positivas con respecto a la transición a lo eléctrico y la adopción progresiva de tecnologías que posibilitan la tan necesaria descarbonización, pero me encontré después con que, al ser emitidas, lo eran en una pieza (min. 20:57) que se dedicaba, como habitualmente hacen unos medios que responden a los intereses de las compañías tradicionales de automoción que son unos de sus principales anunciantes, a propagar de manera completamente injustificada los supuestos problemas de optar por un vehículo eléctrico.

Acompaño a este artículo con la compilación de mitos y realidades sobre el vehículo eléctrico llevada a cabo por el Condado de Fairfax, una iniciativa fundamental cuando se trata de informar a los ciudadanos de realidades que el potente lobby de los combustibles fósiles y de la automoción tradicional llevan años ocultando y falseando.

No, los vehículos eléctricos no son tan caros si tienes en cuenta los ahorros enormes en los que incurres gracias a dejar de utilizar gasoil o gasolina y utilizar en su lugar electricidad, y los derivados de su mucho menor mantenimiento. También son mucho, muchísimo más limpios venga la electricidad de donde venga, incluso aunque venga de centrales de carbón contaminantes, porque pocas cosas hay más ineficientes que quemar combustibles en los pistones de un motor de explosión. Por supuesto, eso de que no puedes llegar muy lejos sin ccargarlos es completamente mentira desde hace ya mucho tiempo, como lo es la absurda idea de que «hay que pasarse horas cargándolos» o que «hay que hacer cola en los cargadores». Y ya de risa son aseveraciones como las que afirman que las baterías se estropean y hay que cambiarlas, que son «terriblemente contaminantes» (lo contaminante es quemar hidrocarburos, no reciclar unas baterías que resulta económicamente interesante reutilizar en un muy elevado porcentaje), que «no hay litio para todos» o que «es mejor un híbrido» porque llegas a todas partes.

Vivo en un país en el que la propia ministra de transición ecológica, Teresa Ribera, llegó a decir una vez en 2018 que «ella se compraría un híbrido«, incurriendo en uno de los mitos más absurdos y que más daño han hecho a la sociedad: los híbridos son una aberración que únicamente interesa a las compañías que los venden. Juntar un motor eléctrico con uno de gasolina es complicar la mecánica para que no aproveche adecuadamente las ventajas de ninguno de los dos sistemas (se incrementa el peso y se siguen emitiendo contaminantes), además de ser una excusa para que alguien se sienta supuestamente más limpio y ecológico y acceda a determinadas ventajas cuando, en realidad, no lo es en absoluto y no debería disfrutar de ventaja alguna.

España se está convirtiendo en uno de los países más retrasados de su entorno comparable en la adopción del vehículo eléctrico, y eso, para un país pequeño en el que se puede llegar fácilmente a cualquier punto con uno de esos vehículos y que no produce combustibles fósiles, es una aberración. Entender la tecnología y su evolución es fundamental para darse cuenta de que las transiciones tecnológicas de este tipo no tienen vuelta atrás, y que quien compre un vehículo de combustión o híbrido en este momento está cometiendo un error que va a terminar pagando, no solo cada vez que vaya a una gasolinera de esas que llevo ya cuatro años sin pisar más que para lavar a veces el coche, o con su salud por seguir respirando unos contaminantes que son más nocivos que el tabaco.

Ante las transiciones tecnológicas, es habitual que las personas reacciones con miedo a lo desconocido o con conservadurismo. En el caso de los vehículos eléctricos, estas reacciones se han visto, además, alimentadas con desinformación por parte de los más interesados en seguir manteniendo un modelo ineficiente, y de manera irresponsable por medios de información y por cuñados de todo tipo que hablan sin tener ni idea de lo que dicen. El resultado es, simplemente, una desgracia para todos y una emergencia climática que seguiremos sufriendo durante mucho tiempo.

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