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El trabajador aumentado

IMAGE: GraphicMama team - Pixabay

Mi columna de esta semana en Invertia se titula «La aritmética del trabajo» (pdf), e intenta aclarar, en un momento en el que surgen estudios de todo tipo sobre ello, el futuro del trabajo en la era de los algoritmos generativos y la inteligencia artificial.

El reciente estudio de la International Labor Organization (ILO), de Naciones Unidas, sobre el futuro del trabajo predice que aunque parece poco probable que los algoritmos y la inteligencia artificial destruyan la gran mayoría de los trabajos, los trabajos de tipo administrativo serán los que estén más expuestos al riesgo.

En realidad, estamos ante un caso más de lo que suelo llamar análisis estático: analizar el impacto de una tecnología sin tener en cuenta su más que previsible avance en el tiempo. Es evidente que lo que hay es una amenaza para los trabajadores administrativos será muy pronto una amenaza para todo tipo de trabajadores en cuanto la algoritmia generativa se incorpore a la robótica, un paso que estamos ya a punto de dar de manera generalizada o que estamos dando ya en determinados casos puntuales. Estamos, a todos los efectos, ante el eclipse del trabajador humano.

La idea de que la automatización avanzada no va a perjudicar a los trabajadores, sino que los liberará de determinadas tareas para permitirles concentrarse en otras resulta, cuando menos, candorosa: en clave empresarial, es completamente evidente que esto no va a traducirse en empleados más relajados o con más tiempo para sí mismos, sino en un «hacer más con menos» que, por necesidades de la dinámica competitiva, se traduce en empleados que llevan a cabo más funciones que antes hacían otros, y por tanto, en menos empleados. Pura aritmética, ya completamente probada tras las reducciones de plantilla de las big tech. Si hay algo claro, es que incorporar la tecnología para las empresas no es opcional. Por el momento, las empresas están hablando muchísimo de la incorporación de IA en todas partes, pero sus informes de resultados prueban que aún no lo están haciendo: mucho ruido, pero por el momento, pocas nueces. Juzgar lo que va a ocurrir en función de lo que ha ocurrido hasta el momento no parece la mejor de las ideas.

Además, es importante tener en cuenta que por mucho que escuchemos acerca de los puestos de trabajo que se generan con la tecnología, hablamos de puestos muy diferentes: por cada ingeniero que se contrata para el desarrollo de algoritmia generativa, se quedan sin trabajo cientos o miles de trabajadores administrativos o de otros tipos al final de la cadena. Pensar que, de la noche a la mañana, van a hacer falta tantos ingenieros y desarrolladores como trabajadores en niveles inferiores es, cuando menos, ingenuo.

Otro estudio, este del World Economic Forum, predice que la IA va a provocar la disrupción de más de 85 millones de puestos de trabajo, pero va a crear 97 millones de nuevas responsabilidades o tareas. Esta distinción entre puestos de trabajo y tareas es crucial: cada puesto lleva a cabo, por lo general, múltiples tareas, y en el futuro, muchas de esas tareas no podrán ser desempeñadas por los trabajadores que tenemos hoy. Es decir, no solo vamos a ver la pérdida de muchos puestos, sino que muchos de los trabajadores que ocupan los actuales van a necesitar importantes cantidades del llamado reskilling, desarrollar nuevas actividades que hoy no saben hacer. Según otro estudio, de IBM, la algoritmia generativa y la IA va a provocar una brecha global de habilidades durante los próximos tres años que obligará a un 40% de los trabajadores actuales a capacitarse.

Para algunas universidades y escuelas de negocio, grandes noticias, pero solo si son de las que están dispuestas a incorporar esas habilidades a todas las materias que enseñan y hacer que sus alumnos aprendan a utilizarlas para todo. Si, por el contrario, están más preocupadas de que los alumnos no copien y se dedican a intentar restringir el acceso a ChatGPT y herramientas similares, es seguramente una buena idea alejarse de ellas lo más posible.

Las compañías, por tanto, pasarán a buscar otro perfil de trabajador, uno que de verdad entienda la la gestión de la algoritmia generativa y la IA como parte de sus funciones, que no sea extraño a lo que se puede llegar a hacer con esas herramientas, y que las vea como una forma natural de incrementar los resultados de su trabajo. Cada uno de esos trabajadores «aumentados» eliminará varios puestos de trabajo «de los de antes», simplemente porque son más eficientes y productivos.

La cuestión es tan sencilla como echar cuentas: una tecnología que posibilita niveles de automatización cada vez más sofisticados permite hacer más con menos, y eso implica lo que implica: o redefinimos en concepto de trabajo y replanteamos el equilibrio social, o tendremos muchos y muy importantes problemas.

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