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Aprendiendo a optimizar la vida descarbonizada: la factura de un mes con climatización

IMAGE: E. Dans (CC BY)

Hoy ha llegado mi factura de consumo eléctrico del mes de julio, muy similar en su importe a las anteriores desde que instalamos los paneles solares, la batería, el inversor híbrido y la aerotermia, pero diferente en un aspecto: este mes, debido al incremento general de la temperatura y a las sucesivas olas de calor en España, tuvimos en uso la aerotermia en modo climatización, es decir, circulando agua a unos 12ºC a través de los radiadores de la casa, lo que nos permitió mantener una temperatura de alrededor de unos cinco o seis grados menos que la exterior.

La experiencia con el uso de la aerotermia en modo climatización ha sido muy interesante: el frío que se genera no es molesto como puede serlo el soplido constante de un aire acondicionado, no reseca el ambiente, y no produce un nivel de condensación en los radiadores elevado – no llega a formar gotas que caigan sobre el suelo. Algunos lo denominan «efecto iglesia», y la verdad es que la sensación de entrar en casa se parece un poco a eso, a la sensación de entrar en un edificio de paredes gruesas de piedra que mantiene el fresco a lo largo del día.

Por otro lado, mantener un aparato eléctrico conectado a lo largo del día genera un gasto en electricidad obviamente superior (aunque sensiblemente inferior, en torno a la mitad o menos, al que genera utilizar la aerotermia en modo calefacción), lo que hace que, lógicamente, los consumos se incrementen. Sin embargo, dado que ahora hay más picos en los que tenemos que consumir (importar) energía del exterior, eso incide en que la cantidad de energía excedente que vertemos y que nos compensan en la factura se incremente: de los cerca de cincuenta euros que hemos vertido a la red, ahora nos compensan cerca de treinta, lo que hace que la factura mensual sea prácticamente igual a la anterior a pesar de haber consumido más electricidad.

Resulta como mínimo curioso que la forma de compensar los excedentes energéticos vertidos a la red en España tienda a «animar» al usuario a consumir más, cuando en realidad, debería hacerse de una manera mucho más lineal y directa. El consumo real de electricidad de la red (no autogenerada) que hicimos en mayo y junio fue respectivamente de 20.05 kWh y de 25.37 kWh frente a un consumo en julio de 298.64 kWh debido fundamentalmente al uso de la aerotermia en modo climatización, pero la factura es prácticamente igual. En junio conseguimos un 96.43% de autosuficiencia, en julio nos quedamos en un 75.43%, pero la factura prácticamente no cambia. El hecho de que mi proveedor certifique que su energía proviene de fuentes renovables, bien por generación o por compensación, hace que la cuestión me preocupe un poco menos (aunque obviamente no implique que mi descarbonización sea «total»), pero creo sinceramente que un sistema así no es el óptimo, y que deberíamos plantear sistemas de batería virtual en los que cada kWh generado se convierta en una bolsa de kWh equivalentes en su franja horaria que pueda consumir posteriormente sin coste, como en los sistemas que rigen en otros países.

Básicamente, desde que llevamos a cabo la instalación, nuestras facturas se han estabilizado en torno a los 35 euros, frente a la media de 165 euros de las anteriores, y ello considerando que antes, además, debíamos hacer frente a una factura adicional, la del gas, que ahora no tenemos. Por supuesto, esto no funcionará igual en los meses de invierno cuando tengamos que mantener la aerotermia en modo calefacción durante todo el tiempo, pero por el momento, el balance es sumamente positivo.

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