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El lado oscuro de Twitter

IMAGE: Dave Akshar - Unsplash

Los recientes episodios en torno a Twitter, con el próximo juicio por la rotura del contrato de adquisición con Elon Musk y con las durísimas revelaciones de su ex-director de seguridad, no hacen más que esparcir más y más dudas sobre la realidad de la plataforma del pajarito azul.

En el fondo, la realidad es la que es: el juicio con Musk, por muy mal que Musk lo haya hecho en términos contractuales, es un intento de obligar a comprar algo a alguien que, tras verlo de cerca, decidió que aquello no era lo que le habían dicho y que no merecía ser comprado. Básicamente, lo mismo que le pasó a la compañía en su anterior intento de adquisición, hace ya unos años: Disney. En aquella ocasión, Disney tenía mucho interés en desarrollarse dentro del ámbito de las redes sociales, Twitter tenía interés por ser adquirida porque los parámetros económicos de su negocio de publicidad no funcionaban… pero en cuanto Disney se acercó y tuvo acceso al funcionamiento de Twitter, salió corriendo despavorida para nunca volver.

¿Qué hay en Twitter que hace que cuando alguien se acerque con cierto interés, lo pierda de manera casi inmediata? La respuesta parece clara: descontrol. Las laxas prácticas de gestión de la compañía facilitan que cualquiera pueda crear cuantas cuentas estime oportuno, algo que por un lado supone una gran libertad y versatilidad a la hora de gestionar la presencia de una persona o una compañía en la red social, pero que por otro, hace que el número de cuentas falsas sea, presumiblemente, elevadísimo. Podrá llegar o no al 90% que afirma Musk y que corrobora Chanpeng Zhao, pero indudablemente, es un porcentaje muy elevado, y los usuarios lo podemos comprobar de manera habitual cuando utilizamos Twitter: infinidad de cuentas patentemente falsas dedicadas a estafas de todo tipo, creadas por bots, con fotografías falsas, seguidores falsos y actitudes sospechosas. Que este tipo de cuentas aparezcan constantemente y que, por mucho que las bloquees, sigan apareciendo, da una idea de su ubicuidad., Que te molestes en denunciarlas y la compañía no haga absolutamente nada jamás, también. Lo de Twitter es un problema importantísimo de dejadez, de desatención patética, de descontrol total sobre los elementos más importantes que condicionan su actividad. Twitter es, simplemente, una «idea feliz» que ha crecido de manera completamente descontrolada.

La evidencia es la que es: Twitter no merece su estatus de plataforma influyente, simplemente porque carece de las precauciones y de la operativa adecuadas para ello. Es una plataforma en la que cualquiera, sin oposición alguna, puede crear auténtico ejércitos de cuentas falsas y dedicarlas a lo que quiera, sea tratar de influenciar la opinión pública en un tema o intentar estafar a incautos. Y en la que de hecho, esas dos cosas ocurren de manera habitual y constante. Es la evidencia que emerge de usar Twitter y la que se transparenta en el informe de su ex-directivo, que automáticamente pasa a ser creíble porque coincide con las observaciones de cualquiera, y que se convierte en material de investigación, lógicamente, hasta para los congresistas norteamericanos. ¿Qué hace China invirtiendo millonadas en publicidad en una red en la que tiene prohibido a sus ciudadanos que entren?

Twitter está llena de problemas. Cuando no es un perfil con una foto de una mujer atractiva identificada solo con un nombre y con poquísimos seguidores que te sigue y que retuitea cosas que escribiste hace tiempo para hacer que su perfil parezca genuino, es una estafa de criptomonedas en la que citan tu cuenta para darle difusión y que luego retuitean decenas de cuentas de una falsedad insultante. Son prácticas habituales, y de una zafiedad y tosquedad tan evidente, que cualquiera con dos dedos de frente podría denunciarlas como falsas. Pero no, la compañía o bien no quiere, o bien no es capaz de desactivarlas.

Sin duda, Twitter tiene un lado oscuro, y cualquiera que se acerca a la compañía, sea como usuario, como analista o como potencial comprador, lo puede ver a poco que mire con un mínimo de atención. Eso es lo que hizo que Disney no la comprase en su momento, lo que convenció a Musk de que adquirirla era una barbaridad porque no valía lo que decía valer, y lo que llevó a su ex-director de seguridad a tratar de poner las cosas en su sitio con su demoledor informe. A partir de aquí, ganará o perderá el juicio por rotura de contrato, pero va a ser muy difícil que no salga fuertemente perjudicada en el largo plazo, porque hablamos de elementos – la atención al usuario, la moderación o el control – que están en su cultura y en su orientación de negocio, y que van a ser, me temo, muy difíciles de cambiar.

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